Corría el año 2016 cuando el pequeño estudio indie español Lince Works publicaba su primer juego llamado Aragami, un juego de acción y sigilo que nos ponía en el rol de un espíritu vengativo invocado para salvar a una dama cautiva.
Años más tarde pudimos disfrutar en nuestras Xbox de Aragami: Shadow Edition, una nueva versión del juego más completa, pues incluía también su expansión Nightfall, en la que podíamos disfrutar de una campaña solos o de forma cooperativa con otro jugador online.
Y como ya queda menos para el lanzamiento de su secuela, es que hoy os traemos el análisis de Aragami 2 en Xbox Series X, que ha sido creado por Lince Works y del que podremos disfrutar de lanzamiento en Xbox Game Pass a partir del 17 de septiembre.
Análisis de Aragami 2 – Xbox Series X
¡Despierta, Aragami!
Esta segunda entrega nos pone en la piel de un Aragami, que tras ser liberado despierta en la aldea Kakurega, un lugar de refugio para el Clan Kurotsuba que se encuentra liderado por el Líder Katashi.
Este particular Clan está conformado por Aragamis, unos guerreros que controlan la Esencia de las Sombras, un poder místico que les permite controlar la habilidad de encontrar las sombras y que tienen como misión defender el reino de los invasores Akatsuchi, quienes siembran el terror en el reino y queman todo a su paso.
Pero este no es el único problema al que el Clan Kurotsuba se tiene que enfrentar, pues una aflicción sobrenatural ha recaído sobre los Aragamis, la cual los deteriora física y mentalmente. Por ello, deben buscar a la mayor celeridad su origen y la cura para el mal que les acecha.
Con esta premisa, Aragami 2 nos presenta una historia muy interesante que se cuenta por medio de cinemáticas y diálogos entre misiones, pero que en ocasiones hace que el jugador se sienta un poco perdido en la trama o en la motivación de la siguiente misión, pues las líneas del diálogo son abundantes y las referencias a nombres de otros personajes, clanes y lugares pueden distraer al jugador del hilo principal de la narrativa.
La trama se va desarrollando por medio de misiones que el jugador tiene que seleccionar desde un tablón de anuncios que hay en la aldea y de esta forma desbloquear el nuevo conjunto de misiones de la trama.
En lo personal, tras haber completado la primera entrega de Aragami y su expansión Nightfall, me gustaría que en un futuro Aragami 3 se recuperara la linealidad cinematográfica de su primera entrega y el mutijugador tanto con la IA como por un personaje controlado por un jugador online, así como se mostró en su expansión Nightfall.
La Sombra Te Acecha
En Aragami 2, el control de nuestro personaje ha dado un paso más allá en agilidad y en combate desde su primera entrega. Si en la primera entrega manejábamos a nuestro personaje principal con agilidad y sin poder combatir de forma directa contra los enemigos, en Aragami 2 todo esto ha sido mejorado, haciendo a nuestro personaje mucho más ágil en cada uno de sus movimientos, saltos y acciones.
Además, podemos abandonar las sendas del sigilo y atacar de forma directa a nuestros adversarios, ya que ahora se ha incluido una barra de vida, otra de vigor y la posibilidad de atacar y defenderse de ataques directos, haciendo un magnífico trabajo de evolución jugable en este aspecto.
Por otro lado el juego dispone de un esquema de misiones que es muy divertido para un jugador o acompañado por dos jugadores más en el modo online, pero se puede volver monótono y repetitivo en sesiones largas de juego, ya que la estructura general de estas es re-visitar una de las zonas del reino o una sub-sección y realizar la escucha de una conversación o el robo de algún objeto, eliminar algún objetivo clave o rescatar a alguien.
Como hemos dicho antes, este esquema de misiones puede resultar monótono tras realizar más de 40 misiones en sesiones largas, pero eso no quita que no podamos disfrutar del juego si nos lo tomamos con calma o acompañados por otros jugadores, ya que estas misiones tienen una duración aproximada de entre 10 y 30 minutos, favoreciendo mucho las partidas rápidas, invitando al jugador a batir su propio tiempo de récord, aumentar sus ganancias de oro y experiencia, encontrar objetos secretos o simplemente por querer mejorar su puntuación global.
