Pocos podían imaginar cuando Cyanide Studios lanzó Of Orcs and Men, que uno de los personajes incluido en aquel juego pudiera protagonizar un spin-off. Styx es un pequeño goblin del que todo el mundo se ha encariñado, por su carisma, por su carácter y por sus comentarios irónicos. Tras un primer título, Styx: Master of Shadows, que permitió conocer mejor al entrañable goblin, llega una secuela que intenta ahondar más en una experiencia de sigilo. Una vez conocido el planteamiento, lo que podemos esperar de Styx: Shards of Darkness es que exponga una nueva aventura.
Styx: Shards of Darkness ahonda nuevamente en una propuesta en la que las sombras serán nuestras aliadas. En un mundo de fantasía oscuro y donde las típicas razas parecen no saber convivir, los continuos conflictos entre ellas hacen que la supervivencia sea más y más complicada. Es ahí donde la particular personalidad de Styx y su obsesión por el ámbar, lo convierten en un pequeño ladronzuelo que se gana la vida haciendo lo que mejor se le da, ocultarse y robar. Pero las circunstancias de la sociedad le expondrán a nuevos desafíos, siendo Styx: Shards of Darkness el juego que nos ofrecerá esta historia.
Una conspiración élfica
Styx: Shards of Darkness comienza después de Master of Shadows, donde las relaciones entre las especies se han ido devaluando cada vez más. Los humanos combaten la plaga verde, modo en que llaman a la invasión de los trasgos y los goblins, habiendo creado una unidad de élite para combatirlos. Esta unidad, que responde al acrónimo M.A.T.A.N.Z.A., rastrea cualquier poblado en busca de estos individuos con el objetivo de matarlos.
Mientras tanto, Styx se gana la vida cumpliendo las tareas que le encomiendan, sacándose así un sueldo que le permite seguir viviendo su vida ajeno al mundo que le rodea. No obstante, tras conseguir un interesante botín al completar su último robo, es emboscado por Helledryn, capitana del pelotón M.A.T.A.N.Z.A., que requiere de los servicios del reputado Styx para hacerse con un cetro. Ante la promesa de una recompensa, Styx no puede hacer oídos sordos y se convierte en aliado, cumpliendo con una serie de misiones que le llevarán a descubrir la existencia de una conspiración.
Styx no se mueve tanto por ética como por su interés por el ámbar, trabajando incluso con aquellos que lo matarían
Algo oscuro se avecina, y en cada misión tras un cetro de misteriosos poderes que suscita el interés de Styx, así como de Helledryn, la propuesta nos llevará a infiltrarnos en diversas misiones que irán desgranando la historia de Styx: Shards of Darkness. Una historia que resultará bastante lineal, no obstante, no se trata más que el hilo conductor para exponer los diferentes desafíos que el jugador tendrá que afrontar en cada una de las misiones. Y es que una misión constará de varios objetivos, incluso, de varios mapas, donde los protocolos se irán repitiendo, donde la estrategia obligará al jugador a hermanarse con las sombras y ser como un fantasma, o más bien, como un goblin maleducado y sarcástico que vendería a su madre por un poco de ámbar.
Una sombra con forma de goblin
Tras comprobar los fundamentos de Styx: Master of Shadows, la llegada de Styx: Shards of Darkness supone un incentivo para los amantes de la infiltración y el sigilo. De este modo, gracias a una extensa ambientación y lore, Styx se convirtió en protagonista de su propia licencia y consiguió convencer. Gran parte del mérito lo tiene este pequeño goblin, que se podría definir como el típico antihéroe protagonista de una historia donde, de alguna forma, se convierte en el salvador del mundo. No parece que, dada su personalidad, le importe salvar algo más que su verde trasero, pero con sus habilidades de ocultación y clonación, podrá manejar cualquier situación.
De este modo, Styx: Master of Shadow se convirtió en una de esas referencias dentro de un género que no frecuenta en el catálogo. Una propuesta de sigilo e infiltración en tercera persona, donde haremos valer la oscura ambientación para aprovechar las sombras a nuestro favor. Puede parecer algo demasiado sencillo, pero la propuesta abarca numerosos retos, objetivos y coleccionables. Los mapas son bastante extensos, considerando el tipo de juego al que hacemos referencia, con lo que las vías para llegar a un mismo punto se diversifican. Está en mano de cada uno elegir el mejor camino para ir explorando el territorio, haciendo valer siempre el ingenio, la estrategia y las sombras para no ser detectados.
