Análisis de Oniken: Unstoppable Edition. Al comienzo de la presente generación, el mercado indie y de los desarrollos de bajo presupuesto vieron como la distribución digital en videoconsolas les abría una puerta con acceso directo al gran público. No es cierto que los juegos de estética retro nacieran al principio de la octava generación, PC albergó antes multitud de estos desarrollos y Steam les dio la plataforma a la que llegar a más público.
Concretamente en PC vio la luz hace siete años Oniken, este juego nacido del estudio brasileño Joymasher y aceptado en su momento dentro del polémico programa Greenlight de Steam. Un juego de marcado estilo de 8 bits siguiendo una fórmula clásica de juego slasher similar a Strider, Ninja Gaiden o Shatterhand.
El pasado 24 de diciembre Oniken: Unstoppable Edition llegaba a Xbox One después de haber llegado a Switch en febrero de 2019 de la mano de Digerati, una distribuidora especializada en el mercado indie que ha traído a la consola de Microsoft otros títulos como Fall of Light: Darkest Edition.
Oniken: Unstoppable Edition tiene lugar en un futuro postapocalíptico, la humanidad ha sido prácticamente destruida por una guerra mundial sin precedentes. Esos pocos humanos que han logrado sobrevivir están siendo oprimidos por una armada cibernética conocida como Oniken. Pero esto no detiene a la raza humana que ha creado una pequeña resistencia liderada por el general Zhukov y que intenta defenderse de los Oniken, sin embargo, estas fuerzas consiguen sobrepasar a la débil resistencia humana.
Como solución final tenemos a Zaku un legendario mercenario ninja, con un pasado desconocido el cual se cree que es el único capaz de detener a las fuerzas de Oniken, como si de Solid Snake en el primer Metal Gear Solid se trataram nuestro héroe es abordado por Zhukov y se le pide que se una al movimiento de resistencia contra las fuerzas robóticas, viéndose Zaku en cierta forma obligado a unirse a la lucha.
Bajo esta premisa iremos superando cada una de las seis pantalla de las que Oniken: Unstoppable Editon se compone, con un argumento lejos de ser brillante, Oniken consigue ser lo que se propone en este campo: un homenaje a los juegos de NES y Master System de la década de los ochenta y los noventa. De hecho, si nadie te lo dijera, a simple vista no podrías distinguir si estamos ante un desarrollo nuevo o un juego de la época.
Cargado de referencias jugables a los títulos del momento y repleto de guiños al cine de la época como Terminator o Soldado Universal, Oniken: Unstoppable Edition es un título que hará las delicias de los amantes de aquella época y de los 8-bits.
Las acciones que podremos realizar a lo largo de nuestra aventura son de lo más simples, atacar, movernos en cuatro direcciones, saltar, colgarnos, agacharnos y lanzar algunos objetos son todo lo que vamos a poder hacer en nuestro periplo. Sin embargo, el sistema de control no está todo lo pulido que pudiera ser deseable, en ocasiones es difícil determinar correctamente la dirección de nuestro personaje, especialmente en momentos de acción intensa.
Pero lo más molesto en este punto es el hecho de que, cuando equipamos algún tipo de granada que pueda ser lanzada, el sistema de control entra en conflicto consigo mismo, la combinación de botón de dirección arriba que ha sido configurada para ello es imprecisa y en muchos momentos incómoda de usar.
Los saltos y las plataformas cumplen, con una buena precisión a la hora de ser ejecutados. Resulta conveniente jugar Oniken: Unstoppable Edition con la cruceta de nuestro D-Pad en lugar del stick de dirección, puesto que movimientos como avanzar y agacharse entran en conflicto en determinados momentos, algo que no querrás que te pase en este título. Realmente no quieres que esto pase en ningún juego, pero en Oniken: Unstoppable Edition penaliza mucho más, porque este título es un juego difícil, copia su estilo retro no solamente en su diseño y mecánicas, también en aquella endiablada dificultad de los juegos de la época.
Con una barra de salud que disminuye rápidamente, enemigos que atacan sin descanso y patrones complicados de aprender, tendremos que repetir muchas veces cada una de sus misiones hasta poder completarlas con solvencia. Se agradece mucho este reto, sin embargo, y como he mencionado anteriormente, tendremos la impresión de que los controles nos están jugando una mala pasada.
Con seis niveles más uno secreto en los que tendremos que solventar hasta tres etapas para lo que contaremos con tres vidas y continuaciones infinitas en caso de morir, el juego tiene una duración que se nos antojará algo corta al final de la aventura. Salve aquí que, al morir, volveremos al comienzo del nivel. Un arduo camino hasta el jefe final de cada pantalla que se ve aderezado de momentos reseñables como carreras de motos en el agua, osos polares que nos acechan, enormes mechas que ocupan casi todo el escenario y un modo berserker que se activa en momento puntuales.
En su esfuerzo por asemejarse a los juegos de la época, Oniken: Unstoppable Edition emula en su apartado visual las famosas líneas de las pantallas de tubo con las que se jugaba, e incluso se atreve deformar ligeramente la imagen en los laterales emulando la forma de las teles de tubo. Destaca que para contarnos la historia se ha recurrido a imágenes estáticas en pantalla con pequeños textos en castellano, algo que sigue siendo fiel a su esencia.
En cuanto a la música, el estilo chiptune es el predominante como era de esperar- Sin embargo, la calidad de las composiciones deja que desear tornándose rápidamente repetitivas y machaconas. Los efectos de sonido no pasan de ser correctos en un título que llega sin voces y con textos en castellano en una traducción que dista de ser la mejor del mercado pero que será suficiente para comprender lo que se nos quiere contar.
En definitiva, Oniken: Unstoppable Edition resulta ser un buen guiño a la generación de juegos de plataformas en 8-bits con una dificultad alta para los estándares actuales. Este punto puede hacer las delicias de los más nostálgicos. Sin embargo, la falta de pulido en los controles y su escasa duración restan demasiado en el global de la experiencia.