Somos muchos los jugadores que quedamos cautivados en 2008 por ese mundo post-apocalíptico que se presentaba ante nosotros cuando comenzamos a jugar a Fallout 3. Bethesda firmaba entonces su propia producción y su visión de la saga creada por Black Isle. Si bien en sus inicios Fallout no alcanzó la popularidad que registró la marca desde que Bethesda se hizo responsable, aquellas primeras entregas ya fueron juegos enormes, que ofrecían a los jugadores una grandísima libertad de acción, y un mundo post-apocalíptico «encantador», que dejó huella en todos los amantes del buen rol occidental. Y lo que vino a hacer años más tarde Bethesda fue llevar sus propias ideas a ese mundo, transformando la saga en la maravilla jugable (por supuesto sin menospreciar los títulos anteriores) que hoy conocemos. Aunque ya conocíamos por entonces los entresijos de los juegos de mundo abierto, precisamente Bethesda era una de las grandes responsable de ello con su saga The Elder Scrolls, no estábamos habituados a tener ante nosotros un mundo post-apocalíptico como el de Fallout.
¿Cómo funcionaria la fórmula The Elder Scrolls con el entorno devastado y desértico de Fallout? Pues, de hecho, una de las primeras sensaciones que nos asaltaban al comenzar a jugar a Fallout 3 era que nos íbamos a encontrar ante nosotros con un gran desierto (y un metro), en el que hallaríamos poco más que necrófagos, saqueadores o bandidos, que intentaban acabar con nosotros. Nada más lejos de la realidad, ahora precisamente recordamos a Fallout 3 por todas aquellas subtramas y pequeñas anécdotas que fuimos encontrando a lo largo de nuestro viaje. Una aventura que no tardó en dejar huella en muchos jugadores. Bethesda nos hizo darnos cuenta de la belleza y el atractivo que podía llegar a esconder un mundo devastado por una guerra nuclear, hostil y lleno de todo tipo de bichos mutantes. Un juego que, a pesar de tener sus defectos, era totalmente cautivador, que terminaba atrapando como pocos a pesar de que las primeras sensaciones no fuesen muy amigables.
La fórmula se repitió entonces con New Vegas, aunque en esta ocasión el juego venía firmado por otro excelente estudio, Obsidian, que también dejó su propia marca en este mundo, aunque continuando la propuesta jugable de su predecesor. A algunos incluso nos gustó más esta nueva entrega, aunque lo cierto es que la mayoría de los jugadores siguieron añorando ese peculiar encanto de Fallout 3. Pues bien, ha sido una larga espera, pero al fin Bethesda ha vuelto a retomar la saga, y podemos afirmar que este Fallout 4 tiene más del 3 que de New Vegas. Pero además, trae consigo una serie de novedades que sirven para potenciar su propuesta jugable. Ha sido una espera corta pero intensa desde que el juego fuese anunciado en el pasado E3, pero ya está entre nosotros y podemos pasar a realizar el análisis de Fallout 4.
Trazando nuestro propio camino
A estas alturas ya conocemos de sobra la fórmula con la que Bethesda quiere que nos enfrentemos a sus juegos. Empezamos a jugar después de algún tipo de acontecimiento que nos sirve a modo de introducción a la que será, literalmente, nuestra propia aventura. Pero a partir de ahí, estamos solos ante un enorme entorno. Podemos ir donde queramos, curiosear, explorar, nosotros decidimos nuestro futuro y nuestra moralidad. Podemos optar por ayudar a los personajes que nos encontremos por el camino y hacer amigos, o seguir nuestro propio camino procurando entablar el menor número de relaciones posibles. Precisamente esto es algo que no gusta a todos, ya sabéis que para gustos están los colores, y hay quienes prefieren una trama bien hilvanada por la que les vayan guiando sin perder el hilo. Porque en Fallout, al igual que ocurre, por ejemplo en Skyrim, es fácil perderse, terminar pasando decenas de horas realizando tareas que, a priori, no parecían tan importantes como la trama principal. Sobra decir que eso en Fallout 4 no ha cambiado, ni falta que hacía, aunque sí encontramos una ligera mejora en el modo de contarnos las cosas.
