Afrontar el análisis de NieR Automata en Xbox One (a partir de ahora, Nier Automata, si la »R» mayúscula) es complicado. Y lo es por tres motivos. Ya ha salido antes en PS4 y PC. Ya me lo pasé en su día y, además, es muy complicado hablar de un juego que se basa en la historia sin caer en los spoilers.
Y es que, destripar cualquier mínimo detalle de un título como Nier Automata debería ser delito y, por eso, me andaré con pies de plomo en este análisis, aunque sí me tomaré una licencia como texto que llega más de un año después del lanzamiento original y unas semanas tras el lanzamiento de la versión de la consola de Microsoft.
De hecho, recomiendo leer los análisis de Nier Automata tras haber completado el juego, al menos la primera vía, ya que, si no habéis leído nada sobre el mismo y no teníais ni idea del argumento de esta obra de arte, lo mejor es afrontar la experiencia como muchos hicimos en su día.
Y sí, el lanzamiento en One es una segunda oportunidad para quienes ya lo completamos, así como la oportunidad perfecta para quienes no habéis podido jugarlo en otras plataformas y queréis descubrir uno de los mejores juegos (tirándome a la piscina) de la década. Sin más, vamos con el análisis de Nier Automata en Xbox One.
Goria [A] la humanidad
– Sin spoiler, pero no leer si no queréis saber nada –
El punto de partida de Nier Automata no podía ser más simple. Los extraterrestres han invadido la Tierra usando máquinas como brazo ejecutor y la humanidad, que estaba perdiendo la guerra, formó un refugio en la Luna y fundó una base de androides que combatieran por ellos.
La historia de Automata comienza con un grupo de androides bajando al planeta. Poco después solo quedará uno, 2B, una androide de combate que se encuentra con 9S, su compañero (y perteneciente a la clase de explorador). Ahí comienza una relación mágica entre ambos que se irá forjando a través de las 15 horas de la primera partida, más o menos y dependiendo de lo que hagamos, en la que descubriremos que bajo la superficie del planeta hay mucho más de lo que parece.
Ojo, de la superficie del planeta y del propio juego, ya que la aventura nos hará conocer a personajes secundarios memorables, tanto del bando de las máquinas como de los propios humanos y YorHa, los androides. Cada personaje tiene su personalidad, los hay con carisma en cada bando e, incluso, empatizaremos con los principales enemigos, que no son las máquinas.
La filosofía, las cuestiones sobre la mente, lo que nos hace humanos y sobre el poder del amor son temas recurrentes en Automata en cada una de las cinco líneas argumentales que debemos superar para completar el juego. Y a esta riqueza narrativa se le suman unas mecánicas variadas, marca de la casa de Platinum Games.
– Fin de los spoiler –
La [B]rutalidad Androide
Sí, si la historia la firma el excéntrico Yoko Taro, los sistemas jugables debemos atribuírselos a Platinum Games. El juego comienza como un juego de naves de scroll vertical, pero pronto cambia a un shoot em up, lo que da paso a secuencias de acción en tierra firme controlando al androide directamente, pero esto se liga con niveles con cámara fija en los que tenemos una perspectiva más 2.5D, lo que enlaza con una nueva fase de naves en la que los enemigos nos rodean y no llega a ser un twin stick, pero casi…
Como veis, hay muchas mecánicas jugables diferentes en un ejemplo casi perfecto de cómo combinar distintos géneros para crear algo con personalidad y que, además, funciona de maravilla en cada faceta. Es decir, las fases a lomos de nuestro mecha funcionan, pero también lo hacen los niveles (la inmensa mayoría del juego, para qué engañarnos) en los que estamos caminando por el páramo o la ciudad desolada con 2B y vamos quebrando enemigos a diestro y siniestro.
En este sentido, el combate no tiene la profundidad del de un Bayonetta, por ejemplo, pero sí tiene esa »finura» de Platinum Games. Tenemos un botón para atacar con el arma ligera, otro para la pesada, el de salto, el de esquivar y los gatillos los usamos para controlar a POD, nuestro asistente y arma a distancia. ¡Ah! Como pelearemos durante varias decenas de horas, Platinum ha tenido el detalle de dejarnos personalizar los controles para hacer la experiencia lo más agradable posible.
Hablaba de las »filigranas» de Platinum, y me refiero no ya a los combos, que los hay, sino al dejar mantenido un ataque durante unos segundos para crear nuevos movimientos. Introduciendo esto en cualquier orden en una secuencia de combos, logramos que los personajes hagan nuevos combos y ataques que no solo resultan espectaculares, sino que son más devastadores, algo esencial contra cierto tipo de enemigos.

No hace falta superar el Nier original, pero si lo hacemos encontraremos guiños a mansalva.
Y, lo mejor, Platinum consigue que Nier sea un auténtico baile de destrucción en el que es una delicia participar cuando varios enemigos nos rodean y tenemos a nuestra androide con los circuitos cargados. Sí, a medida que avanza la aventura, y tras un looteo considerable, quizá lo peor del juego al hacer de recadero más de lo deseable, conseguimos materiales y la posibilidad de comprar armas mejores y nuevos chips de combate.