La amplitud de los mapas permite descubrir múltiples vías para llegar al mismo punto
Para ello, Styx tiene un repertorio de habilidades bastante interesante. La mayor parte de ellas son heredadas de su primera entrega. Con la consecución de las misiones, Styx va ganando experiencia y, con ello, podrá ir mejorando estas habilidades que le conferirá más opciones de éxito. No hace falta recordar que Styx puede hacerse invisible, durante un período de tiempo, del mismo modo que puede generar clones con los que generar distracciones. Entre otras habilidades que pueden ser mejoradas, está su percepción, con la que podrá detectar amenazas y objetos con varios fines.
Claro está que estas habilidades no son el único recurso de Styx, también hay que considerar un pequeño sistema de crafting, o creación de artefactos, con los que crear trampas, pociones, pequeños dardos o elementos que servirán para generar distracciones. Es aquí donde encontramos un primer aspecto algo contradictorio, dado que para mejorar las habilidades, se requiere de una experiencia que es otorgada por la consecución de objetivos. Unos objetivos que parecen ir en contra de la diversificación de la propuesta, ya que al final, si queremos evolucionar al personaje, debemos pasar por esos objetivos que limitan mucho la acción.
Armado con una daga y una lengua viperina, Styx debe superar las misiones encomendadas por Helledryn, con el objetivo de poder atesorar esos sustanciales beneficios para los que se emplea con tesón. Lejos de hacer creer que Styx es movido por motivos éticos, el interés será lo que mueve a este pequeño granuja.
Nadie puede ver al goblin
Styx: Shards of Darkness es una propuesta continuista respecto a Master of Shadows, quizás demasiado. Aquellos que jugaron al primer juego protagonizado por Styx, sabrán aproximadamente que van a encontrarse en esta nueva entrega. Esto puede ser algo que interese, dado que aquellos que disfrutaron Master of Shadows disfrutarán de este juego igualmente.
Que los mapas sean algo más amplios ayuda a generar oportunidades, pero del mismo modo, puede exponer a Styx a más peligros. No obstante, cuando el juego se limita a un “estrecho pasillo”, resulta mucho más fácil encontrar el camino a seguir. En Styx: Shards of Darkness, que el mapa sea más amplio diversifica opciones, pero también puede exponernos con mayor facilidad al no encontrar el camino correcto. De este modo, en un primer contacto, nos veremos expuestos a tener que encontrar la mejor vía, la más segura o la más efectiva. De hecho, la exploración parece algo más diversa que en Master of Shadows, aunque sea una percepción relativa.
Escapar a la estrecha vigilancia de los guardias no siempre será fácil
Los escenarios son más diversos, pudiendo encontrar algunos que son un auténtico desafío para encontrar una sombra. Podemos poner el ejemplo de una de las primeras misiones, donde nos dirigiremos a un escuadrón de dirigibles que surca el cielo por encima de las nubes. Es difícil encontrar una sombra en la superficie de estos artilugios voladores, no obstante, resulta gratificante conseguir evadir las miradas de los cuantiosos guardias que apaciblemente disfrutan de las vistas aéreas. Claro que este es un ejemplo que dista mucho de lo que encontraremos como normal en Styx: Shards of Darkness, donde las mazmorras, cuevas y oscuridad profunda predomina en la mayoría de escenarios.
Con un total de 8 misiones, puede parecer que el juego resulta breve. No obstante, la amplitud de los mapas, la diversidad de caminos y objetivos y la libertad de acción pueden dar cuenta de su rejugabilidad. Además, siempre se puede optar por regular la dificultad del juego, una dificultad que habilitaría una mayor percepción y agresividad de los guardias enemigos, ofreciendo un desafío notable para todos los que crean que “se las saben todas” en el ámbito de la infiltración y espionaje.
Atender a las sombras y buscar salientes que permitan escapar de la estrecha vigilancia de los guardias, será el fundamento principal del juego. A partir de ahí, el jugador podrá elegir como actuar, donde existe la opción de ir deshaciéndose poco a poco del contingente de seguridad, o evitar asesinarlos. De hecho, uno de los aspectos más relevantes de Styx: Shards of Darkness es la evaluación de la misión, donde hay diferentes factores que permitirán evaluar y obtener más o menos experiencia de lo que hayamos hecho. Este aspecto parece estar destinado a que el jugador se implique cada vez más en la propuesta, obteniendo como resultado una valoración que otorgará más o menos puntos de experiencia, a la vez que limita esa libertad de acción por la que parecía haberse apostado.
