Cuatro años después de que Blizzard Entertainment anunciara el regreso de su saga más legendaria, la cuarta entrega de Diablo por fin ha abierto las puertas del infierno. Nos hemos pasado las últimas semanas -sin prisa pero sin pausa- en Santuario, para contarte lo que supone esta esperada y adictiva aventura sin fin, cuya historia ahora es más madura, siniestra, oscura y sangrienta que nunca.
De Diablo IV probablemente ya lo habrás leído todo y, si eres un acérrimo fan de la saga, también lo habrás visto casi todo. Pero si estás aquí a estas alturas, es posible que nunca hayas jugado a un Diablo y que quieras acercarte a la franquicia por primera vez. Pues bien, estás en el sitio correcto, porque este análisis de Diablo IV pretende ofrecer una visión general sin abrumar, sobre todo lo que presenta este apasionante videojuego, serio candidato al premio GOTY de 2023.
Sin spoilers. La mejor campaña de toda la saga
Ante un juego de la magnitud de Diablo IV, hay que empezar por valorar su modo historia principal y de si cumple con la expectativa generada teniendo en cuenta el gran «lore» de la saga, o de si simplemente se limita a ser un mero trámite hacia el «endgame». En este aspecto, podemos afirmar sin paños calientes que la campaña de Diablo IV es la mejor de toda la franquicia.
En esta ocasión, toda la trama gira en torno a Lilith, quien regresa de su letargo con unas intenciones nada agradables para Santuario. Nuestro personaje llega en el peor momento, pues tras una serie de catastróficas desdichas, se embarca en una aventura en la que deberemos dar caza a esta poderosa reina de los demonios y a sus aliados, hasta lograr frustrar sus planes.
La trama de Diablo IV es inquietante de principio a fin y nos devuelve a las raíces más oscuras de la saga, un tanto perdidas tras Diablo III. Hay giros inesperados, escenarios lúgubres e increíbles dentro de un mapa de mundo abierto descomunal, un bestiario de los más extensos que puedes encontrar en un videojuego, caras conocidas y otras nuevas, y todo se siente absolutamente único y original. La carga narrativa se ha reforzado, tanto en las misiones principales como en las secundarias, y todo este conjunto logra hacer de Diablo IV una historia muy digna de ser disfrutada, seas fan o no de la saga.
La jugabilidad de las clases, diversión interminable
Antes de iniciar nuestra persecución a Lilith por todo Santuario, deberemos elegir y crear al héroe perfecto para nuestro gusto y forma de jugar. Por primera vez en un Diablo tenemos a disposición un editor para elegir los rasgos físicos de nuestro personaje y también la posibilidad de personalizar nuestro equipamiento. Aunque todo esto es muy de agradecer para identificarnos mejor con un héroe con el que vamos a pasar muchas horas, lo más importante es elegir una clase.
Si tienes dudas sobre ello, puedes consultar nuestras guías de cada clase.
Diablo IV cuenta inicialmente con 5 clases, todas ellas muy polivalentes y bien equilibradas, que iremos mejorando mediante el nuevo árbol de habilidades (del que hablaremos enseguida). Tanto si te gusta jugar a «melée» o cuerpo a cuerpo, como si prefieres la distancia, hallarás tu clase favorita entre las disponibles, pues solo es cuestión de probar la que se ajuste más a tu forma de jugar. Podemos elegir entre las 5 clases de Diablo IV, experimentar con sus equipos, y seleccionar sus talentos y facultades para luchar contra la oscuridad, pero habrá que elegir un primer héroe.
Para ello, podemos escoger entre el poderoso tanque guerrero Bárbaro, el Nigromante con sus hordas de muertos vivientes, el Druida capaz de cambiar a formas animales y aprovechar los poderes de la naturaleza, el escurridizo y certero Pícaro o el espectacular Hechicero y sus magias elementales. Todas las clases son disfrutables de principio a fin y subir de nivel siempre es una motivación para seguir mejorándolas, mediante la adquisición de nuevas habilidades.
