Hay quien cae en el error de pensar que los juegos de estrategia no son lo suyo. Seguramente, muchos lo asocien a propuestas de corte bélico en las que combatir entre ejércitos y gestionar recursos militares. No es así. Actualmente, el género se ha diversificado tanto, que su antigua concepción no deja de ser eso: antigua. Inkulinati es la muestra perfecta de ello, y uno de los juegos más gamberros a los que he tenido ocasión de jugar en los últimos tiempos. Yaza Games ha sabido dónde apuntar con la flecha y disparar directo a sacar una sonrisa al jugador. De esta manera, no solo nos encontramos ante un reto, sino también ante algo divertido.
Análisis de Inkulinati para Xbox Series X
Los primeros minutos en Inkulinati parecen abrumadores. Nos encontramos ante un juego de estrategia por turnos con cierto componente rogue, que además se sustenta en un sistema de juego muy particular. Nivel tras nivel, nuestro objetivo no es otro que acabar con las tropas enemigas, haciendo uso de las nuestras propias. Sin embargo, componentes como la tinta, el aburrimiento, los eventos aleatorios o los capítulos pueden darnos la sensación de estar recibiendo demasiada información. No es así. Bastan apenas un par de partidas para darnos cuenta de que el juego nos está llevando de la mano, presentando todas sus particularidades con calma, y aderezándolas con grandes toques de humor. Aprovecho ya para comentar que la traducción al castellano no deja de ser arte, sobre todo si os encontráis cerca de los 20 o 30 años. Frases de la cultura popular española han sido añadidas sin vergüenza ninguna, y realmente funciona.
Es bien sabido que las propuestas indie necesitan de algo que las diferencia frente a la gran cantidad de lanzamientos que encontramos prácticamente todos los días. Por suerte, Inkulinati se vale de unos cuantos recursos. Uno de los apartados más llamativos es el artístico. Este sigue la tendencia que pusieron de moda otros juegos como Pentiment o Saga of Sins. Es decir, un dibujo a mano con fuerte componente medieval y muy colorido, casi de cuento infantil. Este se mezcla con el realismo, como ocurrió con Mr. Coo, y encontramos elementos como manos o jardines, que parecen sacados de una fotografía. Así, la mezcla es de lo más curiosa, pero además esta tiene también sentido narrativo.
La ruptura de la cuarta pared
Ser un Inkulinati implica encarnar a algo así como a un creador. Uno que tiene la capacidad de alterar su entorno conforme a unas reglas. Puede mover tropas, dibujar nuevas, se aburre (afectando así al desempeño de la partida) o se enfrenta a otros como él. El jugador encarnaría ese rol, tomando todas las decisiones correspondientes, acumulando tinta, evitando el aburrimiento, etc. Pero no solo eso, Inkulinati tiene una gran cantidad de aspectos de los que estar pendientes como es el funcionamiento de las tropas, puesto que hay de distintos tipos, o la zona en la que se encuentra. En ese sentido, para aquellos que hayan jugado a Darkest Dungeon, el sistema de juego les puede resultar algo familiar. En este caso, es cierto que tenemos más amplitud de movimiento, pero podría ser un punto de partida.
Bien, una vez comenzamos un nivel, este se dividirá por capítulos (equivalentes a turnos). Lo primero sería desplegar a las tropas, haciendo uso de la tinta que tenemos disponible. Como ya podéis imaginar, cada tipo de soldado tiene un coste diferente, y a lo largo de la partida, podremos conseguir más. No voy a pararme en todos los detalles de juego, pero sí que quiero señalar que, pese a sus múltiples acciones, es fácil de entender, y adictivo. Pronto, nos veremos inmersos en ese sistema estratégico en el que nuestras unidades pueden moverse, atacar, empujar a los rivales para lanzarlos al vacío, meditar para aumentar su precisión, o destrozar elementos del entorno, que pueden ser beneficiosos o perjudiciales.
Una vez tenemos colocadas nuestras tropas y decidimos atacar, entra en juego una especie de ruleta en la que, en función de la posición en la que caigamos, el daño que hacemos será más poderoso o no, por lo que también hay cierto factor de suerte que hace que cada partida se pueda desarrollar de una forma u otra. También os he hablado antes de fenómenos aleatorios: conforme se suceden los capítulos (y en un intento de acelerar la partida) irán apareciendo sucesos como el fuego infernal, que se sitúan en determinadas «casillas», y que nos pueden afectar tanto a nosotros como a los rivales.
Los propios desarrolladores hablan del ajedrez como referente, y en cierta medida podríamos definirlo así: un ajedrez interactivo y vivo en el que tenemos que acabar con nuestro rival.
Simple, adaptativo y adictivo
Se mire como se mire, Inkulinati es una sorpresa. En cierta medida, podríamos decir que incluso es una propuesta minimalista. Es decir, ofrece un concepto muy claro, con unas mecánicas que van progresando de forma paulatina, y se hace eco de unos recursos limitados, pero muy bien aprovechados. No hay una narrativa especialmente extensa, pero sí personajes tan divertidos como la propia Muerte, que a través de unos diálogos desternillantes, nos van acompañando, y fomentan la progresión y la necesidad de avanzar para el jugador. Lejos de estancarse, consigue renovarse de forma constante, pero sin alejarse del concepto estructural del juego. Es curioso, ya que recientemente tuve la misma sensación de adicción con el Queen’s Blood de Final Fantasy VII Rebirth.
Con todo, Inkulinati no es una propuesta que se alargue de forma interminable. Podemos completar su campaña en torno a la 10 horas, y después cuenta con 26 logros (de los cuales muchos iremos desbloqueando a lo largo de la historia), que hacen que la experiencia completa se extienda a unas 15-20 horas. En mi opinión, es una extensión perfecta para un juego de estas características: ofrece algo bien definido y no peca de ambicioso.
Conclusiones – Análisis de Inkulinati
A estas alturas, ya podréis imaginar que este es un juego totalmente recomendado y capaz de adaptarse a toda clase de jugadores. En mi caso, no soy una experta en los juegos de estrategia (aunque sí de cartas), y he disfrutado como la que más. Por lo tanto, os recomiendo de forma inequívoca echarle un vistazo, dado que se esfuerza por presentar un concepto innovador, bien pensado, y pulido. Huelga decir que la Xbox puede con el juego más que de sobra. No estamos ante un portento gráfico, pero sí artístico. Es destacable la capacidad de ofrecer diversión, a veces también con la toma de decisiones por parte del jugador, y su buena localización. Porque sí, no solo tenemos poder dentro de las partidas, sino que fuera también podremos gestionar recursos como los talentos (algo así como habilidades pasivas) o elegir nuevas tropas, de ahí que os comentara cierto componente rogue, ya que de nosotros puede depender el curso de ciertas situaciones. Por ejemplo, si nos encontramos un comerciante, podemos cuestionar su buena fe y así ganar más prestigio, que hará que se desbloqueen nuevos rasgos conforme lleguemos a una cantidad. Si no, podemos fiarnos de él, adquirir alguna mejora temporal e inmediata, y continuar. Vamos, que podemos elegir la recompensa ahora o una a largo plazo según el tipo de jugador que seamos.
Todo ello enriquece y personaliza la experiencia, y hace parte al usuario del juego desde el primer momento. Muchas de las decisiones tomadas podrían haber destacado por su disonancia con el resto de apartados, pero lo cierto es que a veces es como si nos encontrásemos en una escena de Shrek, que combina lo medieval con el tono gamberro más actual. Un acierto sin duda este Inkulinati.