Empezando porque ahora no tenemos, por así decirlo, una trama que considerar claramente como principal, ya que no hay nada durante el juego que nos diga que así sea. Y la que podría considerarse como tal, se caracteriza por no tener ese punto de urgencia que sí encontrábamos en Fallout 3 o New Vegas. No quiero desvelar nada de esta por si aún no habéis podido probar el juego y os habéis resistido a ver vídeos, pero el comienzo de esta nueva aventura tiene lugar en ese futuro retro y utópico, hasta que deja serlo, y ahí es donde entramos en juego nosotros. Un inicio potente, podríamos decir más cinematográfico, que nos muestra que una de las facetas que se ha intentado mejorar es la narrativa.
El sistema de diálogos ha sufrido ligeras modificaciones, que a algunos gustará, pero a otros posiblemente no tanto. Nos encontramos con un sistema más «realista», ya que ahora cuando elegimos una opción de diálogo no hay marcha atrás. Se acabó eso de repetir cuatro veces la misma conversación para ir descubriendo lo que había detrás de cada opción de diálogo. Esto, a priori, debería de ser una característica a agradecer, sobre todo por los más roleros, sin embargo no resulta todo lo satisfactorio que debería. Y eso se debe a que ahora nuestras opciones de diálogo se ven curiosamente más limitadas. Prácticamente siempre son las mismas: una contestación sarcástica, una amigable, una negativa y normalmente una más prudente. Además, en muchas ocasiones tendremos que decantarnos por una de ellas sin saber realmente cual es la contestación que dará nuestro personaje, por lo que da la sensación de que no llegamos a tener todo el control sobre la conversación que nos gustaría.
Ahora nos sentimos menos protagonistas de los diálogos que antes. Eso se debe a que nuestro personaje ha cobrado una mayor personalidad, y los diálogos son más parecidos por ejemplo a los de Mass Effect. Ahora tiene voz propia, y da su propia contestación, mientras nosotros prácticamente nos limitamos a elegir si queremos ser groseros o amistosos. Siguen teniendo un peso importante, aunque sí es cierto que han perdido fuerza en un sentido rolero. Una medida que ha sido tomada, más que por la intención de crear un juego más «casualizado» y accesible, por lograr un mayor peso narrativo. Algo que, no obstante, quizás podría haberse intentado buscar mediante otros métodos.
Más allá de esto, poco ha cambiado el juego en este aspecto. Los juegos de Bethesda son característicos por guardar un universo enorme, prácticamente inabarcable. Todo lo que queramos saber lo podemos descubrir dentro del mismo juego, sin necesidad de recurrir a ningún tipo de fuente externa. Eso sí, cuánto de ese universo conozcamos dependerá de nosotros mismos, de nuestra curiosidad, ganas de explorar y paciencia. Porque Fallout 4, al igual que sus antecesores, no nos da nada cocinado, hay que currárselo. Y nosotros que nos alegramos, porque a fin de cuentas ahí se encuentra la salsa del juego, y es uno de los principales motivos que hará que Fallout 4 nos atrape, que siempre queramos saber más de lo que ocurre en el Yermo, de lo que ocurre a nuestro alrededor. Mientras que conforme vamos haciéndonos eco de cada uno de los recovecos de este inmenso mundo, cuantos más personajes conozcamos, más parte nos sentiremos de él mismo. Conforme jugamos no solo damos forma a nuestra propia historia, sino también a la de nuestros compañeros, a la de nuestros enemigos, y a toda la Commonwealth. Porque al final, lo que más nos gusta de Fallout es ese trasfondo, esos pequeños relatos y anécdotas que van dando forma poco a poco a nuestra partida. Y de eso tenemos de sobra, una infinidad de horas descubriendo trocito a trocito todo lo que se nos ha servido.
En este sentido, poco más se le puede exigir al esfuerzo narrativo de Bethesda, y ya conocemos de sobra lo capaces que son de crear universos enormemente ricos en detalles y subtramas tan potentes como una principal. No obstante, no podemos pasar este punto sin acordarnos del excelente The Witcher 3: Wild Hunt. Y es que, si bien Bethesda es especialista en crear mundos, en crear ese telón de fondo, CD Projekt lo es contando historias. Cierto es que ambos juegos tienen sus diferencias, y que el modo de afrontarlos es bien distinto. Pero es que esa narrativa de CD Projekt es tan impecable, que no puede evitar hacer algo de sombra a este nuevo Fallout, que igual no ha evolucionado en este apartado tanto como podría, y se ha mantenido más conservador en este aspecto.