Para mejorar a la protagonista, debemos introducir una serie de chips (de combate, defensa o curación) en unas ranuras en las que hay un espacio finito. El HUD y otros elementos básicos del juego también ocupan un lugar en esas ranuras, por lo que debemos tener cuidado con qué quitamos y, sobre todo, con qué ponemos para hacer que la experiencia sea mejor.
Esto abre un océano de posibilidades jugables. ¿Queréis que 2B se cure con cada paso? Puede hacerlo. ¿Queréis que se cure al esquivar o que active una especie de tiempo bala? También. ¿Queréis derivar toda la potencia al ataque? Sin problema. Como las posibilidades son tan ricas, Platinum nos deja configurar tres ranuras diferentes para afrontar las situaciones como queramos.
Esto hace que el combate sea más profundo, algo que disfrutaremos, sobre todo, cuando nos pasemos el juego dos, tres, cuatro… o cinco veces.
Primera parte y se[C]uela, todo en uno
Y es que, además del combate, la historia y el apartado artístico, que ahora lo veremos, donde destaca Nier Automata es en la concepción de la partida como algo que no acaba, sino que abre nuevas puertas. Hay muchos juegos que nos animan a rejugarlos buscando secretos o para disfrutar del New Game Plus. Nier Automata hace eso en la segunda vuelta, pero abre un camino radicalmente diferente en la tercera vuelta (y, aún así, no habremos completado el juego… del todo).
Completar Nier Automata nos llevará cinco vueltas, y aunque parezca exagerado leer esto, es totalmente necesario hacerlo para entender la magnificencia de este juego, la complejidad de la cabeza de Taro y, sobre todo, entender por qué la gente se refiere a Nier Automata como uno de los juegos especiales que ven la luz cada muchos años.
Además, no solo hablamos de historia. Hay un par de mecánicas que se desbloquean en las partidas sucesivas y que, realmente, parece mentira que así sea teniendo en cuenta lo impepinablemente buena que es. Si continúo, entraría en el terreno de los spoilers, y apetece continuar, pero es mejor que lo descubráis vosotros mismos. Solo un aviso: no os arrepentiréis y completar el juego »entero» (con las cinco vías principales) llevará »solo» unas 30 horas. Vale la pena.
Como caído [D]el cielo
Si por todo lo demás, Nier Automata ya era una obra maestra, el apartado audiovisual la eleva a otra categoría. No hay palabras para describir una banda sonora impecable con temas tanto en inglés como en japonés que nos acompañan durante los momentos más memorables de la aventura y que, tras pasar por escenarios decenas de veces tras los cinco viajes que debemos realizar para conocer la verdad, se quedan grabados en nuestra memoria como un chip de ampliación en la placa de 2B y 9S.
Las composiciones, obra de Keiichi Okabe, no solo son variadas, sino que nos harán soltar una lágrima meses después de haber completado el juego. Por ejemplo, no diré la escena, reviviendo la aventura en Xbox One es complicado no contener la emoción cuando visitas cierto lugar y empiezan a sonar las melodías, primero una sola voz, luego más, que sabes que preceden a un momento importante.
Los coros son tan espectaculares como las más minimalistas, y todo juega a favor de un apartado artístico que se ve complementado por una gran atención por el detalle. Sí, la paleta de colores es demasiado gris/verde y las texturas dejan mucho que desear, pero el diseño visual, así como el modelado de los enemigos y personajes, tanto principales como secundarios, es magistral.
Se ve a la legua que es un juego »japonés», ya que utilizan técnicas que no abundan en occidente en pos de una mayor definición de texturas, dando ese aspecto de »texturas planas» que en tantos juegos nipones hemos visto, pero desde luego, te olvidas de eso en cuanto empiezas a correr por un mundo desolado que resulta de lo más creíble.
No es de los juegos que entran por los ojos, eso está claro. Las virtudes en lo artístico son otras, y cuando estáis entrando al videojuego, son unos potentes lazos que os atan al mismo y os hacen entrar en el universo de Yoko Taro.
Una [E]xperiencia única
Si habéis llegado hasta esta parte del análisis de Nier Automata, ya sabréis que es uno de esos juegos especiales por muchos motivos. Hay pocas cosas iguales no solo en esta generación, sino en la propia industria. Para definirlo en pocas palabras, podríamos decir que se trata de una auténtica chaladura por la que debemos dar gracias (a Square por pagar el desarrollo y a Platinum por plasmar las ideas de Yoko Taro).
Si me extiendo un poco más, solo puedo decir que Nier Automata es uno de esos juegos que hay que jugar una vez en la vida (completo) para entender por qué este medio es tan grande, por qué diferentes artes se ponen al servicio de la diversión y, cuando hay que ponerse serios, intentan tocarnos la fibra. También hay que jugarlo para entender a uno de los incomprendidos de la industria, pero también si queremos emprender un viaje que muy pocos juegos pueden darnos.
Pero, sobre todo, hay que jugar Nier Automata porque es de los juegos que hacen que termines la partida y te plantees si jugar a otro videojuego en toda tu vida, ya que nada podrá equipararse nunca a esto. Y son esos los que hacen que amemos el medio, y los que se cuentan con los dedos de una mano.