Tras una primera entrega que sorprendió a todos por su belleza y exigencia, Ori and the Will of the Wisps se pone mañana mismo a la venta con una propuesta totalmente renovada con un la esencia original de la serie, lo que hace a Ori único, aún está ahí, y de la forma más ambiciosa posible. Estamos hablando de un apartado visual de los que marcan escuela y una banda sonora que cuesta olvidar.
Llevo ya unos cuantos días jugando a la versión final de lo nuevo de Moon Studios, gracias a Microsoft, poco menos de tres semanas después de nuestro viaje a Londres del que os traje mis impresiones finales de Ori and the Will of the Wisps. Han sido unos cuantos días intensos, con momentos emocionantes, plataformas imposibles, jefes exigentes y alguna que otra frustración. ¿Habrá merecido la pena? Te lo cuento a continuación.
La luz vuelve a brillar
Que Ori and the Will of the Wisps es un proyecto mucho más ambicioso que el original de 2015 queda patente en los primeros minutos de la aventura, antes siquiera de ponerse a jugar, como quien dice. La primera entrega destacó en su día por contar una emotiva historia de amor en tan solo unos pocos minutos a través de la introducción del juego, algo parecido a aquella mítica escena de UP, esta secuela sigue el mismo patrón y comienza su historia poco después de los acontecimientos del primero, apelando de nuevo a los sentimientos y la empatía del jugador.
En Ori and the Will of the Wisps los protagonistas se multiplican, Ori, Naru, Gumo y Ku, el polluelo de Kuro que nace tras los acontecimientos del original, forman una familia de lo más entrañable. Precisamente, la buhita es una de las piezas clave de esta historia y el lazo sentimental del comienzo de la aventura. Debido a que tiene un hala dañada, no puede volar, pero Ori recurre ingeniosamente a una de las plumas de su madre y comienzan a surcar los cielos hasta que los atrapa una tormenta, se separan y quedan perdidos en el bosque. Habrá que hacer todo lo necesario por juntarlos de nuevo.
La historia principal se cuenta a través de cinemáticas de la misma manera que hacía el original, aunque con más recursos y herramientas que permiten cinemáticas bastante más largas y detalladas. No queda ahí la cosa en materia de narrativa, porque aparte del espectacular y escalofriante enviromental storytelling al que nos tiene acostumbrados la serie, en este caso mucho más maduro y oscuro en líneas generales, en esta ocasión contamos con NPC y misiones secundarias que amplían tanto las horas de juego, como el contexto argumental de su mundo.
Algunos de estos NPC tienen funciones específicas que detallaremos más adelante, pero la función de la mayoría de ellos es hacernos diferentes encargos. Se trata casi en su totalidad de una cadena de favores que se va haciendo cada vez más grande. Es decir, la recompensa de un favor suele ser la solución de otro. Más allá de su sencillez, es un recurso que amplía de manera notable el apartado narrativo y argumental del juego, un añadido respecto al original que hace sentir su mundo mucho más vivo y dinámico.
Pura acción
Puestos a hablar de novedades, la más importante y llamativa de esta secuela a nivel jugable es la drástica y contundente apuesta por la acción. Ya lo comentamos en las impresiones, Ori and the Will of the Wisps deja atrás al combate a distancia con reticencias del original, sustituye el orbe por armas cuerpo a cuerpo y todo tipo de habilidades, y pone este apartado a la altura de sus plataformas, o superior.
Como comentamos, el simple hecho de que Ori cuente en los primeros minutos de juego con una espada es toda una demostración de intenciones de lo que quiere conseguir el equipo de Moon Studios. Un combate cercano, muy espectacular y exigente. A lo largo de la aventura podremos ir consiguiendo nuevas habilidades activas, como un arco espiritual, un poder de curación o la capacidad de imbuir el arma en fuego. La cantidad y variedad es muy superior al original. A parte, escondidos por el escenario hay fragmentos de luz que premian la exploración con habilidades pasivas, o perks, de todo tipo para ajustarse a distintas situaciones.