Por otro lado, si bien nos toparemos con algunas misiones muy potentes argumentalmente, así como muy bien contadas, también encontraremos un buen número de otras bastante básicas, que se fundamentan en el clásico ir de un punto a otro para recoger un objeto o eliminar un objetivo. Esto no se debe a una dejadez por parte de sus desarrolladores, sino a que ahora la acción ha ganado peso en la aventura, y existe cierta tendencia constante a que las situaciones acaben en tiroteos, que como veremos han mejorado considerablemente. Lo malo es que se ha perdido en cierto modo ese punto rolero que nos permitía superar muchas situaciones sin mover un dedo, simplemente conversando, extorsionando o infiltrándonos.
En cualquier caso, la disolución de la trama principal entre todo el repertorio de misiones y tareas secundarias nunca había estado tan bien ejecutada. Empezando porque a pesar de la urgencia de la que sería considerable como misión principal (aunque realmente nada en el juego nos indica que así sea), no sentimos que el objetivo se encuentre realmente tan cercano como para dejarlo escapar hasta bien entrados en materia. Eso nos facilita muchísimo tener esa sensación de satisfacción al perdernos por el mapa, por otras tramas tan pecualiares como interesantes, sin tener constantemente en la cabeza la idea de que deberíamos estar haciendo otras cosas más importantes, estropeando así nuestra experiencia. Perdernos a lo largo, ancho y ahora también alto de la Commonwealth resulta tan atractivo como adictivo.
Bienvenidos a la Commonwealth
Fallout 4 nos traerá un nuevo escenario basado en una recreación de la devastada ciudad de Boston y de sus alrededores. Pero lo importante es que el resultado vuelve a desembocar en un universo tan desagradable como bello, tan hostil como atractivo, tan incoherente como verosímil. Así es Fallout, así es nuestro querido Yermo. Y quien ya haya visitado estos parajes en anteriores entregas ya saben a lo que se van a enfrentar. En el mapeado de Fallout 3 encontrábamos principalmente dos tipos de terreno: desiertos y un extenso metro subterráneo. Mientras que en New Vegas el metro y los túneles subterrános perdieron ese protagonismo, pero como contrapartida nos encontrábamos con un Yermo bastante más poblado, y un trasfondo político-social que no estaba presente en la anterior entrega. Ahora, en Fallout 4, volvemos a encontrar una buena cantidad de facciones y agrupaciones de supervivientes, aunque nuestra vinculación con ellas no tendrá un peso tan importante para la trama.
Pero donde sí nos topamos con un cambio importante es en la extensión del terreno, no por que el mapa sea mucho más amplio, sino porque la verticalidad ha ganado un peso fundamental. Al encontrarnos con más zonas urbanas que en los anteriores juegos, también será frecuente vernos rodeados de grandes edificios con una buena cantidad de plantas que podremos recorrer. Algunos de ellos resultan auténticos laberintos en los que nos podemos pasar explorando, sin demasiados problemas, más de una hora de juego. Esto es una de los nuevos elementos que encontramos en Fallout 4, y que no solo supone un acierto, sino que resulta una buena adaptación a los tiempos que corren, donde la verticalidad en los mapas, sobre todo en los shooters (de lo que Fallout se encuentra más cercano que nunca) ha ido ganando importancia. Así nos encontramos con un espacio de juego que no es muchísimo más extenso que antes, pero que cuenta con una mayor densidad que nunca.
Estas zonas urbanas están plagadas de enemigos y lugares interesantes que explorar, una biblioteca, una tienda de cómics, un laboratorio donde se realizaban experimentos con armas químicas… Además, será muy frecuente toparnos con enfrentamientos entre distintos enemigos, saqueadores contra supermutantes suelen ser de los más habituales. Podremos aprovecharlos para pasar desapercibidos, o esperar que ambos grupos se agoten entre sí para entrar en acción. Incluso tenemos la curiosa opción de desplazarnos por estas zonas desde los tejados de los edificios, que suelen encontrarse tan unidos que es fácil saltar entre sus tejados, aprovechando así para evitar a los enemigos cercanos o abatirlos desde una posición elevada. Pero obviamente no solo tendremos edificios, sino todo tipo de asentamientos, facciones, grupos y nuevos lugares que explorar. Cada uno de ellos, al igual que ocurre con cada personaje, guarda una interesante historia que contarnos, si estamos dispuestos a adentrarnos en su interior y husmear en cada uno de sus rincones y terminales. A veces se tratarán de historias anteriores a la gran guerra, otras se basarán en situaciones actuales.
