Varios han sido los contactos que he podido tener con Ori and the Blind Forest durante los últimos meses, algo que debería calmar las ansias por el juego pero que, de una manera extraña, solo conseguía que tuviese más y más ganas de tener en casa esta experiencia de Moon Studios.
Ori and the Blind Forest es uno de esos juegos que podemos clasificar como ‘especiales’ dentro de nuestra juegoteca, uno de esos juegos que no dejará impasible a nadie y, sobre todo, un juego para los jugadores experimentados que quieran sufrir durante la aventura. Estamos ante uno de los exclusivos de Xbox más potentes del año y, realmente, uno de los más difíciles de analizar. El análisis de Ori and the Blind Forest no hará justicia al juego, ya que es algo que hay que jugar para apreciar en todo su esplendor aunque, como siempre, intentaré trasladaros lo mejor que pueda mis sensaciones en el análisis de Ori and the Blind Forest.
Conócete a ti mismo, Ori
Como siempre intentamos en SomosXbox, el análisis de Ori and the Blind Forest estará libre de spoilers aunque hay que aclarar una cosa. Ori es un juego que ‘juega’ con nosotros desde la introducción, presentando un contexto y una historia que prometen profundidad y emotividad. El prólogo es uno de los mejores que hayáis vivido en mucho tiempo, con una gran carga sentimental cuando Ori llega en forma de esfera de luz movida por el viento a las manos de Naru, esa especie de oso y oso perezoso con cara blanca que rezuma amor por los cuatro costados desde que la vimos comiendo manzanas en el primer trailer.
Ori es un hijo de la Luz, algo muy especial que, lógicamente no pertenece a Naru, quien ha cuidado del pequeño zorrito blanco desde que llegó a sus fuertes brazos y donde han convivido creando fuertes lazos en una de las praderas de Nibel, el bosque mágico donde se desarrolla la historia.
Sin embargo, estos lazos surgidos del amor no durarán para siempre, ya que la desesperación, la envidia y la maldad asolarán el bosque, dejándolo ciego y sin posibilidad de rehabilitación de forma autónoma. En este momento, Ori tendrá que tomar la decisión más importante de su vida, la decisión de encontrarse a sí mismo, de despertar todo su poder y de vencer a la desesperación y la amargura liberando al bosque de las garras de Kuro, la representación de estos males y viajando a zonas remotas para liberar los tres elementos que dan vida al bosque: agua… viento… y fuego.
Ori, repito, juega con nosotros ya que, tras este inicio que puede sugerir una historia potente, la misma pasa a un segundo plano, recordándonos en algunos puntos cuáles son las motivaciones que nos instan a avanzar. No consideréis esto negativo, como un »la historia se desvanece», porque no es así. Ori consigue transportarnos a un mundo mágico, un contexto apabullante como pocos hemos visto durante los últimos años y, una vez que estamos allí, esa potencia narrativa que esperamos se hace a un lado para dejar paso al verdadero protagonista de la experiencia: una jugabilidad de las mejores que he tenido la suerte de disfrutar.
Metroidvania en el bosque mágico
Una vez sabemos quienes somos y lo que nos mueve a avanzar y despertar al bosque de su letargo, es turno de ponernos manos a la obra para que ello suceda. Es ahí cuando descubriréis el gran secreto de Ori: su tremenda, adictiva, pulida y exigente jugabilidad.
Y es que, de un modo u otro, la jugabilidad del título que tenemos entre manos ha quedado eclipsada en los trailers por el tremebundo apartado audiovisual de esta obra, algo que es normal, como veremos en su apartado correspondiente, y algo que servirá para sorprendernos cuando Ori empiece a funcionar.
Los primeros compases de la aventura sirven para explicarnos para qué vale cada cosa, como los diferentes orbes. Por un lado tendremos orbes de vida (verdes), los cuales, lógicamente, nos permitirán recargar nuestra barra de salud y, si conseguimos orbes importantes, aumentar la misma de forma permanente. Cuidado, porque la vida no se regenera a no ser que consigamos orbes de vida de los pequeños, los que ‘sueltan’ algunas plantas y elementos en el escenario.
Por otro lado tenemos los orbes de luz, los azules. Estos orbes tendrán varios usos, desde la posibilidad de utilizar, cuando está cargado, habilidades potentes de destrucción hasta la posibilidad de abrir puertas secretas y crear puntos de guardado, algo que podremos hacer siempre que no haya un enemigo cerca y que debéis tener presentes, ya que el juego no tiene autoguardado, por lo que si os pasáis una zona difícil tras muchos intentos y morís, que os va a pasar, y mucho, tendréis que volver a repetir dicha zona hasta el punto de control que vosotros mismos creasteis.