No podemos evitar ver que este aspecto está fundamentado para que cada misión sea jugada más de una vez, poniendo a prueba la habilidad del jugador, y aumentando de forma notable la duración del juego.
Un goblin un tanto tosco
De hecho, uno de los aspectos que menos ha cambiado es la jugabilidad. Más allá de opciones adicionales y cambios en el planteamiento, el control de Styx es uno de los factores que apenas ha mostrado cambios. De hecho, resulta un tanto confuso que en Styx: Shards of Darkness no se haya procedido a mejorar dicho control, más considerando la importancia que tiene en estos juegos que este sea preciso.
No han sido pocas las veces que los conflictos de control han deparado muertes indeseadas, más cuando el juego invita a combinar la infiltración con la agilidad. Y es que esta clase de juegos, donde se combina precisión en movimientos como saltos o cambios de cobertura, requieren de un control firme. En vez de esto, nos encontramos con un control bastante rígido y con tendencias a confundir al jugador. Algunas reacciones inesperadas, movimientos impredecibles y fallos derivados de algunos conflictos de animaciones provocarán muertes que pueden frustrar por momentos.
No se puede confundir control firme con control rígido, en Styx: Shards of Darkness no han sabido captar la diferencia.
Sabiendo de esta limitación, el jugador deberá adaptarse a la situación. Styx: Shards of Darkness es un juego que exigirá mirar, no dos, sino hasta 5 veces antes de proceder con una acción. Vigilar las rutinas de los guardias, como las patrullas recorren el mapa o donde se encuentra el siguiente escondite seguro antes de moverse. Con la vista especial, podremos localizar objetos de interés, objetos que pueden delatarnos y los guardias, con una descripción de su situación y de hacia dónde están mirando. Una pista muy útil, sobre todo, en los niveles de dificultad elevados. Del mismo modo, dado que podemos usar elementos de distracción, podremos comprobar la actitud de los guardias en base a un pequeño círculo que se ubica en sus cabezas, donde si se pone rojo, ya podéis huir.
De hecho, uno de los aspectos peor gestionados es la huida. Una vez detectados, apenas tendremos opciones para reaccionar. La huida es lo más inteligente, dado que Styx: Shards of Darkness carece de un sistema de combate. Más allá de poder contraatacar los embates de los guardias, la torpeza del control impedirá en gran medida nuestra huida, viendo nuevamente la entretenida secuencia de muerte que nos han preparado. Quizás, de lo mejor del juego. Además, hay que considerar que según avanzamos, encontraremos nuevos enemigos, cada vez más fuertes y con la capacidad de atacar a distancia. Con todo esto, hay que priorizar por encima de todas las cosas el no ser detectados.
En la muerte encontraremos uno de los aspectos más llamativos, con Styx abroncándonos por nuestra torpeza
En ámbitos generales, los cambios que se han introducido en Styx: Shards of Darkness no parecen diferenciar de forma notable la primera propuesta, salvo por un aspecto un modo cooperativo que puede ayudar a disfrutar Styx: Shards of Darkness de una forma diferente. No obstante, este modo de juego también expone una divergencia importante, dado que dos pueden hacer más que uno, también resulta más fácil ser detectado. Y es que, en el fondo, cuando un guardia hace sonar la alarma, todos están mucho más atentos, llegando a ver más allá de lo que sería humana o ‘élficamente’ posible.
No obstante, este aspectos si supone una novedad trascendente, por las opciones de disfrutar de Styx: Shards of Darkness de una manera más amplia, más considerando que el resto de juego resulta extremadamente continuista.
Un mundo de fantasía oscuro
Cuando Cyanide presentó Styx: Master of Shadows, mostró un juego bastante robusto en su apartado visual. Siendo una licencia que explota un mundo de fantasía, hace uso de los clichés propios de las facciones más oscuras de estos universos. Lejos de coloridos paisajes con arcoiris y magos montados en brillantes unicornios, que el protagonista sea un goblin supuso un cambio rotundo en la perspectiva. El diseño de Styx: Shards of Darkness regresa al estilo rocoso y oscuro de estas facciones.