La versatilidad del sistema de combate es clave en la propuesta de Ori and the Will of the Wisps, porque esta entrega cuenta con jefes finales a los que habrá que derrotar en combate, y no son nada pequeños ni pacíficos. Es una de las piezas clave de su propuesta, y uno de sus mayores aciertos. Los jefes están muy bien diseñados tanto en aspecto como en mecánicas, obligan a adaptarse a cada instante y saber gestionar las habilidades y recursos disponibles. No son la tónica general de la aventura, pero sí nos encontraremos con varios de ellos en momentos clave de su desarrollo.
Salvando las diferencias estéticas, es innegable que Ori and the Will of the Wisps se ha fijado en Hollow Knight para crecer en este sentido. Puestos a aprender, el equipo de Moon Studios se ha fijado en uno de los últimos referentes del género y ha sabido adaptar muy inteligentemente el concepto original de la serie a esta nueva propuesta que pone tanto empeño en el combate.
El progreso de personaje también es diferente, ya que ni todas las habilidades se consiguen de forma natural en el transcurso de la trama principal, ni podremos aumentar su nivel cuando nos venga en gana. Uno de los NPC será el encargado de vender nuevas habilidades y mejorar las ya existentes a cambio de puntos de energía, aunque, las habilidades principales no se pueden mejorar, solo aquellas opcionales que se compran en la tienda. Otro NPC nos brinda la posibilidad de mejorar los fragmentos de habilidades pasivas para aumentar sus capacidades.
Plataformas metroidvania
Que Ori and the Will of the Wisps ponga tanto empeño en su sistema de combate, no quiere decir que sus responsables se hayan olvidado del componente principal del juego, las plataformas. Es más, se da una retroalimentación entre ambos apartados que hace crecer el conjunto de la propuesta, ya que tanto las nuevas habilidades como la progresión del jugador tienen un impacto directo en las zonas de plataformas.
Como buen metroidvania, conseguir nuevas habilidades significa nuevas secciones particulares de plataformas que te obligan a aprender a dominar ese poder en concreto, y abre la posibilidad de recorrer de nuevo el escenario para acceder a zonas hasta ahora bloqueadas. De nuevo, Moon Studios vuelve a brillar en temas de diseño tanto en el conjunto del escenario, interconectado de principio a fin, así como en las zonas de plataformas concretas. Hay niveles realmente brillantes, y complicados.
Esta entrega es igual o más exigente que el juego original en tema de plataformas, aunque ha suavizado la dificultad gracias a un sistema de guardado automático de checkpoints y grabado manual en altares que sustituye al clásico sistema personalizado que podía hacernos repetir todo un nivel por un descuido. Aún así, los momentos de huida y persecución son igual de tensos y exigentes que siempre, toda una prueba para tus nervios. Además, hay que tener en cuenta ahora las batallas de jefes, que tampoco nos pondrán las cosas fáciles.
Para hacer las cosas más llevaderas y tomarse un respiro de vez en cuando, explorar tiene premio en forma de altares de desafíos de habilidad, tanto de combate, como de rapidez a la hora de ir de un sitio a otro en el menor tiempo posible. Completarlos recompensará con mejoras de vida y energía, y nuevos espacios de habilidades pasivas.
Una lección de arte
De igual manera que Ori and the Will of the Wisps ha mejorado de manera notable su jugabilidad, en el apartado técnico y visual sucede exactamente lo mismo. El original pueden presumir aún a día de hoy de ser uno de los juegos más bonitos que jamás hayamos visto, pero cinco años de desarrollo dan para mucho y los chicos de Moon Studios no han perdido el tiempo.