El tercer grupo de orbes son los naranjas, los que recogemos cuando matamos enemigos y algunos que encontramos diseminados por el escenario, servirán para ganar puntos de habilidad que podremos gastar en tres ramas de habilidad diferentes: apoyo, ahorro y combate, dotando a Ori and the Blind Forest no de elementos de RPG, no es tan profundo, sino de una sensación de evolución del personaje que le viene muy bien.
Esa misma sensación de evolución vendrá marcada de manera obligatoria en el juego mediante árboles de espíritus caídos, troncos luminosos en los que conseguiremos una habilidad predeterminada, como el doble salto, la posibilidad de trepar, el ‘golpe’ (es algo que tiene muchísimo juego), devolver los proyectiles, poder nadar en aguas cristalinas, etc. Todas estas habilidades se irán sumando a nuestro arsenal y aumentarán significativamente la dificultad del título conforme avancemos, ya que habrá momentos en los que será preciso utilizar varias de seguido para avanzar por una fase y si fallamos moriremos, así de simple.
Ori and the Blind Forest es una alegría para el jugador experimentado, como dije al comienzo del análisis, ya que en ningún momento sentiremos que se repiten las mecánicas debido a la evolución de las habilidades de nuestro personaje. Es, además, un título muy exigente en lo que a su faceta plataformera se refiere. Los saltos muchas veces están medidos, hay momentos donde no hay lugar para la duda a la hora de realizar una acción, tendremos que encadenar el ‘golpe’ con el doble salto y el impulso sobre un proyectil de un enemigo, tendremos el oxígeno justo para llegar a cierta zona y, en todas esas ocasiones, si nos entretenemos moriremos. No tiene selector de dificultad pero, claro, no lo necesita, ya que, aunque difícil, es gratificante como pocos juegos consiguen ser, toda una experiencia a nivel jugable.
En cuanto al nivel de ‘acción’ pura y dura, hay algo que puede ser motivo de discusión sobre el acierto de su mecánica o no, esto es el ataque por defecto. Durante la aventura nos acompañará una pequeña mota de luz que atacará a nuestros enemigos de manera automática si pulsamos repetidamente ‘X’. No podremos seleccionar a quién va dirigido el ataque, algo que personalmente no me molesta ya que nos ‘invita’ a usar otras habilidades de Ori pero, claro está, es algo que, de ser diferente, dotaría de mayor profundidad la faceta jugable. Eso si, en mi opinión no es necesario que nos ‘compliquen’ más la vida, ya que el balance entre lo que podemos hacer y los retos de los obstáculos están muy bien balanceados.
Respecto a los escenarios. Ori and the Blind Forest es un juego de estilo Metroidvania, un título de acción y plataformas en 2D que esconde varios caminos que podremos ‘reandar’ cuando tengamos las habilidades necesarias, caminos que nos servirán para obtener secretor y potenciar a Ori al 100%. El título tiene un tamaño generoso, respawn correcto de enemigos tras un tiempo prudencial y caminos creados de forma inteligente. Sin embargo tiene un problema: no hay viaje rápido, por lo que tendremos que realizar una buena caminata sobrepasando obstáculos que ya habíamos superado por, a lo mejor, una sola llave u bola de energía. No es algo tampoco que sume negativamente al título, la verdad, pero estar… está ahí.
Belleza a lo Ghibli
El máximo exponente de Ori and the Blind Forest, lo que captaba la mirada cuando pasabas al lado de su stand, lo que te atrapaba cuando mirabas los nuevos trailers, es su apartado visual cuidado e impecable.
Los parajes de Nibel, con luces, sombras, enemigos en primer plano que se mueven a nuestras espaldas (si, sé lo que he dicho) la luz, los proyectiles enemigos, nuestros propios proyectiles, el agua, el viento, el fuego, los elementos que se rompen, todo luce con una calidad pasmosa muy cercana, por no decir calcada, de una película animada. Si con Rayman, Valiant Hearts o Child of Light teníamos que ensalzar casi de forma obligada al excepcional Ubiart FrameWork, con Ori and the Blind Forest tenemos que quitarnos el sombrero ante el motor Unity, muy popular estos días por ser la herramienta que eligen muchos estudios independientes.
