The Swapper es un juego de puzzles con ambientación espacial. El juego de Facepalm Games ha ganado múltiples premios y ha cosechado buenas críticas a través de su estreno en PC, hace ya casi dos años, y estos éxitos no han sido casualidad. Ahora con su llegada a Xbox One, os contamos cómo se ha llevado a cabo su adaptación a consolas y qué nos ha parecido.
Desde el primer minuto se respira esa atmósfera de misterio espacial, muy bien lograda gracias a una excelente ambientación. Recuerda, y no solo por su temática y ambientación, sino por su narrativa, por su ritmo pausado, a las mejores películas sobre el espacio, desde la reciente Interestellar hasta la clásica 2001: Una Odisea del Espacio. Pero por encima de todas, recuerda a Moon, un filme extremadamente sencillo en su puesta en escena, y a la vez poderosamente complejo, que posee lo que llamamos elegancia, un valor más difícil de lograr de lo que pueda parecer y que comparte con este The Swapper. Si comparo a este juego con una película antes que con otro juego no es casualidad, es debido a su alto valor narrativo, sin duda uno de sus puntos fuertes.
Pero si tengo que mencionar un juego al que me ha recordado The Swapper ese es Portal, son dos títulos de puzzles con una temática de ciencia-ficción. A pesar de que el primero sea un título en 2D, ambos son títulos aparentemente sencillos que encierran una complejidad más elevada no solo en la dificultad de algunos de sus rompecabezas, también en su puesta en escena. No obstante, aunque ambos poseen mecánicas jugables muy similares, la propuesta de The Swapper es original.
De clon en clon
En The Swapper no nos toparemos con los clásicos enemigos alienígenas, es más, no nos toparemos con ningún enemigo, lo que aumenta la sensación de soledad. El único arma del que dispondremos, por llamarla así, será una especie de permutador que nos permitirá tanto crear clones de nosotros mismos como trasladarnos a ellos para tomar su control. Como es habitual en este tipo de juegos, conforme vamos avanzando en la aventura se nos van introduciendo nuevas mecánicas, que se van uniendo en los puzzles a las antiguas y van dando como resultado rompecabezas cada vez más complejos, que conforme vamos llegando al final se van volviendo auténticos retos que tardaremos un buen rato en resolver. Estas mecánicas pasan desde interactuar con los clones o un juego de luces que nos pueden impedir crear nuevos clones en determinadas zonas o traspasarnos a ellos, hasta cambios en el centro de gravedad, lo que nos hará jugar también en dos posiciones.
Aunque aparentemente pueda no parecer algo tan complejo, la dificultad realmente estriba en que los clones imitan nuestros movimientos, por lo que si creamos un clon en un punto y luego nos desplazamos, ese clon se desplazará a su vez en la misma dirección en la que lo hacemos nosotros. Por otro lado, tenemos un número limitado de clones que podemos hacer a la vez, y mientras no hagamos desaparecer alguno de ellos, cosa que podemos hacer o bien tocándolos, o bien matándolos, no podemos hacer aparecer uno nuevo. Todo esto se va uniendo entre sí para crear una jugabilidad muy rica y repleta de posibilidades para la creación de los puzzles.
Los controles son bastante sencillos y nos haremos pronto con ellos. Como es habitual nos desplazamos con el stick izquiero, mientras que con el derecho apuntamos hacia donde queremos crear los clones, o hacia el clon al que queremos traspasarnos. Con el gatillo izquiero hacemos la primera acción, mientras que con el derecho hacemos la segunda. Tenemos además el clásico botón de acción, y el de mapa.
Soledad espacial
El motor de físicas es algo donde Facepalm Games ha hecho un trabajo más que correcto, y cuyo peso se encuentra más en dar valor a la atmósfera que en ser un elemento jugable, ya que rara vez llega a ser un elemento de peso para la resolución de los puzzles. Es muy interesante ver cómo algunas zonas tienen una gravedad mayor que otras, o cómo flotamos cuando nos encontramos en las zonas exteriores, y nos tenemos que impulsar con nuestra arma, el swapper, para desplazarnos de un lado a otro. O la extraña sensación que tenemos cuando uno de nuestro clones cae desde un lugar alto, y vemos como ese cuerpo en el que hace un momento estábamos inmersos se destroza literalmente contra el suelo, lo que nos recuerda que estamos solos a pesar de tener la capacidad para crear otros cuerpos.
Como decía, la ambientación es muy buena. Desde que comenzamos a jugar tenemos esa sensación de vacío, de misterio y de soledad que transmite el encontrarse en un lugar muy lejano y abandonado, y que congenia a la perfección con el ritmo pausado del juego. Su aspecto visual, como es habitual en los títulos indie, es sencillo. Aunque en general las texturas y entornos están muy logradas, quizás el diseño de los personajes podría estar algo más trabajado. Pero sobre todo, si hay que destacar un elemento gráfico por encima de los demás sería la iluminación. No solo por el papel jugable que tienen algunas luces, sino por la iluminación de todo el entorno en general. Continuamente tendremos una linterna para iluminar el camino y guiarnos, ya que habrá zonas muy bien iluminadas, pero otras cuya sensación de abandono se incrementa por esa falta casi total de luz.