Así, partiremos de un entorno que por tamaño no defrauda. A pesar de que al comenzar a jugar nos pueda dar la impresión de tener ante nosotros una extensión no tan amplia, seremos testigos de cómo un mundo aparentemente vacío, va cobrando vida a base de ubicaciones que no dejarán de sorprendernos por ser más variadas y grandes de lo que esperábamos en un principio, dando lugar finalmente a un mapa llenísimo de ubicaciones de lo más variopintas. Tanto es así que incluso nos costará encontrar en el mapa aquella ubicación a la que necistamos viajar, por estar escondido su icono bajo otras cercanas. Pero lo más importante, un mundo en el que habremos vivido muchísimas y de todo tipo de historias, a cada cual más interesante. Por no hablar de las que no viviremos directamente, pero de las que sabremos a base de investigación, exploración y, sobre todo, mucha curiosidad.
Porque la clave fundamental de Fallout 4 vuelve a ser esos pequeños relatos, que al final suponen su auténtica esencia, lo que compone su mundo y nuestra aventura. Lo que hace que cuando terminemos de jugar, lo que recordemos sean esas pequeñas historias que nos encantará compartir con nuestros amigos. Aquél científico al que se le había ido la olla por completo, un vagabundo que nos sorprendía con unas habilidades inusuales, o un robot con más humanidad que cualquier persona. Existen personajes genéricos, pero como ya ocurría con Skyrim, podemos entablar conversación con casi cualquier NPC, todos ellos tendrán algo interesante que contarnos.
Tenemos asegurada exploración durante decenas y decenas de horas. Las ubicaciones son bastante más variadas de lo que eran en anteriores entregas, lo que lo hace aún más entretendio. Y el importante añadido de la verticalidad resulta todo un acierto, no solo por aumentar la densidad del escenario, sino por permitirnos nuevas posibilidades jugables.
Ahora sí que me divierto disparando
Fallout 4 es en el fondo más de lo mismo, pero más grande y mejor. Así, volveremos a encontrarnos con unas mecánicas y un sistema de juego prácticamente similares a las entregas de la pasada generación, pero que han evolucionado para bien y de forma coherente. Aunque se echan en falta ciertos detalles que se han perdido inexplicablemente.
Para empezar, encontramos unos ajustes realizados en el gunplay que dan lugar a una experiencia muchísimo más satisfactoria. Mientras que en Fallout 3 disparar sin hacer uso del sistema V.A.T.S. podía llegar a ser un suplicio, en Fallout 4 las sensaciones son infinitamente más agradables. Tanto es así, que resulta bastante fácil dejarse llevar por la acción, dejando de lado la precisión táctica del V.A.T.S., que por cierto ahora no pausará la acción por completo, sino que solo la ralentizará, potenciando aún más la nueva velocidad de acción que se ha buscado con esta nueva entrega. Bethesda ha contado en este apartado con ayuda de la propia Bungie, y eso ha quedado perfectamente plasmado en el juego.
Ha mejorado el manejo de nuestro personaje y de las armas, ya no resulta tan tosco y rudimentario como en Fallout 3. Mientras que los controles han sido ajustados, haciendo de todo el conjunto algo más armonioso e intuitivo. Todo ello nos permite ahondar en una acción más lógica. Los combates en Fallout 4 se han convertido en una experiencia mucho más divertida de lo que era en sus otras entregas. La variedad de armas es mayor, y la personalización de estas hace que podamos crear de cada una de ellas una versión casi única, lo que nos permitirá adaptarlas a nuestra manera preferida de jugar y a las virtudes de nuestro personaje. En mi caso, por ejemplo, suelo usar un rifle láser modificado para que sea letal y preciso a largas distancias, mientras que para el combate cercano empleo otro rifle láser, pero este preparado para hacer el máximo de daño en distancias cortas. Aunque siempre deberemos llevar otras armas por si nos quedamos sin munición de nuestra favorita, algo que no es demasiado difícil. Porque después de llevar un rato liándonos a tiros, es fácil olvidarnos de preocupaciones de cuánta munición estamos malgastanto, y es que al fin y al cabo estamos acostumbrados a shooters en los que prácticamente nunca nos quedamos sin munición, y el gunplay de Fallout 4 es ahora tan similar a estos que hace que nos olvidemos momentáneamente del tipo de juego con el que estamos tratando.