Para quienes no conozcan el sistema de habilidades general de Diablo, este es tan sencillo como asignar cada habilidad desbloqueada a un botón e irla ejecutando en función de su «cooldown» (tiempo de reutilización) y del recurso principal de cada personaje. Pero no basta con «spamear» botones, sino que hay que aplicar cierta estrategia para terminar con los enemigos más duros.
El arte de combinar habilidades y equipamiento
El nuevo árbol de habilidades de Diablo IV te ofrece diversos estilos de juego para cada clase a través de facultades que aparecerán a medida que el personaje suba de nivel. Los puntos de habilidad están en un esquema de nodos y se obtienen completando misiones y consiguiendo recompensas de zona. Cada clase tiene acceso a habilidades básicas, principales y definitivas, así como a las pasivas clave y otras de carácter único de su clase, como las de compañero, refriega, subterfugio y más.
- Habilidades básicas: Elegir una habilidad básica será una de las primeras decisiones que tendrás que tomar. Estas habilidades ofrecen efectos adicionales como generar recursos, aumentar la movilidad o añadir utilidad a tu personaje. No tienen tiempo de reutilización ni coste de recursos, por lo que están pensadas para «spamear» continuamente.
- Habilidades principales: Más potentes que las básicas, estas infligen bastante más daño, tienen coste de recursos de clase y serán necesarias para ejecutar combos ofensivos con tu personaje.
- Habilidades definitivas: Estas habilidades requieren un tiempo de reutilización tras su uso, pero canalizan un inmenso poder y lo devastan todo a su paso.
- Habilidades pasivas: Se desbloquean en el nivel 32 y modifican drásticamente el funcionamiento de tus otras habilidades, por lo que puedes ajustar tu estilo de juego con un objetivo unificado a medida que las desbloqueas.
En Diablo IV es más importante que nunca combinar las habilidades en sintonía para obtener bonificaciones o «bufos», tanto de daño como de defensa. Además, en esta entrega podemos potenciar a nuestro personaje con el nuevo Panel de Leyenda, disponible a partir del nivel 50. Este panel es un árbol de progresión secundario que activa todo tipo de glifos pasivos para seguir aumentando el poder de nuestro personaje, casi hasta el infinito.
El panel de leyenda es un sistema enfocado al crecimiento del personaje y ha sido diseñado para potenciarlo todavía más si cabe. A medida que tu personaje continúa su viaje hasta el nivel 100, irá recibiendo puntos de leyenda. Estos puntos se pueden usar para desbloquear nuevos nodos, más paneles de leyenda o incluso glifos de las mazmorras de pesadilla, que amplifican el poder de los nodos en un panel de leyenda concreto.
Pero de nada sirven las habilidades y los glifos, sin un buen equipo. Y esta es la idiosincrasia de Diablo: avanzar barriendo a todo bicho viviente del mapa, conseguir equipo y orientarlo conjuntamente con las habilidades. Así, si por ejemplo tenemos un Druida que hace uso del poder de los elementos como los rayos y los tornados, tener armas o equipo que incluya potenciadores adjuntos para ellos, tendrán prioridad antes que equipar otros que no los tengan.
De todas las características que en los objetos puedan aparecer, lo más indicado y efectivo para tu personaje será todo aquello que aumente su atributo principal (Destreza, Fuerza, Inteligencia, etc). Aquellos objetos que no te interesen, siempre será mejor reciclarlos que venderlos.
- Objetos legendarios: Estos poderosos objetos tienen la capacidad de mejorar o modificar tus habilidades y aportar otros bonus útiles a tu personaje. Si obtienes un objeto legendario con un bonus que te interesa pero las demás características no, entonces puedes extraer dicho bonus de él para aplicárselo a otro que se adapte a tu personaje.
- Objetos únicos: Estos objetos pueden definir la configuración de tu forma de jugar y la de tu héroe. Son verdaderamente únicos y muy desafiantes de obtener a su vez, pues solo se pueden conseguir en los niveles del mundo Pesadilla y Tormento.
