Bienvenidos a la región de Ashina, donde la dracogripe campa a sus anchas y donde el señor Miyazaki ha sentado cátedra. 3 años después del lanzamiento del grandísimo Dark Souls 3, Hidetaka nos vuelve a sorprender dando una vuelta de tuerca, de por si ya muy apretada, a toda la formula Soulsborne que nos ha cautivado durante décadas. Ténsate el moño de samurai y afila tu katana que aquí vamos.
Bienvenidos
Nos encontramos en la región de Ashina asolada por las guerras. Lobo, personaje al que encarnamos, tiene la misión de rescatar a su maestro. Para ello deberemos recorrer el Japón feudal y enfrentarnos a grandes y épicas batallas. Y digo Lobo porque esta es la primera diferencia palpable respecto a lo anteriormente conocido. No hay editor de personajes. Pasamos de usar un personaje sin carisma, aunque con la personalidad que queramos darle a un personaje ya con una historia y unas características. Tú no manejas a tu personaje. Tú manejas a Lobo. Y tampoco vas a poder elegir el arma que llevas. Eres un samurai y, como tal, llevarás la katana que todo samurai necesita (aunque apoyada con varios elementos que veremos más adelante). Con todo esto ya empezamos a ver que no es tan Souls como la gente esperaba. Si a esto le añadimos el brazo protésico, la verticalidad de los escenarios y el sigilo, nos encontramos con una fórmula totalmente nueva.
La sombra de la herencia de Miyazaki es muy alargada y quizá en este título sea un problema. Acostumbrados a jugar a sus obras de una manera muy específica, nos daremos con un muro cuando lo intentemos en Sekiro. Y es que no sé hasta qué punto beneficia el haber jugado a sus otras obras maestras. A mi forma de verlo y en mi experiencia, hay que desaprender bastante para volver a aprender las fórmulas que aquí se nos presentan. Aquí ya no se trata de ir a golpear a los enemigos sin ton ni son. Aquí los enemigos se cubren y te plantan cara. Para derrotarles debes quitarle la guardia y es ahí cuando puedes atacar de forma fulminante. Para ello hay una barra indicadora debajo de la barra de vida que se va llenando a medida que les golpeas o bien bloqueas sus ataques. Esto es lo ultimo es lo más efectivo sobre todo con jefes y mini jefes. Los ataques directos apenas les haces daño y eso cuando logras alcanzarles porque te aseguro que se cubren a conciencia. En estos combates, lo mejor es concentrarse en bloquear sus ataques en el momento precioso para que la guardia caiga. Y por cierto, el bloqueo tiene que ser en el momento preciso. No vale con levantar la espada a modo de escudo y dejar que ataquen, no. Por compararlo con algo, sería el equivalente del parry en los soulsborne.
Usa lo que tienes
Tenemos muchas herramientas a nuestra disposición para poder encararnos a los enemigos de maneras my diferentes y, hasta que no aprendamos a darles uso, no podremos avanzar. Para empezar, el sigilo cobra una gran importancia. Enfrentarte de cara a según qué enemigos nunca va a ser la manera correcta, para ello podremos optar por aproximarnos por la espalda agachados hasta que aparece el indicador para ejecutar al enemigo o bien encaramarnos a los tejados para luego saltar encima de él. Esto es más importante aun si cabe con los mini bosses que nos vamos a encontrar a lo largo del juego y que ya te adelanto que son my numerosos y duros. Estos tienen una doble barra de vida pero en la mayoría de las ocasiones puedes aproximarte en sigilo para quitarle la primera sin empezar a combatir.
Esto nos dará una ventaja que no hay que desaprovechar. Pero la lucha merecerá la pena. Estos mini bosses sueltan una recompensa al morir que nos hará subir la vitalidad y el ataque de Lobo. Con 4 de estas recompensas (cuentas de oración) subiremos un nivel, aspecto de vital importancia según vayamos avanzando en el juego ya que la curva de dificultad es bien pronunciada. En Sekiro no hay estadísticas adicionales, otra diferencia con los juegos pasados. Aquí se irá llenando una barra de habilidad según vayamos matando enemigos y se nos van concediendo puntos. Con esos puntos podremos ir trepando en los diversos árboles de habilidades que se nos irán presentando. Algunas pasivas, otras de ataque, que harán que tengamos aún más recursos para usar en nuestro viaje.
Ahora bien, cuidado con morir. Ahora, si mueres, la penalización es bastante alta ya que pierdes la mitad de la habilidad y del dinero que lleves en ese momento. Con lo que cuanto más farmees y más altos sean estos números, mayor será la perdida en caso de fallo (No es lo mismo perder la mitad de 4 puntos de habilidad que de 8). También tienes una posibilidad (del 30% máximo) en la que no pierdas nada pero, ¿para que arriesgar? Ademas de estas pérdidas, puede pasar que los NPCs contraigan una enfermedad llamada Dracogripe, que ya mencionamos al principio. Esto hará que sean menos comunicativos y perdamos lineas de dialogo y se parará el avance de ciertas quests. Por suerte esta enfermedad es curable con una gota de Sangre de Dragón. Basta con una gota para curar a todos los NPCs pero ojo que pueden volver a enfermar si mueres mucho.