Por otro lado, el combate cuerpo a cuerpo también se ha visto afectado por las nuevas posibilidades. Podemos convertir a nuestro personaje en una auténtica bestia que ataque con sus propias manos o con armas modificadas como bates de clavos, o porras eléctricas. Las mejoradas habilidades de sigilo, las relacionadas con el V.A.T.S. o las que nos convierten en tanques con mucha salud y resistencia, nos serán de gran ayuda en este aspecto. Aunque por desgracia a la hora de atacar con armas cuerpo a cuerpo de forma manual, sin hacer uso del V.A.T.S, vemos que poco o nada tienen que ver las sensaciones transmitidas con los disparos, y prácticamente nos limitados a machacar el botón para pegar mientras estamos frente a nuestro enemigo.
El sistema de crafteo que nos permitirá tener auténticas joyas tanto de armas como de armaduras resulta todo un acierto al contar con una notable mejoría en el manejo de estas. Ya que a las buenas sensaciones que tenemos ahora al disparar, se une la de hacerlo con nuestras propias versiones de armas, que nos permitirán una gran cantidad de combinaciones. Mientras que con la personalización de las armaduras podremos potenciar las habilidades de nuestro personaje en función del estilo de juego que hallamos elegido. Si antes decíamos que se había perdido cierto componente rolero con el nuevo sistema de diálogos, ahora hay que decir lo contrario debido al sistema de crafteo. A pesar de que se ha eliminado aún no lo entiendo, un detalle como el de la durabilidad de las armas, algo que decepcionará a algunos. Pero creed que Fallout 4 continúa siendo un juego complejo y abrumador, por cantidad de opciones, por la libertad que nos ofrece. Por lo que aquellos que teman encontrarse ante una entrega «casualizada» de la saga pueden quedar tranquilos. Porque Fallout 4 es ante todo una versión más potente de lo que fue en la pasada generación.
Pero tened presente que existe una tendencia general hacia la acción, palpable en el planteamiento de muchas misiones. La superación de misiones únicamente mediante el uso del diálogo, nuestra habilidad informática o de sigilo son ahora bastante escasas, y el combate es inevitable en prácticamente la mayoría de ocasiones. Eso sí, el modo de enfrentarnos a este será más variado que nunca debido al nuevo sistema de progreso y habilidades. Aunque contaremos con los mismos atributos S.P.E.C.I.A.L., ahora podremos optar entre ir subiendo estos tras cada nivel (ahora no tendremos ningún limite), o ir adquiriendo y mejorando los perks a los que tengamos acceso. En total existirán hasta 10 distintos por cada atributo S.P.E.C.I.A.L., lo que da lugar a una amplia gama de creación de personajes, a pesar de que en un principio puede parecer un sistema demasiado simple. Pero aunque contemos con perks relacionados con la negociación, el uso de la ganzúa o el pirateo de terminales, en el fondo todo esta ideado para que nuestro personaje tenga amplias dotes en combate a pesar de que por ejemplo no sea nada fuerte, ágil o resistente. Todos los atributos cuentan con perks centrados en el combate, lo que al final termina dando lugar a un RPG más centrado en la acción. Otra muestra de ello es el nuevo papel de la popular servoarmadura, a la que ahora tenemos acceso desde los primeros compases del juego, y que nos puede convertir en auténticas máquinas de guerra, seas cuales sean nuestros atributos.