- Bonus de rango de habilidad: Algunos objetos de equipo pueden contener un bonus que aumenta ciertas habilidades cuando se equipan, que no solo potenciarán las habilidades que ya tengas desbloqueadas, sino que también pueden activar nuevas habilidades del árbol de tu clase.
Diablo IV ofrece muchas opciones para la modificación de objetos mediante la artesanía. Se pueden cambiar los bonus, aumentar el poder de los objetos, intercambiar bonus legendarios y añadir huecos a las partes de equipo. También puedes recolectar gemas y forjar aumentos para las mismas que potenciarán tanto tu equipo como tus armas con aquellas características que más te interesen.
El «endgame» es donde verdaderamente empieza el juego
La campaña consta de 5 actos (hasta el cuarto no se desbloquean las monturas para ir a caballo) y de un epílogo. Una vez la completemos, para la que cual necesitaremos explorar el mundo abierto de Santuario durante aproximadamente unas 40 horas, dará comienzo el contenido de fin de juego. Aquí es donde verdaderamente Blizzard desea que nos quedemos atrapados durante los próximos años.
Para no desvelar demasiado la sorpresa de lo que uno se encuentra al finalizar la campaña, vamos a limitarnos a decir que en el «endgame» de Diablo IV existen diversas tareas a completar, ya sea solos o en cooperativo con otros jugadores, mediante al acceso de nuevas dificultades de mundo. En ellas encontraremos objetivos temporales con los que conseguir favores nefastos y cumplir los deseos de los susurros de los muertos, así como enfrentarnos a las temibles mazmorras de pesadilla.
A todo esto hay que sumar el nuevo modo PVP o jugador contra jugador, para el que se ha reservado toda una zona del mapa de Santuario para aquellos que deseen ponerse a prueba frente a otros jugadores. Aquí también optaremos a muchos objetivos que completar, con la vista puesta en conseguir objetos muy poderosos y aspectos de lo más exclusivos. Sin embargo, ser competitivo no debería depender del nivel y equipo de cada jugador, sino que debería estar más equilibrado.
En resumen, el objetivo de todo este plan de juego no es otro que continuar con las adictivas mecánicas que en Diablo IV permiten seguir mejorando a nuestro personaje con mejor equipamiento, acceder a nuevos aspectos, monturas y completar el panel de leyenda. Son decenas las horas que tendremos por delante, siempre y cuando queramos hacer uso de ellas. Y esto es solo el principio, pues Blizzard irá añadiendo más y más contenido al juego con ritmo trimestral en forma de temporadas.
Conclusiones y valoración final
Diablo IV es todo lo que los fans de tan legendaria saga podían esperar, y más. Pero también es capaz de satisfacer a los nuevos héroes de Santuario, ya sea que jueguen desde el mando de una consola Xbox, como si lo hacen con un ratón. Y esto es porque su curva de aprendizaje es sencillamente perfecta, su jugabilidad intensamente adictiva y su enorme mundo abierto ofrece toneladas de contenido y horas de diversión, con la aplicación de la exploración y la estrategia.
El conglomerado audiovisual de Diablo IV es un espectáculo, tanto sonoro como gráfico. Sin importar el escenario, si es exterior o interior, si se trata de una ciénaga de aguas estancadas, un páramo helado, una mazmorra sangrienta o una tenebrosa cueva. Tampoco importa si estamos en el ciclo del día o el de noche. Todo se ve increíblemente bien y funciona aún mejor, pues el rendimiento del juego con la gran cantidad de efectos que pueden llegar a producirse simultáneamente en pantalla, al menos en Xbox Series X es perfectamente funcional. Además, de inicio es asequible para todos los jugadores sin importar su habilidad, porque lo único difícil en Diablo IV es no recomendar su compra.
Así que las puertas del infierno están abiertas, tanto para los veteranos como para los nuevos héroes.
Bienvenidos a Santuario, bienvenidos a Diablo IV.