Hemos estado de viaje, acompañando a Senua, y regresamos con el análisis de Hellblade en Xbox One X. Se trata de un juego de Ninja Theory que no solo es especial por lo que nos cuenta, sino por el propio proceso de gestación. Y es que, es importante poneros en contexto por si no habíais seguido la actualidad sobre este juego antes del lanzamiento en Xbox One.
Ninja Theory es un estudio británico que lleva años demostrando su buen hacer en esto de los videojuegos, Heavenly Sword, Enslaved o DmC son prueba de ello. Han trabajado con grandes editoras y, tras el viaje por Sony, Bandai Namco y Capcom, el estudio se declaró »independiente» y comenzó a trabajar en una demo tecnológica con el motor Unreal Engine. »Opera» nunca vio la luz, pero sí Hellblade, un juego independiente con tintes de superproducción.
¿Cómo se come que un juego indie sea una superproducción? Porque, básicamente, no tienen un colchón detrás. Debían vender cierto número de copias para haber logrado el éxito y, pese a que fueron los abanderados de Epic durante mucho tiempo con las demos de captura de movimiento en tiempo real, se trata de una producción cien por cien indie que combina un apartado visual portentoso con elementos más… pues eso, »indie», como puede ser un diseño sonoro experimental y una historia que no la recordaréis durante décadas por su profundidad, pero que, sin duda, os dejará huella.
Tras el lanzamiento en PS4 y PC en verano del año pasado, Ninja Theory decidió lanzar el juego en Xbox One. Y no les ha ido nada mal, con unas cifras de venta nada desdeñables que, además, se han destinado (en parte) a causas benéficas. Tras esta necesaria introducción, acompañadnos en nuestro análisis de Hellblade para Xbox One X, donde os contaremos qué tipo de aventura es y, sobre todo, por qué merece la pena ser jugada.
El viaje de Senua
Senua, como ya habéis podido imaginar, es la protagonista de Hellblade. Se trata de una guerrera celta que debe ir directa a un mundo desconocido para salvar a su amado, llamado Dillion. El juego comienza de manera espartana, con la joven atravesando un hostil río en el que vemos personas empaladas mientras una serie de voces resuenan en nuestra cabeza. Nos hablan a nosotros, pero también a ella. Esto, que comentaremos más adelante, es, sin duda, lo mejor del juego y un elemento narrativo absolutamente brutal, como nunca habíamos visto antes. Pero no nos precipitemos.
Debemos ir a Helheim, el reino de los muertos que os sonará de la mitología nórdica, tan de moda con otros juegos. De hecho, toda la mitología y gran parte de la historia de nuestro pueblo se nos va contando en una serie de menhires que podemos encontrar a lo largo de la aventura. Un dato importante es que gran parte de la importancia narrativa de Hellblade reside en la propia Senua.
El objetivo está claro: debemos derrotar a una serie de semidioses que nos permitan traer a nuestro amor del mundo de los muertos al de los vivos, pero el viaje no es tanto por diferentes localizaciones, que también, sino a través de la mente de Senua. Y es que, Senua es frágil, está derrotada por la muerte de su amado, pero también es tremendamente fuerte y hará lo que haga falta para salvarlo de la muerte. El problema es que el enemigo no lo tiene delante, no son los oponentes con máscara de cráneo de res, sino dentro de ella.
Senua sufre alucinaciones y es atormentada por voces que cuchichean, dan consejos, pero que también pueden reírse de ella y conducirla a una trampa. La psicosis es el tema más importante que se trata en Hellblade y, ciertamente, el respeto de la obra es sublime. Al comienzo del videojuego, en lugar del famoso aviso de »cuidadín si tienes epilepsia», nos avisa sobre esto de una forma similar a la que utiliza Outlast.
El juego de Red Barrells nos dice que si disfrutamos con la ultraviolencia, estaremos como en casa. La obra de Ninja Theory dice que ojo si sufrimos psicosis o somos sensibles a ella, ya que el juego nos pondrá, constántemente, a pasear sobre la cuerda de nuestros límites. Y, ciertamente, no es una advertencia que carezca de significado, ya que jugar con cascos a Hellblade es una de las mejores experiencias que tendréis con vuestra Xbox One. Las voces de la cabeza de Senua orbitan la nuestra. Están a nuestro alrededor y no se callan en casi ningún momento, logrando ponernos de los nervios en ocasiones (cuidado si tenéis ansiedad, porque se pasa mal), pero también que conectemos con la joven.