De vagabundo a alcalde
Cuando vimos la presentación de Fallout 4 durante el pasado E3, una de las principales novedades presentadas fue el sistema de creación de nuestra propia base, que venía de la mano junto al sistema de crafteo y modificación de las armas. Sin embargo, no nos imaginábamos que esta novedad fuese a adquirir un peso como el que se le ha terminado otorgando. Más allá de tratarse de un mero añadido con el que establecer nuestra propia base por la que aparecer de vez en cuando para guardar armas y chatarra, descansar y decorar un poco por pasar el rato, los asentamientos son bastante numerosos y suponen una actividad lucrativa para nuestra propia aventura, además de resultar tan divertida como el resto del juego. Si realmente nos apetece esmerarnos en esta actividad (creed que es más adictivo de lo que podría parecer), podremos crear auténticas proezas. Llegando a tener nuestra propia ciudad que dirigir, con una buena cantidad de ciudadanos a los que satisfacer. Pero además nuestro asentamiento nos permitirá obtener recursos útiles para nuestra aventura, como un ingreso extra de chapas, mejoras para nuestras armas o comida.
Y la verdad es que, a pesar de que un comienzo pueda parecer algo engorroso (no contamos con ningún tipo de tutorial), a la larga resulta bastante agradable la sensación de ir mejorando nuestro propio asentamiento. No solo de ir haciéndolo más prospero, sino también de hacerlo algo más bonito. En definitiva, crear nuestro propio oasis de prosperidad, felicidad y esperanza dentro de un mundo devastado por la maldad y la ignorancia humana. De hecho, aunque como siempre podremos optar por que nuestro comportamiento sea más amistoso o por dedicarnos a robar y fastidiar a los demás personajes, el juego nos invita en esta ocasión mucho más de lo que lo hacía Fallout 3 a lo primero. En aquel, con su sistema de karma, se nos presentaba verdaderamente la opción de ser «de los malos» como algo atractivo, y resultaba muy tentador en determinados momentos de la aventura. Por su parte, en New Vegas nos topábamos con diferentes facciones, y la frontera entre el bien y el mal fue más difusa. Decidiéramos lo que fuese parecía que nunca terminábamos de ser los buenos o los malos aunque ese fuese nuestro objetivo. Ahora, en Fallout 4, volvemos a tener más remarcada esa frontera entre el bien y el mal. Cierto es que no contamos con el mismo sistema de karma de antaño, pero desde el comienzo de nuestra aventura, nos toparemos con unos personajes que nos invitan a comportarnos de la manera «correcta», que nos instan esperanzas de que en la humanidad no está todo perdido, y que el primer paso es comenzar a reconstruir nuestra pequeña parcela de prosperidad.
De hecho, ahora tiene más sentido que nunca ser parte de ese cambio, y eso se lo debemos a los asentamientos, en los que nuestro principal objetivo termina siendo la comodidad y felicidad de sus residentes, ya que nosotros a fin de cuenta nos pasaremos el rato recorriendo la Commonwealth. En resumen, un nuevo añadido que más allá de ser un simple elemento extra, supone una parte importante de nuestra aventura, no solo por la sorprendente cantidad de posibilidades que ofrece, sino porque en cierto modo también afecta argumentalmente al juego. Además, coleccionar basura del Yermo nunca ha tenido tanto sentido como ahora. Todo objeto que encontremos tirado por ahí nos aportará algún tipo de material que nos será útil para crear nuevas estructuras en nuestros asentamientos o para mejorar nuestras armas y armaduras.
La belleza de un mundo post-apocalíptico
Nos encontramos en Fallout 4 con cierta contradicción. Y es que a pesar de tener ante nosotros el mejor diseño artístico de toda la saga, se nos ofrece junto a un apartado técnico relativamente pobre. Y sobre todo bastante inestable en su versión para consolas (precisamente la que nos ocupa). Y digo relativamente porque ya nos conocemos y sabemos cómo es la historia. Un juego con un escenario tan vasto y denso como Fallout nunca va a alcanzar el nivel gráfico de otro títulos que nos presentan escenarios cerrados y lineales. Pero aún así, cabía esperar más de un juego del calibre de este Fallout 4, sobre todo en cuanto a rendimiento. Durante estos meses de espera, una de las cosas que más dudas había suscitado en torno al juego era precisamente este apartado, y finalmente dichas dudas se han visto confirmadas. Fallout 4 no es desde luego lo mejor que hemos visto gráficamente en la presente generación de consolas.
