La escena independiente ha ido ganando peso a lo largo de los últimos años y cada vez es más frecuente ver títulos indie aparecer en los grandes medios del sector o incluso obtener reconocimiento en entregas de premios prestigiosas. En ese sentido, el juego que hoy nos ocupa toma elementos de otras obras de bajo presupuesto muy queridas y las hace suyas. Te lo contamos todo en nuestro análisis de Silt, que viene de la mano del debutante estudio británico Spiral Circus y que, a simple vista, recuerda mucho a Limbo por su estética y crudeza y a Abzû por proponernos una aventura cien por cien submarina. Acompáñanos en las siguientes líneas para descubrir qué nos ha parecido.
Hasta el abismo y más allá
Silt nos pone en la piel de un buzo anónimo con la capacidad de poseer a las criaturas marinas y que está buscando goliats, enormes seres submarinos con una poderosa fuente de energía que nuestro protagonista desea obtener a toda costa. El título de Spiral Circus opta por la técnica narrativa de dejar que sea el juego el que hable a través de sus escenarios, su surrealismo (de esta misma forma lo han definido sus responsables) y las situaciones que se van sucediendo. Más allá de un par de líneas de texto al comenzar el juego no volvemos a tener más información escrita o hablada, por lo que ya entenderás por qué lo comparábamos anteriormente con títulos como Limbo, más allá de su estética.
Es precisamente esta estética en blanco y negro la que dota a Silt de una categoría superior. Los fondos, dibujados a mano todos ellos por sus creadores durante el confinamiento por la pandemia, son absolutamente hipnotizantes. No por haberse hecho en otras ocasiones deja de maravillar que dibujos se acaben convirtiendo en un videojuego y podamos nadar sobre ellos. Sin embargo, los elementos de los niveles que no están dibujados y que han sido elaborados con el motor de juego Unity lucen bastante más simples, lejos del acabado y la majestuosidad de los fondos. Sea como fuere, lo cierto es que el apartado visual de Silt le sienta de lujo a una propuesta que apuesta, de hecho, por lo tenebroso y lo lúgubre.
Algo más que estética
Por volver al punto de referencia comparativa sobre el que pivota este análisis (es imposible dejar de hacerlo teniendo en cuenta todas sus similitudes), si Limbo se convirtió en un juego de culto allá por el año 2010 fue porque las situaciones que se producían en el juego acompañaban en calidad a su estética. A Silt le cuesta estar a la altura de su preciosismo. La posibilidad de poseer a diferentes especies acuáticas parece interesante en un primer momento, pero no acaba de sacársele todo el jugo que podría haber dado de sí esa idea (una idea que también ejecutó Abzû, al que nos hemos referido con anterioridad).
Las situaciones que propone Silt son simples, lo cual está bien; pero carecen de ingenio e interés. Pequeños puzles bastante asequibles, a excepción de aquellos que se ven lastrados por uno de los principales problemas del juego: la falta de precisión en el control de algunas de sus mecánicas. Pondremos un ejemplo sin que suponga ningún gran spoiler. Una de las criaturas que podemos poseer es una manta raya con la capacidad de realizar un pequeño teletransporte hacia adelante en la dirección en la que esté mirando. Para superar uno de los puzles necesitamos ejecutar con una precisión de cirujano y con el timing perfecto una serie de acciones. Una precisión imposible, porque esta manta raya propone todo tipo de limitaciones por el propio diseño del juego.
Tampoco ayuda a disminuir la sensación de frustración el hecho de que cada muerte o fracaso (es un juego que tira mucho de la mecánica de ensayo y error) te obligue a repetir la fase desde el principio, perdiendo un par de minutos de progreso en algunas ocasiones. Un nivel en concreto tuvimos que hacerlo una decena de veces, con sus respectivos tres o cuatro minutos de duración, desde el mismísimo inicio porque el juego no ayuda en nada a que el jugador pueda ejecutar con precisión lo que tiene en mente.
Conclusiones
Silt es un juego con buenas ideas e, indudablemente, un título precioso. La estética tétrica y lúgubre de sus escenarios dibujados a mano casa a la perfección con la temática y el tono del título de Spiral Circus. Sin embargo, lo más importante en una obra de puzles es que estos sean disfrutables, ingeniosos y atractivos para el jugador. Lamentablemente no lo son y no lo son por dos motivos. El primero de ellos es un control deficiente, que frustra más que divierte. El segundo, una falta de originalidad en la propuesta. Se trata de situaciones muchas veces vistas y que no mejoran a los claros referentes que Silt trata de emular. Recomendable para los aficionados a los indies de puzles y narrativas ambientales, aunque teniendo en cuenta todos estos problemas.