Otro añadido a lo ya hablado es la posibilidad de resucitar. Tendrás dos iconos en la parte inferior izquierda de la pantalla que indican las veces que podremos resucitar. Se pueden usar en cualquier momento pero, en el caso de que tengas mas de una, tiene que pasar cierto tiempo para poder usar la siguiente. Y cuando resucitas, los enemigos siguen con la misma vida con la que moriste. Esos sí, apareces con la mitad de la vida con lo que cuídate mucho de tomarte unos momentos para curarte. Dichos indicadores se van rellenando a medida que eliminas enemigos con lo que mi consejo es que los usas siempre que puedas ya que en la próxima ocasión que los necesites, lo más probable es que ya dispongas de ellos (a no ser que mueras muy de seguido).
¡Adelante, gadgeto-brazo!
Para ayudarnos en nuestro cometido, también dispondremos de un brazo protésico que nos será de vital importancia. Para empezar, para subirnos a tejados y sitios elevados desde donde poner en práctica las habilidades aprendidas, ver el escenario de batalla y elaborar un plan. Pero no solo sirve para eso ya que, a lo largo de nuestro camino, encontraremos herramientas que podremos acoplar al brazo y que nos servirá de apoyo. Estas herramientas tienen un coste al usarlas en forma de emblemas que podremos comprar con dinero en cualquier ídolo (el equivalente a la hoguera en Dark Souls). Cada herramienta tiene un cometido concreto y funcionan mejor sobre un tipo concreto de enemigos. Por ejemplo los surikens, que es la primera herramienta que encontrarás para acoplar al brazo, vienen muy bien para los perros que nos encontraremos.
Encontrar el uso concreto de cada herramienta es un plus para avanzar con algo más de seguridad. Todas estas herramientas se pueden mejorar con un árbol específico para el que necesitaremos algunos componentes y algo de dinero. Y puedes llevar en el brazo un máximo de tres herramientas. Pero lo bueno es que puedes cambiarlas en cualquier momento desde el menú de pausa. Sí, has leído bien: en Sekiro tenemos el anhelado menú de pausa que siempre hemos echado de menos en las anteriores obras de Miyazaki. En parte con mucho sentido ya que Sekiro carece de cooperativo. Se puede pausar el juego en cualquier momento para darnos un respiro (que vamos a necesitar sin dudarlo) pero por contra no podremos pedir ayuda a un amigo para que se una a la partida y nos ayude con ese boss que se nos está atragantando. Y este es un punto más de dificultad que se añade a la larga lista: estás solo. Puedes gritar en busca de ayuda pero nadie va a venir a socorrerte. Solo estás tú y el juego.
Los escenarios y diseño de niveles si ya eran espectaculares en las anteriores obras, aquí lo son más. Ahora tienes muchas posibilidades: subirte por los tejados, puedes pasar de ciertos enemigos gracias al brazo y puedes elaborar infinitas estrategias para un mismo objetivo. También hace que la exploración tome un cariz más completo ya que después de limpiar una zona, vas a estar un buen rato buscando recursos. El mapa está lleno de ellos y los que sufrimos de Diógenes digital, necesitamos conseguirlo todo. Grajeas para curarte cuando has agotado la calabaza, fragmentos de porcelana para llamar la atención de los enemigos, ceniza para tirar a la cara y cegarles durante unos valiosos segundos…toda clase de objetos que nos serán de ayuda.
En cuando a salud, nos resultará muy familiar lo que nos proponen ya que es una fórmula muy similar a los Souls. En vez del famoso frasco de Estus, aquí tenemos una calabaza. Y también se puede mejorar. Podremos encontrar semillas de calabaza que le daremos a Emma en el Templo Desolado para añadir mas usos. Hasta donde yo sé, hay 9 de estas semillas repartidas por el mundo de Sekiro. También se puede mejorar la cantidad de vida que restaura con habilidades pasivas de los árboles anteriormente citados.
Técnicamente
Ya estamos acostumbrados a que los juegos de From Software no sean el referente técnico por excelencia. Por eso mismo, sabemos que pedirle y que no. En este caso, el movimiento del personaje se siente ágil y fluido. Sí que es cierto que con muchos elementos en pantalla podremos sufrir ciertos problemas de rendimiento que se manifestarán en molestos tirones, pero no es algo tan frecuente como para clasificarlo de problema. Por lo demás, el juego se mueve bien, sobre todo en One X, como nos han malacostumbrado.
En cuanto a las pantallas de carga, algo muy importante en un juego que mueres infinidad de veces como en Sekiro, son asombrosamente rápidas. Todo esto hace que no pierdas el ritmo ni la temperatura. ¡Que no se te pase el calentón!
Conclusión
Creo que salta a la vista que esto no es un skin de samurais sobre un Dark Souls. Es más que eso. Es un nuevo renacer que hará las delicias de los seguidores de Miyazaki y que solo superarán los que más destreza y paciencia demuestren. Es un juego que penaliza muy mucho los fallos. Un juego donde hay que aprender los patrones de los enemigos a los que nos enfrentamos y en el que hay que evolucionar constantemente para encararnos al siguiente desafío que se nos propone. Y es un juego muy difícil, mucho. En los primeros compases del juego, estaba convencido de que se les había ido la mano con la dificultad, pero no es así. Entendedme, es muy difícil pero nosotros hacemos que lo sea aún más intentando plantarle cara con lo aprendido en las pasadas entregas. Hay que enfocar el juego de otra manera diferente. Mientras no seas consciente de ello, te frustrará más y más. Pero una vez entiendas como hay que jugarlo, lo vas a disfrutar de una forma espectacular. En cada escenario, con cada enemigo, aprendes algo nuevo. Nos es para todo el mundo, pero el jugador al que le gustan los retos, lo va a degustar como se merece. No te engañes. Las sombras no mueren dos veces sino muchas más.