A pesar de ello no todo es negativo y cuenta con cosas muy buenas. Los efectos de en la iluminación son espectaculares, al igual que efectos como el polvo dentro de los edificios visto al trasluz, las explosiones nucleares o esas maravillosas y peligrosas tormentas radiactivas con las que nos topamos de vez en cuando. Y por su parte, el diseño artístico es impecable y va en la línea de las anteriores entregas, e incluso poniendo más énfasis en los elementos más característicos de la saga, Pip-Boy, servoarmadura, Nuka Cola, Albóndiga… En este aspecto también ha evolucionado de forma coherente y ahora encontramos un conjunto bastante más pulido. La recreación de todas las zonas urbanas de la devastada Boston están muy bien logradas y le sientan genial al juego. La paleta de colores es más amplia y viva, algo que va en relación a un escenario más colorido al tratarse de una ciudad que cuenta con todo tipo de ubicaciones. Tenemos más variedad que nunca de escenarios, y teniendo en cuenta eso, el gran nivel de detalle de cada uno de ellos es encomiabale.
Como contrapartida, parece que tanto el diseño de los personajes y enemigos como sus animaciones no terminan de resultar convincentes. El caso es que digo parece, porque de verdad que ya llega a resultar complicado saber si realmente Bethesda no es capaz de hacerlo mejor en este apartado, o ya lo han tomado como una especie de seña de identidad. Y hay que hacer mención especial a esos momentos gore que nos vuelve a traer el V.A.T.S., a la espeluznante velocidad de reacción de los enemigos, sobre todo de los necrófagos, y a esos malditos maniquies que están repartidos por absolutamente todas partes y no pararán de acosarnos y darnos algún que otro susto en los momentos más inoportunos, que se quiten supermutantes y sanguinarios.
Por desgracia todo esto se ve empañado con unas texturas bastante pobres por lo general, y algunos defectos técnicos, como una distancia de dibujado nada destacable. Pero quizás el problema más importante es el del framerate, en el que encontramos bajones importantes, sobre todo si transitamos por zonas urbanas a paso ligero, pero también en momentos con bastante acción y muchos enemigo en pantalla. No se trata de algo que lo haga injugable, pero desde luego no resultan agradables a la vista. En cualquier caso, la saga nunca ha destacado por ser un portento técnico, y sus fans sabemos perfectamente de que pie cojea, y así mismo también sabemos perdonárselo con cariño.
En su aspecto sonoro en cambio tenemos un título impecable. Su banda sonora es genial, pero además impresiona el mimo con el que Bethesda trata a su propio universo en este sentido, con melodías y canciones que no dejarán de recordarnos a las anteriores entregas y evocar viejos recuerdos. Por su parte el doblaje al castellano sin ser malo, tampoco es demasiado destacable. Pero, ¡qué demonios! ¿Un juego del tamaño de Fallout 4 doblado por completo al castellano? Ante eso hay que estar muy agradecido al estudio, sobre todo viendo algunas de las cosas que ocurren últimamente con el tema de las traducciones y los doblajes.
Tenemos juego por delante para cientos de horas, y no es ninguna exageración. Obviamente si nos dedicamos a completar únicamente la trama principal (si queréis considerarla como tal) no alcanzaremos ese tiempo de juego. Pero es que incluso aunque ese fuese vuestro objetivo, es tan fácil perderse en el mundo de Fallout, y nos sentimos tan cómodos explorando por cada recoveco que resulta imposible centrarse en un único objetivo. Y por si eso fuese poco, los enfrentamientos son más divertidos que nunca gracias a las mejores en el gunplay, lo que lo convierte en un producto aún más redondo. Por último, si os atrevéis, os animo a que probéis la dificultad «superviviente», que supone un auténtico reto y convierte cada combate en algo mucho más táctico, aunque se echen en falta más opciones que nos obliguen realmente a sobrevivir en el Yermo, como la obligación de consumir comida y agua, el cansancio o el calor. Pero no os preocupéis, porque por primer vez contaremos con mods en consola, y seguro que cosas como estas serán de las primeras en llegar.
