RedBedlam en asociación con Vision Games Publishing, nos trae a Xbox One el juego de disparos en primera persona que desafía al propio género de los FPS. El título, cuyo guión corre a cargo del aclamado autor británico Christopher Brookmyre, está basado en su novela de ciencia ficción más vendida hasta la fecha y con la que comparte nombre. Este es el Análisis de Bedlam – The Game by Christopher Brookmyre.
“Como jugador de toda la vida, Bedlam es la carta de amor dirigida a los juegos que siempre he querido escribir, y el equipo de RedBedlam ha hecho un trabajo increíble para traer mi ‘juego/universo’ a la vida”
En Bedlam, los jugadores asumen el papel de Heather Quinn, también conocida como Athena -nick que proviene de un skin de Quake II-, una programadora en la desarrolladora de exploración médica Neurosphere, que se verá transportada al mundo de Starfire: un FPS de los noventa que recuerda de sus años de adolescencia.
En busca de una explicación y un camino de vuelta a casa, Heather se aventurará más allá de Starfire para descubrir un vasto reino de mundos interconectados que documentan la evolución del género First Person Shooter y de los videojuegos en general. Como Athena, los jugadores se moverán a través de numerosos ajustes de juego mientras luchan contra una conspiración digital que busca destruir los mundos del juego y a sus personajes. Un FPS rápido, auténtico y único. Bedlam nos brinda una vertiginosa variedad de géneros de juegos, desde RPG’s de fantasía, pasando por arcades clásicos en 2D, hasta shooters sobre la Segunda Guerra Mundial en un innovador viaje a través de la nostalgia gamer.
Nos vemos al otro lado
La protagonista en el libro es una programadora escocesa llamada Ross Baker. Para el juego, sin embargo, la historia se ha enfocado desde el punto de vista de Heather, otra chica que trabaja en el siniestro conglomerado médico Neurosphere. En realidad Los desarrolladores no han sustituido a Baker, ella existe en el mismo mundo del juego, pero con este giro de personajes consiguen dar otra perspectiva diferente a la que nos ofrece el libro de Brookmyre.
La primera escena nos muestra a Heather en una habitación blanca mientras está siendo escaneada por un nuevo dispositivo de Neurosphere. Objetos 3D aparecen y desaparecen y de repente nos encontraremos en un extraño mundo alienígena, en el cuerpo de un cyborg poco agraciado. Resulta que este mundo es un juego de acción de los 90 llamado Starfire, donde a partir de entonces seguiremos constantes marcadores de misión mientras tratamos de encontrar una manera de escapar de nuevo al mundo real al mismo tiempo que tratamos de detener una incursión de marines espaciales.
Se ha conseguido crear un personaje femenino creíble y fuerte, a la que pone voz la actriz escocesa Kirsty Strain, por lo que el marcado acento de Athena es también creíble y agradable de escuchar. Además, a lo largo del juego podremos disfrutar de un ácido sentido del humor por parte de nuestra protagonista y los demás habitantes que conforman los mundos de Bedlam. Si a esto le sumamos gran cantidad de momentos en los que se traspasará la cuarta pared para dirigirse al espectador, se consigue humanizar al personaje y que la inmersión en Bedlam resulte más sencilla.
Apartado técnico y jugabilidad
Por desgracia, el resto de actuaciones de voz son poco menos que horribles -aunque para eso tenemos unos maravillosos subtitulos en castellano-. Cuando los personajes hablan puedes imaginártelos leyendo un mero guión, lo que se vuelve doblemente horrible gracias al sistema de checkpoints que se activará si morimos, ya que tendremos que tragarnos sus «chistes» una y otra vez.
Otro punto desafortunado es el núcleo First Person Shooter en el que se mueve el juego, ya que los movimientos resultan toscos y algo lentos . Clipping, bugs que harán que os quedéis atascados en mitad del escenario a merced de los enemigos, numerosos errores e increíbles caídas de framerate lastran en gran medida la experiencia Bedlam. Sus gráficos, aunque ciertamente encantadores, a medida que se avanza a través de las «edades» sólo reciben un ligero lavado de cara, por lo que no van más allá de ser aceptables -aún recordando la estética que se desea imprimir al juego-.
El diseño de los niveles es bastante básico, como corresponde a un juego que se basa en gran medida en los títulos de disparos más antiguos, y son convenientemente una reminiscencia de los juegos a los que imitan. El primer juego, Starfire, se ve bastante como Quake y tiene el estilo restringido similar a su tipo de juego. En el otro extremo, PlanetFire comparte la sensación más abierta de su padre, Halo.
La IA es francamente mala. En teoría, ya que el juego progresa, era de esperar que las habilidades de los enemigos mejoraran, pero en realidad no lo hacen, por lo menos de una manera visible. Los enemigos del primer mundo son carne de cañón, corren hacia ti disparándote y caen de una o dos balas -más o menos lo esperado de un juego de la era Quake-. Sin embargo, cuando llegamos a PlanetFire de estilo Halo como comentábamos anteriormente, esperaba que los enemigos utilizasen cobertura y se movieran más, pero no lo hacen.
Glitches espacio-temporales
La vinculación al mundo de los videojuegos, eso es exactamente de lo que trata Bedlam. Como Athena, saltaremos entre diferentes mundos de videojuegos, en su mayoría de diferentes estilos de FPS, como pueden ser Quake, Call of Duty o Halo. Atravesaremos glitches espacio-temporales y tendremos que confiar en los demas «usuarios» atrapados dentro del multiverso que nos propone Crhistopher Brookmyre, luchar contra la «Integridad» que pretende destruir los diferentes mundos y conseguir salir del entorno de realidad virtual sanos y salvos. También habrá multitud de homenajes y referencias a varios juegos modernos y otros más retro como Space Invaders, shoot’em up horizontales como R-Type o Pac-Man, si bien los segmentos de Pac-Man son solo otro FPS pero dentro de una nueva versión mejicana (?) del laberinto del famoso comecocos.
Con cada cambio de estilo obtendremos una muestra de las armas del juego que está siendo imitado y podremos seguir llevándolas con nosotros a través de toda la aventura. Nos encontraremos en un mapa de la Segunda Guerra Mundial disparando a nazis con pistolas de plasma, en un mundo de fantasía abatiendo esqueletos armados con espada y escudo con una escopeta de cartuchos o decapitando zombis en un ambiente de survival horror con una espada de fuego. Un variado arsenal en una mezcla justa.
Veredicto
Definitivamente, Bedlam – The Game by Christopher Brookmyre es una gran idea que ha tenido que cargar con una mala implementación y que en las manos de un estudio con más experiencia podría haber alcanzado otras cuotas de calidad más altas. Aún así, lo que nos propone Bedlam es un mágico viaje a través de la nostalgia gamer, cargado de humor, disparos y una enrevesada historia que bebe directamente de clásicos como Tron. En la dificultad más alta, el juego es un verdadero reto ya que tendremos que enfrentar enemigos más mortiferos -y considerables bajadas de framerate- sin las modernas regeneraciones de vida o movimientos que nos ofrecen los FPS actuales. Un indie fresco pero acusado por puntuales aunque graves problemas técnicos que pueden convertir la experiencia en algo insufrible, sobre todo cuando se aglomeran los enemigos y en las partes donde luchemos contra jefes finales. Un paseo por los FPS de los 90 que lo mismo nos hace esbozar una sonrisa que nos obliga a estallar el mando contra el suelo.
¿Podréis escapar de los mundos de Bedlam… o alguna vez llegasteis a entrar?