Assassin’s Creed Valhalla se lanzó a finales de 2020, junto a la salida de la nueva generación de consolas, marcando el punto de inicio de las nuevas consolas de Xbox y PlayStation, y meses después, batiendo récords dentro de la propia franquicia, convirtiéndose en la entrega que más beneficios ha reportado a la gigantesca compañía francesa: Ubisoft.
No solo eso, si no que ha sido el primer juego de la saga en recibir contenido nuevo (en forma de expansiones) después de un año de vida, algo que no había ocurrido hasta ahora, mostrando que Ubisoft está muy, muy contenta con el estado en el que se encuentra el título, y por ello ha decidido que, después de las dos expansiones anteriores donde Eivor viajaba a Irlanda y Francia, nos encontramos con que aún nos queda tierra por recorrer a los mandos de Eivor (o en este caso, Odín). Hoy toca desmenuzar aspecto por aspecto esta nueva expansión de la saga de Eivor en el análisis de Assassin’s Creed Valhalla: Dawn of Ragnarök – Xbox Series X.
Odín ha de plantar cara a su propio destino…
En muchas de las adaptaciones modernas de historias vikingas (ya sea en forma de series, literatura o incluso algún videojuego), el destino de los personajes siempre es un aspecto muy presente en la narrativa y en la evolución de estos mismos. Las creencias nórdicas y su mitología siempre han estado muy ligadas a un «destino ya escrito», como pudimos ver en la serie de Vikingos, por poner un ejemplo, y en esta historia vivida desde los mismos ojos de Odín, la cosa no será muy diferente.
No habrá ningún spoiler principal sobre la trama de esta expansión, ya que reservamos todas las sorpresas que Ubisoft se ha guardado en la manga con esta historia para que vosotros los descubráis y los disfrutéis sin ningún problema, pero algo que ya pudimos ver en la historia principal con Eivor, y que se vuelve a repetir en esta expansión es la lucha contra un destino que ha sido escrito previamente.
La trama de «Dawn of Ragnarök» sufre de muchos altibajos en términos de calidad, con tramos donde la narrativa divaga mucho y el usuario puede llegar a perderse, y en otros donde Ubisoft muestra que, al fin y al cabo, esta franquicia puede mostrar momentos donde es imposible no empatizar con lo que vemos en pantalla. El punto fuerte de esta trama no es otro que Odín (también llamado Havi, Jafhnar o una infinidad de nombres más), ya que es un personaje «gris», donde muchas veces vemos ser un completo egoísta (aunque en esas situaciones, quién no lo sería). Al fin y al cabo, es un ser que se cree inmortal, y ese pensamiento… Lleva a consecuencias no deseadas muchas veces.
Svartálfaheim deja mucho que desear
En esta expansión, Odín debe viajar al reino enano de Svartálfaheim, y allí transcurrirá toda la trama. En comparación con los demás reinos que hemos podido ver en el juego base, nos ha cautivado artísticamente (como viene siendo habitual en los títulos de Ubisoft), donde nos hemos encontrado un mapa precioso hasta decir basta, con un diseño fantasioso que le queda como anillo al dedo, aunque sin llegar al nivel de belleza visto en el reino de Asgard.
Surcar por tierra o aire los cielos del reino enano es una delicia, ya que podemos observar las verdes llanuras, las gigantescas montañas doradas o toda la arquitectura enana (aquí debemos darle la enhorabuena al equipo artístico de Ubisoft, ya que han conseguido dotar de personalidad a todas las construcciones hechas por el pueblo enano), todo ello rodeado por las inmensas y brillantes ramas del árbol de la vida, Yggdrasil.
Aún con unos exteriores preciosos y unos interiores bellísimos, el mapa se siente muy… Vacío. Incluso no nos encontraremos a muchos enemigos, ni patrullando ni en las propias aldeas/ciudades. Además, no hay mucha variedad de ambientaciones, algo que sí que encontrábamos en el juego base, y que aquí han ido a lo seguro, dejando mucho que desear y pudiendo ver que podrían haber conseguido mucho más.
El Arrancahugr, la nueva mecánica de esta expansión
Gracias a la ayuda del pueblo enano, Odín podrá hacer frente al ejército invasor de Muspell con un nuevo artefacto llamado «el Arrancahugr», un objeto que consiste en extraer el hugr (el alma) de los enemigos, y con ella, sus poderes, pudiéndonos convertir en cuervo para sobrevolar Svartálfaheim o tomar el aspecto de nuestros enemigos, algo que nos facilitará mucho la travesía.
La sensación de utilizar estos poderes es muy similar a la que tuvimos con Talion en las dos entregas de «Sombras de Mordor», donde el Anillo que teníamos nos confería ciertas habilidades (una en concreto es idéntica a la que tenemos como Odín en esta expansión). Aunque, por culpa de un sistema de «maná» que tenemos con este poder, no podemos disfrutarlos como deberíamos, además que solo podemos llevar dos de los cinco poderes totales, algo que nos restringe mucho la posibilidad de jugar con ellos con libertad.
Aunque el equipo de Ubisoft Sofía ha tenido una idea brillante al introducir la posibilidad de estos poderes, y sinceramente, te sientes un verdadero dios con ellos, podrían haber planteado de una mejor forma su mecánica, ya que el ir intercambiando entre unos u otros o el tener que recoger «hugr» para recargar los poderes limita, y mucho. A la larga, solamente se utiliza el del cuervo para llegar a sitios elevados o el de convertirte en un muspeliano, para evitar el daño con la lava, sintiéndose como una oportunidad perdida por parte del estudio.
La historia de Odín por el reino enano deja un sabor de boca agridulce
Antes de dar punto y final a este análisis, podemos asegurar que la expansión sigue siendo la mar de divertida, como ya lo fueron tanto el juego base como sus dos anteriores expansiones, así que el panorama sigue siendo el mismo. Ahora bien, el trabajo creado por Ubisoft Sofía es muy notable en ciertos aspectos, pero sí que deja una sensación de que podrían haber sido más ambiciosos en ciertos aspectos, pero por alguna razón, no lo fueron.
Donde más se nota esta falta de ambición ha sido, sobre todo, en la narrativa: teniendo un personaje como Odín, el cuál se encuentra en una situación muy comprometida cuando tomamos el control de él, el equipo de Ubisoft podría habernos presentado unos plantel de antagonistas mucho más interesante y más desarrollado (Surtr y los habitantes de Muspell son muy «flojos»), y el plantel de personajes secundarios, aunque hay algún que otro personaje que se puede salvar, todos los demás dejan mucho que desear, y es una verdadera pena.
Assassin’s Creed Valhalla: Dawn of Ragnarök encantará a los usuarios que quedaron prendados con el juego base y sus expansiones, ya que es un contenido muy continuista respecto a lo visto con anterioridad, y aunque intenta innovar en ciertos aspectos, hace falta más valor por parte del estudio (y la compañía) para ofrecer algo «diferente» y nuevo. Esperemos que en el futuro cercano veamos una situación parecida a la que vivimos con Assassin’s Creed Origins y la renovación que supuso. De mientras, toca ponernos el parche, el atuendo y convertirnos en Odín para liberar el reino enano de las garras del rey Surtr y su ejército.