El apartado gráfico de esta secuela toma el testigo del preciosismo del original, pero va un paso más allá a la hora de crear escenarios mucho más detallados, con más planos y matices que ayudan a hacer mucho más realista y creíble el estilo visual de esta propuesta. Por lo general, esta secuela tiene un tono más oscuro y maduro que el del original, algo que estará presente en todos sus apartados.
Todo en Ori and the Will of the Wisps se siente más vivo que nunca gracias a las nuevas técnicas de animación 3D empleadas, y no solo es que Ori cuente con nuevas y mejores animaciones o que los distintos planos del escenario tengan su propio movimiento, es que cuando todo funciona como debería, funciona a 60 fps con una fluidez finísima. Lástima que, sobre todo al principio de la aventura, encontramos tirones y ralentizaciones tanto en Xbox One S, como en X, bastante a menudo. Aunque estos errores pre-lanzamiento esperan estar solucionados el día de estreno con un parche de salida es una lástima que la versión.
Durante mi partida he encontrado unos cuantos bugs que, entre otras cosas, hacían funcionar mal el sistema de guardado o el arranque del juego. Como comentaba, se solucionará mañana con un parche, o debería, y hay que tener en cuenta el hecho de que el juego cuenta con un mundo abierto interconectado sin pantallas de cargar entre zonas, es una propuesta de gran tamaño y exigencia técnica por lo que pueden surgir errores.
El apartado técnico del juego mejora al original en prácticamente todo más allá de las animaciones que comentábamos, como en resolución y calidad de texturas, pero a mí personalmente, una de las cosas que más me ha sorprendido es su sistema de iluminación. El uso de la luz a la hora de construir sus paisajes me parece todo un acierto, y el juego que aporta en ciertas secciones es realmente ingenioso. En definitiva, ayuda a que todo luzca mucho más bonito y realista.
De la banda sonora de Ori and the Will of the Wisps ya hablamos largo y tndido en nuestra entrevista con Gareth Coker, compositor del juego, hace un par de semanas y nos contó detalles tan interesantes como que para esta entrega habían contado con un coro de verdad, más de 70 músicos y el estudio británico donde se grabó la score de Interestellar. Al igual que en la primera entrega, es una de las señas de identidad de su propuesta. La banda sonora original cuenta con piezas magistrales que acompañan perfectamente el juego, ya sea en sus fases de exploración y plataformas, con música más ambiental, o en sus persecuciones y combates contra jefes, cuando demuestra todo su potencial con piezas de una intensidad tan frenética como memorable. En general, al igual que el resto de apartado artístico, la banda sonora tiene matices bastante más oscuros que la original.
Una banda sonora increíble no hace por si sola un apartado sonoro impecable, y es que en este juego los efectos de sonido juegan un papel igual de importante. Personalmente, me encanta el sonido de los mandobles de la espada, por ejemplo, hace que se sienta más creíble. Lo mismo pasa con el resto de efectos.
Conclusiones
Moon Studios ha tardado cinco años en poder ofrecer una secuela a la altura de Ori and the Blind Forest, de hecho, saldrá a la venta el mismo día. El proyecto parecía alargarse demasiado estos dos últimos años y cuando por fin teníamos fecha de lanzamiento, se retrasó unas semanas más. Ahora que por fin lo tenemos en nuestras manos y hemos podido jugarlo, la sensación es que la espera ha merecido la pena. Ori and the Will of the Wisps no solo es una secuela a la altura, es que el equipo austriaco ha conseguido superarse en todos los aspectos.
Ori and the Will of the Wisps no solo es un genial juego de plataformas, ahora es también un increíble juego de acción. La belleza de su apartado visual y su banda sonora esconden una propuesta de lo más exigente y desafiante donde un error te puede costar muy caro, pero que recompensa con momentos de una belleza y frenetismo difícil de igualar. No solo se convierte en uno de los referentes del género y uno de los lanzamientos del año, también en uno de los juegos imprescindibles de todo el catálogo de Xbox One.