Cada vez que aparece un juego extremadamente indi o casi experimental, no puedo evitar acordarme de la Microsoft de Xbox 360. Los norteamericanos introdujeron los juegos independientes en las consolas, y de Xbox Live Arcade salieron joyas como Limbo o Braid.
Estos juegos contaban con mecánicas nuevas, no necesariamente jugables, pero también un apartado artístico que los AAA no se permitían, ni permiten, tener. Ahora, llega 11-11 Memories Retold, un juego desarrollado por Digixart y Aardman Animations y que ha sido apadrinado por Bandai Namco.
Ahora, os traemos nuestro análisis de 11-11 Memories Retold.
No todos los juegos de guerra son de tiros
Cuando cae en mis manos un juego como este, creado por un estudio que no me suena, siempre intento investigar de dónde vienen. Digixart es el estudio que lleva la voz cantante. Se trata de un pequeño estudio francés formado en 2015 por diferentes desarrolladores. Solo tenían un juego en su haber, un runner musical con un apartado artístico bastante curioso.
Por otro lado, Aardman es un estudio inglés especializado en animación stop motion que ha participado en la creación de películas como Chicken Run o Wallace & Gromit. Una vez hechas las presentaciones, vamos con el análisis de 11-11: Memories Retold en Xbox One.
El juego nos lleva al 11 de noviembre de 1916, dos años antes del armisticio. Por un lado está Harry, un fotógrafo canadiense enamorado de la hija del dueño de un estudio fotográfico. Por otro lado, Kurt, un alemán que trabaja en una empresa de creación de zepelines.
Por motivos que no vamos a desvelar, ambos se alistan para ir al frente en sus respectivos ejércitos, y una serie de acontecimientos los conducen hasta las 11 de la mañana del día 11 de noviembre de 1918. Sí, el 11 de noviembre de 1918 fue el día en el que Alemania aceptó el armisticio y terminó a Gran Guerra.
Y… ¿de qué va? Estamos ante un juego bélico, pero no es uno de disparos. De hecho, lo único que hacemos en todo el juego es resolver puzles (extremadamente sencillos). Andar, hablar con personajes y agacharnos para pasar desapercibidos en ciertos momentos.
De hecho, es uno de esos juegos en los que no se ensalza el conflicto, sino todo lo contrario. Ni nuestros personajes quieren alistarse, ni los hechos que se narran son gloriosos. En este sentido, es uno de los juegos que mejor tratan el conflicto, ya que el tono melancólico impregna toda la obra, algo que se apoya en el impresionante apartado artístico.
Es una historia de personajes ya que, como veis, no es demasiado variado en lo que a mecánicas se refiere. Kurt va avanzando por el frente del lado alemán mientras persigue su objetivo. Harry realiza su profesión de fotógrafo entre las líneas de la batalla. Y… poco más.
Al final, todo lo que realizamos con el mando es simple contexto para que se nos pueda contar la historia que Digixart quiere contar. Y ahí es donde lo hacen bien, ya que lo importante es la narrativa y, aunque jugablemente es escueto, el hecho de controlar de forma alternativa a soldados de ambos bandos ayuda a ver a los alemanes desde otro punto de vista (y no como el saco recibebalas que suelen ser).
La depresión a todo color
Recientemente, por suerte, hemos podido ver imágenes del documental de la Gran Guerra, la Primera Guerra Mundial, a todo color. Y digo »por suerte» porque, no sé a vosotros, pero ver las imágenes »coloreadas» por Peter Jackson me ha ayudado a darme cuenta que no es algo que pasara en otro planeta sino aquí. Fue una sensación extraña, casi »bonita», y lo mismo me pasó con Memories Retold.
El estilo artístico de este juego no es único, ya que hemos visto antes más juegos con un acabado »a la acuarela», pero estamos ante el que, posiblemente, sea el mejor ejemplo de esa escuela artística que busca aunar videojuegos y pintura. De hecho, no son pocos los juegos que, por suerte, hemos calificado como »lienzos en movimiento». Sin embargo, puede que Memories Retold sea el más refinado.
Su apartado artístico no solo es bello gracias a ese aspecto de acuarela mojada, sino también desolador. Nos muestra la Gran Guerra a todo color de una manera que Battlefield 1, con todos sus polígonos, ni siquiera se acerca a mostrar, y… poco más se puede decir del juego en este aspecto.
No hay que hablar en términos técnicos cuando describimos los gráficos de este título, ya que es algo que carece de sentido. Al final, estamos viviendo una historia que se cuenta con unas imágenes preciosas, y eso es lo que importa. Tres cuartos de lo mismo sucede con la banda sonora.
Cae en algún que otro cliché, como la propia historia, pero es muy agradable. Acompaña perfectamente a las imágenes que vemos en pantalla y ayuda a redondear esa escena impresionista que contemplamos en el videojuego de principio a fin.
Memories Retold, siguiendo la estela de Ubisoft
Jugablemente es extremadamente básico, las decisiones no son importantes y es, básicamente, un paseo en lo que importa es la narrativa y la historia que quieren contarnos. Y, afortunadamente, el estudio francés hace eso bastante bien.
Cuando hablamos de videojuegos, parece que va implícito el hecho de que sean divertidos y, definitivamente, 11-11 Memories Retold no lo es. Y no porque sea frustrante en sus mecánicas o por fallos mecánicos, ya que no es así, sino porque el estudio francés quería contar una historia, y se han enfocado en ello.
El tono es más que correcto, y es uno de esos juegos para sentarse durante las cinco o seis horas que dura y disfrutar con la historia que nos cuentan. En cierto modo, nos recuerda mucho a Valiant Hearts (de hecho, uno de los fundadores del estudio trabajó en el juego de Ubisoft).
Si os gustó aquel, debéis jugar, de forma obligatoria, al apadrinado por Bandai Namco. Si no lo habíais probado y queréis una historia, dadle una oportunidad.