No hay compañero de viaje más fiel que los bugs
Eso sí, no podemos dejar el análisis sin mencionar a esos compañeros de viaje, tan presentes en cada producción de Bethesda: los bugs. Parece impensable a estas alturas un juego del estudio que llegue sin ellos, o que al menos llegue con los mínimos posibles. Y es que a los típicos bugs gráficos en los que no se cargan texturas o nos encontramos con un enemigo terrestre colgado del cielo, aparecen también los referentes a la IA, ya sea aliada o enemiga, como personajes que se quedan trabados tras una puerta o que se tiran de lo alto de edificios, dejándose la vida en ello. Realmente si esto fuese todo, tampoco iría la cosa a mucho más, ya que al fin y al cabo, por muy presentes que se encuentren, son los clásicos bugs presentes en casi todos los juegos de mundo abierto. Pero lo cierto es que Bethesda siempre sabe sorprenderte con un nuevo bug, más grande, más raro y más absurdo, de esos que te echan a perder partidas en un momento. Es una pena que para jugar a un juegazo como Fallout 4 lo más recomendable sea esperarse un tiempo, cuando los parches y mods hayan hecho su trabajo, arreglando los numerosos problemas que encontramos en el título. Sin duda, ganará muchos enteros, y nos ahorraremos bastantes situaciones molestas que empañan irremediablemente una de las mejores experiencias de juego que podemos encontrar actualmente en el mercado. Imperdonable no jugarlo, pero con razón si se hace tarde.
En mi propia partida, sin ir más lejos, he llegado a ser invencible. Yo, que comencé a jugar entusiasmado en el modo superviviente, que buscaba el mayor reto posible, he acabado teniendo la partida más fácil posible. Ni siquiera necesito curar a mi personaje, puedo esperar tranquilamente a que me maten para, en unos pocos segundos, volver de entre los muertos con toda mi salud para seguir dando guerra. Lo peor, es que no me di cuenta de mi invencibilidad hasta varias horas después de que (supongo) tuviese lugar este bug. Si no lo conocéis no diré donde se encuentra, no quiero desvelar nada de la trama ni estropearos la bonita posibilidad de fastidiar vuestra partida. En mi caso, para no repetir esas horas de juego he continuado jugando y presumiendo de mi inmortalidad ante toda la cdss con tal de traer el análisis lo antes posible. Pero supongo que ahora me tocará comenzar una nueva partida. Por suerte, podré corregir mis errores del pasado e incluso tomar nuevas decisiones para ir descubriendo otras de las casi infinitas posibilidades que tenemos en Fallout 4. De todas formas no os preocupéis, porque pronto encontraréis vuestros propios bugs. ¡Qué no se os olvide guardar partida!
Conclusión
Lo que ha hecho grande a esta franquicia desde que Bethesda la tomó de la mano no han sido sus elementos roleros, ni tampoco los de acción, sino ese cúmulo de experiencias, de pequeñas anécdotas que nos van ocurriendo a lo largo de nuestras largas partidas, que pueden estar relacionadas con otros personajes, con nuestras propias acciones, o con cualquier elemento que encontremos durante la aventura, y que terminan dejándonos ese gusto exquisito al paladar cuando hemos terminado de jugar que nos motiva a querer siempre un poco más. Y sí, por desgracia en esas historias también entrarán en juego una vez más los bugs, tendremos que quedarnos por el momento con su lado más cómico e intentar soportarlos durante algunos meses. Procurar no tomarlos demasiado en serio ya que, al fin y al cabo, tampoco Fallout se toma tan en serio a sí mismo. Y es que es tan grande Fallout, que resulta imposible discernir si realmente aquellas cosas que podríamos considerar errores de desarrollo se han dejado allí puestas a conciencia o no, porque al final terminan formando parte de la experiencia Fallout inevitablemente.
Para mí, Fallout 4 es sin duda el juego del año. Si lo valoramos en su conjunto queda ligeramente por debajo de otras grandes producciones de 2015, como The Witcher 3: Wild Hunt o Rise of the Tomb Raider, pero Fallout 4 es un juego que trasciende ese conjunto. Todo el mundo debería probarlo alguna vez, incluso aquellos que no juegan a videojuegos, para saber de lo que es capaz esta industria a veces tan infravalorada. Cierto que tiene sus defectos, como ya hemos comentado, pero nos recompensará con una infinidad de momentos memorables, de esos que nos encantan a los jugadores, y la experiencia y satisfacción que supone invertir horas en un juego tan colosal, inmersivo y adictivo, y con un mundo tan vasto como rico en detalles, es inigualable. Resulta extremadamente complicado encontrar una experiencia que al menos se aproxime a lo que nos ofrece Bethesda con Fallout 4. Bueno, quizás Fallout 3, pero a ese también podréis volver a jugar en Xbox One si compráis Fallout 4 antes del 8 de febrero.