Para ello, tendremos que hacer frente a una gran cantidad de enemigos, entre los que encontraremos soldados que patrullan una zona, soldados que montan guardia, soldados con ataque a distancia o incluso ninjas ocultos en las sombras. Todos ellos controlados por una IA que mejora la de la primer entrega, ya que es más sensible al oído o al detectar un cuerpo ensangrentado, pero que tras enfrentarte a ella tras varias misiones descubres que es fácil de despistar, ya sea huyendo o dándole tiempo para que se olvide de ti y eso hace que al principio juguemos de forma muy meticulosa, escondiendo cada cuerpo en zonas de hierba, pero que conforme avanzamos, nos convirtamos en un espíritu vengativo que deja tras de sí zonas repletas de cuerpos sin testigos y sin ninguna meticulosidad.
Al finalizar cada misión se nos otorgará oro, experiencia o alguna recompensa especial, como esquemas para armas o tintes. Todos estos recursos podrán ser gastados o adquiridos una vez volvamos a la aldea Kakurega. En ella podremos acercarnos al dōjō para gastar nuestros puntos de experiencia en habilidades para nuestro personaje, como por ejemplo el Susurro que nos permite atraer a los enemigos hacia nuestra posición. Otra de estas habilidades sería Cautivar, la cual hace que un enemigo se olvide temporalmente de lo que está haciendo y quede cegado.
Por otro lado, si acudimos a la herrería podremos adquirir máscaras, armaduras y espadas, pero todas ellas sólo con fines cosméticos. En lo personal me hubiese gustado que todos estos elementos de la herrería tuvieran sus propias estadísticas de ataque y defensa, más allá de poder equipar una runa que modifica nuestro daño o sigilo.
En la herrería también podremos comprar todo tipo de objetos consumibles que repongan nuestra vitalidad o que nos darán ventaja táctica frente al enemigo. Y por último, si visitamos el teatro Kabuki podremos adquirir tintes para nuestras armas y armaduras, pero de igual forma, sólo con fines estéticos.
Ponte La Máscara
Aragami 2 mejora visualmente a su primera entrega, el juego continúa con el mismo estilo gráfico, mostrándonos entornos cargados de zonas de luz y sombras, con un aspecto visual cercano al cartoon o cel shading, pero sin remarcar de forma característica los bordes de los objetos en pantalla.
Los entornos que conforman los niveles han ganado en belleza y amplitud, ya que pasan de ser áreas lineales guiadas por la historia a zonas más amplias, repletas de enemigos y objetos. De la misma forma los personajes y enemigos han ganado en riqueza visual y de detalle.
En lo sonoro, Aragami 2 repite compositor, trayéndonos la banda sonora de la mano del estudio Two Feathers, haciendo que disfrutemos de piezas musicales agradables que nos trasladan a la época de los ninjas.
El juego emplea voces para los personajes que se asemejan al japonés, pero que en ocasiones el uso de las onomatopeyas o de expresiones muy cortas hace que sea difícil determinar si en realidad es japonés o no. Pero eso es lo de menos, ya que nos meten muy bien en situación y los subtítulos al castellano son de mucha utilidad.
En lo técnico el juego funciona a 4K y dispone de tiempos de carga prácticamente inexistentes. Eso sí, el juego presenta algunos errores gráficos y es el primer título que he visto que haga que el ventilador de mi Xbox Series X gire a más revoluciones que con otros títulos más exigentes. No creemos que esto pueda ser algo más que un pequeño error de optimización que pueda ser solucionado por medio de una futura actualización.
Conclusión
Aragami 2 mejora en gran parte a su predecesor, puesto que en lo jugable tenemos un control mucho más pulido del personaje y un multijugador divertido integrado en las misiones, así como nos muestra un renovado aspecto visual y sonoro, pero que flaquea a la hora de contar su trama, ya que el sistema de misiones se puede hacer monótono y repetitivo, ocasionando que el jugador desconecte de la trama alguna que otra vez.