Es realmente asombroso como todo cobra vida ante nuestros ojos, sobre todo hay un par de niveles que os dejarán con la boca abierta aunque, por desgracia, su acción desenfrenada no permitirá observar la belleza de las zonas. Además, Moon Studios han conseguido que el título corra a 1080p y 60 frames por segundo casi sin despeinarse. Digo ‘casi’ ya que hay alguna zona puntual en la que el motor se resiente, con la consecuente caída de frames. Esto, sin embargo, no me ha ocurrido en combate o en zonas de plataformas, sino al pasar a zonas nuevas mientras salta una línea de diálogo o algún ‘bocadillo’ con los pensamientos de nuestra amiga la luz. No es algo demasiado reseñable.
El diseño de los personajes, por otra parte, luce genial, con un tratamiento cercano a los que el famoso y exquisito estudio Ghibli dota a sus criaturas. Su movimiento, además, parece animado a mano por cómo se desplazan y ver a Naru o Kuru es una delicia, por poner unos ejemplos, ya que hay otros enemigos que tienen un buen diseño y una animación muy, muy buena.
Sin embargo, el protagonista, pese a ser muy ‘mono’, no lo encuentro demasiado ‘mimado’ en su diseño. No deja de ser un gremlin bonito y blanco, un diseño algo ‘plano’ a tenor de lo visto en los demás personajes del juego. Aunque, claro está, esto es sólo mi apreciación.
Tócala otra vez
En cuanto a la faceta sonora, Ori es un producto fantástico, tanto en las voces como en los efectos sonoros y, sobre todo, la banda sonora.
No hay muchas voces en Ori, sin embargo la elección es correcta, dando la sensación de vivir un cuento con la voz de nuestro padre y con efectos como los gruñiditos de Ori, la voz de nuestra amiga de luz, los sonidos de los enemigos y el entorno, así como de la naturaleza, con un tratamiento expléndido, no se le puede poner ninguna pega en este sentido.
Donde si que es imposible, nos pongamos como nos pongamos, sacar algo negativo es en la banda sonora original. Cuidada, tierna cuando debe serlo y frenética cuando la acción así lo demanda, acompañando perfectamente a la acción en todo momento y a los momentos de calma y exploración cuando así es necesario. La BSO de Ori es una de las mejores que he encontrado últimamente en un videojuego, al nivel de Wolfenstein (porque no tiene que ser bonita para ser buena) y la de Child of Light, además de ser utilizada tan bien como la de DmC por lo comentado: el excepcional uso dependiendo de la situación jugable.
¿El juego perfecto?
En verdad, es complicado sacarle un punto negativo al juego. Os parecerá el que análisis de Ori and the Blind Forest es demasiado blandito por no hacer otra cosa que explicar el título y alabarlo pero es que no se puede hacer otra cosa cuando encontramos un lanzamiento de estas características.
Un punto que siempre da miedo es la duración, algo que en Ori se sitúa alrededor de las 8 horas para la aventura, dependiendo de la velocidad que llevemos y las veces que muramos, y las 10, aproximadamente, si queremos descubrirlo todo. Todo ello por 20 euros.
Además, jugablemente es toda una sorpresa para quien sólo pensaba que el apartado audiovisual sería la principal baza del título. Ori and the Blind Forest es de lo mejorcito jugablemente que tendréis no sólo este año, sino de lo que llevamos de generación (y, cuando salga en Xbox 360, se convertirá en uno de los mejores, por no decir el mejor, arcade del catálogo).
Audiovisualmente es una delicia, jugablemente no tiene ninguna pega y tiene una duración más que correcta. ¿Cuál podría ser la pega? El no ser demasiado original, ni en planteamiento ni en alguna mecánica sin embargo, cuando un producto está tan cuidado y es tan redondo, ¿a quién le importa que no innove? No todos los juegos están obligados a ello.
Como última curiosidad, hablando con un compañero sobre el título lo comparábamos con Dust an Elysian Tail. No tienen nada que ver en su faceta jugable pero en lo visual si pueden parecerse, además de en la belleza del conjunto. Por ‘profundidad’ del conjunto Dust nos parece mejor juego. Sin embargo, Ori and the Blind Forest es mejor experiencia, un juego mágico cuyas virtudes son difíciles de plasmar en un análisis, un juego de esos que enseñarás cuando vengan amigos a tu casa. No es un RYSE, no es un The Order, es más bonito que todo eso y, sobre todo, mucho más divertido. Es un juego que recordaréis con cariño con el paso de los años.
Por cierto, los textos están traducidos al castellano. Es algo que sobraría decirlo pero que viendo casos como Screamride es conveniente aclararlo.
Felicidades, Moon Studios. En vuestra web tenéis una premisa: »hacemos los juegos que amamos jugar. Esperamos que vosotros los améis también». Tened por seguro que lo habéis conseguido, habéis lanzado el mejor título de la generación.