Con un aspecto sonoro destacable, posiblemente más que su aspecto visual. Con unos efectos sonoros que no solo están muy bien cuidados, sino de los que se hace el uso justo y preciso que se requiere para lograr su atmósfera. Con una ausencia casi total de música, que incrementa esa sensación de hallarse solo en un entorno misterioso. Y con voces, las pocas que hay, en inglés. Eso sí, The Swapper llega traducido al español, algo muy de agradecer, para que nadie pueda perderse el juego en todo su sentido, porque si no entendiésemos lo que se nos cuenta el juego quedaría realmente cojo.
Por otro lado, uno de sus puntos más débiles, la duración. Dependiendo de lo que tardemos en resolver los puzzles su duración puede variar considerablemente, porque algunos de los retos finales son muy atragantables, llegando al punto de que la mejor solución puede ser apagar la consolas o jugar a otra cosa, y volver más tarde a intentar resolverlo con las ideas más claras. Por eso como mínimo el título nos garantiza unas cinco horas de juego, pero que se pueden alargar dependiendo de nuestra capacidad para resolver los rompecabezas (y de nuestra paciencia para no hacer trampas y buscar la solución). Por otro lado, como es lógico en un juego de estas características no es rejugable, ya que tiene poco sentido volver a ponerse a resolver los puzzles cuya solución ya conocemos.
Un homenaje a la reflexión
El objetivo en The Swapper será el de ir recolectando una serie de orbes que se encuentran repartidos por distintas salas del mapeado. Cada una de las salas en las que se encuentran los orbes es un reto en forma de puzzle que deberemos resolver para poder alcanzarlo. Más tarde, con los orbes que iremos recogiendo podremos activar unos mecanismos que nos permitirán acceder a otros escenarios. Este aspecto es quizás uno de los más descuidados, ya que no existe apenas variedad de situaciones (aunque los puzzles sí lo son), y después de un rato puede resultar una mecánica algo repetitiva: llegar a una zona, resolver el puzzle y pasar a la siguiente zona, mientras por el camino nos dan algún detalle más sobre lo que está ocurriendo. Pero tampoco es un juego que pretenda enganchar durante horas, más bien su intención es ser saboreado lentamente. Por eso, sería un error quedarse con este aspecto negativo y tachar a The Swapper como un juego repetitivo sin más. El título de Facepalms Games es, ante todo, un homenaje a la reflexión. Si lo que queremos es resolver una serie de puzzles sin excesiva complejidad y pasar a otra cosa, este no es probablemente el juego más recomendable. The Swapper, a diferencia de la mayoría de los indies, que suelen ser propuestas bastante sencillas tanto jugable como narrativamente, requiere que el jugador se lo tome con calma para disfrutarlo en plenitud.
The Swapper nos invita a jugar con calma, a reflexionar a cada paso. No solo sobre los puzzles, sino sobre lo que nos quiere transmitir. En ese sentido desde Facepalm Games han sido ambiciosos y han querido hacer de su juego una experiencia de las que hay pocas. Una experiencia que cuando termina nos deja con sensación agridulce, pero sobre todo con la necesidad de continuar pensando sobre el único puzzle que ha quedado sin resolver, el que nos plantea con su guión. Algo que lo hace entrañable, porque The Swapper es de esos juegos que se queda dentro de nosotros una vez que hemos terminado de jugarlo. Desde los primero minutos se nos plantea el problema fundamental, que continuará durante toda la aventura como telón de fondo y sobre el que se nos irán dando algunas pistas entre puzzle y puzzle, el problema de la identidad. Un problema que conecta directamente con su propuesta jugable, y es que entre tanto clon, en ningún momento parece estar muy claro quiénes somos realmente, y sobre todo de quiénes o qué son esos clones. Por supuesto, aunque me encantaría continuar hablando sobre ese trasfondo, no podría permitirme destrozar la experiencia que supone jugar The Swapper, merece ser descubierto por uno mismo.
Conclusión
The Swapper es uno de esos juegos con valor artístico, incluso literario por su habilidad narrativa y su capacidad subvertiva. Que no descuida su propuesta jugable, con ideas originales y bien llevadas a cabo. Todo esto acompañado de una gran atmósfera. El hecho de que puede resultar corto, quizás algo repetitivo, y que no está pensando para todo tipo de público, le impiden ser un título más completo. Sin embargo, aquellos que estén dispuestos a enfrentarse a The Swapper como lo que es, una experiencia reflexiva y muy rica, tanto en su jugabilidad como en su narrativa, encontrarán un juego memorable que merece mucho la pena jugar. Si disfrutaste de juegos como Portal o películas como Moon, no te lo pienses.
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Lo bueno
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- Trasfondo narrativo
- Ambientación
- Originalidad de algunos puzzles y la satisfacción de superarlos
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Lo malo
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- Duración escasa y sin rejugabilidad
- El ritmo pausado que exige para ser disfrutado no es para todos
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