Hay juegos que ponen al protagonista en situaciones difíciles o le hacen llorar buscando, de manera bastante burda, que sintamos pena y nos identifiquemos con el. Hellblade lo hace de forma mucho más inteligente. Esta »locura» se traduce en un elemento narrativo imponente, pero también tiene su parcelita a nivel jugable. No voy a entrar en lo de la »permadeath», ya que todo el mundo sabrá qué es a estas alturas, pero no quiero fastidiarle la experiencia a nadie que llegue de nuevas a Hellblade sin que le hayan reventado la sorpresa. Solo diré que la psicosis de Senua, además de como elemento narrativo, también sirve como mecánica.
Ahora bien, ¿cómo se juega a esto? Es bastante sencillo, en realidad. Aunque Hellblade tiene elementos de exploración, el juego es bastante pasillero y casi siempre debemos ir hacia adelante para continuar la historia e intentar salvar a Dillion. Por el camino encontramos algunos puzles, todos contextuales y perfectamente integrados en el escenario, que juegan con la psicosis de la protagonista en algunas ocasiones (de nuevo, una mecánica gracias a dicho trastorno).
Y, claro, también combatimos. La variedad de enemigos no es demasiado alta y, realmente, los combates no son nada del otro mundo. Tenemos la posibilidad de atacar ,pudiendo sumar combinaciones de golpes acrobáticos realmente estéticos, y de esquivar, algo muy útil cuando nos enfrentamos a más de un enemigo. Se ha hablado mucho del combate, que si está vacío, que si no es difícil… y es verdad, podría haber dado más de sí, sobretodo viniendo de juegos como Heavenly Sword o DmC, pero contextualmente están muy bien resueltos y, además, son divertidos y satisfactorios.
Si escucháis este vídeo con un buen sistema de audio, notaréis lo que comentaba sobre el sonido.
Rompen con toda la tensión narrativa que hay entre combate y combate y, además, juegan con la mencionada muerte permanente que comenté hace unas líneas. Ciertamente, podrían haberse complicado mucho más, con complejas combinaciones, pero no hacía falta. Además, estos combates nos dejan disfrutar de otra gran virtud del juego, el sistema de captura de movimientos.
No se suele hacer, lo de mencionar al actor o actriz responsable de los movimientos en un personaje (a no ser que sea la cara de alguien muy reconocible), pero en este caso, es obligatorio. Melina Juergens es Senua, tanto como Senua es Melina. Juergens era una de las encargadas de vídeo del estudio hasta que se puso el traje para probar una serie de cosas y, como suele decirse, el resto es historia.
Ella ha realizado los movimientos (además de poner voz y rostro) de Senua y esto es algo que se nota en el juego. Estamos, sin duda, ante uno de los personajes más humanos de un videojuego. No solo por el realismo de sus animaciones y expresiones, sino porque suele haber pocos movimientos que nos saquen de esa realidad (excepto en combate). Ver a Senua hablando, pestañeando o retorciéndose de dolor es un auténtico gustazo gracias a las actuaciones y a un apartado visual de infarto.
Ninja Theory ha conseguido exprimir el motor Unreal Engine y, aunque el juego tiene truco por el tamaño de los escenarios o la cantidad de enemigos, está claro que consigue ser de lo más resultón. La iluminación está muy lograda, las texturas son una delicia y los primeros planos de Senua son para enmarcar. La joven transmite vida, pese a todo el dolor y muerte que impregnan el videojuego, y eso es un logro tremendo.
La guinda la pone la música, una banda sonora minimalista que destaca por el diseño sonoro que comentamos al comienzo de este análisis de Hellblade para Xbox One X. ¡Ah! hablando de One X, en la consola de Microsoft hay tres modos de imagen. Uno que potencia los gráficos, otro que mete un impulso de resolución y otro que mejora la tasa de frames. Yo me quedo con el modo »gráficos», ya que los combates se juegan muy bien y no son tan exigentes como para necesitar una tasa por encima de 30.
Eso sí, tengáis la consola que tengáis, Hellblade merece ser parte de vuestra colección. Es cierto que no es muy largo (unas 8 horas) ni rejugable en absoluto, también el combate os puede parecer »de broma», pero la experiencia es inigualable y solo por disfrutar de la actuación de Melina y el diseño sonoro, vale la pena cada euro. Debería haber más obras como esta, pero claro, se tarda mucho tiempo en forjarlas y, además, son arriesgadas.