De este modo, Cyanide Studio repite en su diseño, mejorando levemente la propuesta técnica que fue Master of Shadows. Styx: Shards of Darkness reitera en la oscuridad, impulsada por un motor de iluminación que debe hacer un trabajo importante para concretar en qué zonas somos imperceptibles y en cuáles no. De este modo, todos los escenarios, salvando alguna excepción, suponen un constante de contrastes y pequeños focos de iluminación que pueden proyectar todo tipo de sombras. Pero estas sombras son mucho más evidentes en los objetos que en los personajes, siendo un elemento que realmente, se hace notar.
La iluminación es uno de los factores más destacables, dado su protagonismo en la propuesta
Pero el continuismo de Styx: Shards of Darkness no solo se queda en los aspectos jugables. A nivel técnico, el juego no parece haber ahondado en posibles mejoras que corrijan algunas de las carencias que se tenían en el primer juego. A nivel de diseño, los escenarios han ganado algo en amplitud, no obstante, la construcción de estos no parece haber mejorado demasiado. Su compleja estética, saturada de detalles, se fundamenta más en el tratamiento de las texturas que en la construcción de los elementos que aparecen en pantalla. De este modo, podemos observar que los objetos que aparecen en pantalla tienen un aspecto un tanto tosco. Como la iluminación es fija, el foco es inamovible, se ha gestionado el volumen a través de las texturas, que proporcionan cierta sensación de profundidad, pero no resultan delicados o detallados en ningún aspecto.
En cierto modo, este diseño puede estar asociado a la propia estética del juego, sin embargo, aunado con otros aspectos denota cierta falta de atención. Es el caso de las animaciones, las cuales no son demasiado diversas y en ocasiones proporcionan movimientos poco precisos. Podemos observar como cuando alguien pivota sobre un mismo lugar, sus pies se deslizan sin cuidado alguno, siendo un elemento que destaca mucho cuando estamos intentando evitar pacientemente poder salir de la sombra y avanzar. Estas pequeñas desincronizaciones hacen que haya elementos de la jugabilidad que se ven afectados, sobre todo, en lo que hace referencia a las animaciones de Styx, que pese a estar más cuidadas, pueden ahondar la falta de precisión que supone el rígido control que se ofrece.
Otro aspecto que también se deja notar, es la evidente falta de fluidez generalizada. Esta se hace notar, sobre todo, cuando somos detectados, donde el dinamismo de las animaciones y la necesidad de velocidad denotan carencias notables en la consistencia del rendimiento. No es tanto hablar de una notable bajada de frames como notar que la fluidez de las animaciones se pierde entre tanto efecto de iluminación y movimientos fugaces de los enemigos. Se advierte un ligero cambio y puede resultar molesto, aunque ya en esas situaciones, poco importa.
Los comentarios de Styx son realmente hilarantes, su carácter es una de los puntos fuertes del juego.
Por otro lado, Styx: Shards of Darkness no es un juego que vaya a destacar por su apartado sonoro, el cual carece de una banda sonora que ambiente de forma significativa esta aventura, del mismo modo que no se puede encontrar ningún efecto sonoro digno de mención. Puede que lo más destacable sea escuchar las voces, en versión original, mientras se leen los subtítulos. Algo que durante las secuencias no supone ningún problema, pero si puede ser algo más problemático cuando estamos en la misión y nos vemos obligados a ocultar para poder atender a las conversiones de los guardias o de los monólogos de Styx, que son realmente graciosos.
Con todo esto, Styx: Shards of Darkness no parece haber intentado mejorar en este ámbito. Puede resultar interesante que se hayan priorizado otros aspectos, sin embargo, se podía haber trabajando un poco más en el apartado técnico.
Más sombras que luces
Estos aspectos hacen que Styx: Shards of Darkness no parezca tanto una secuela de Master of Shadows. También es cierto que Styx: Shards of Darkness no se vende como uno de esos grandes títulos Triple A, aunque esto no es excusa para que no hayan intentado mejorar alguno de estos aspectos.
Styx: Shards of Darkness es una propuesta interesante, donde la infiltración, la estrategia y el desparpajo del protagonista son la referencia de una propuesta agradable. No obstante, hay que tener más paciencia de lo habitual para implicarse, más si se quiere usar este juego como medio para introducirse en este género. Dada su tosquedad, tanto a nivel técnico como en la jugabilidad, no ofrece mucho más que otros juegos de esta índole que pecan de lo mismo.
Se puede advertir que ha sido mejorado, en aspectos como la diversificación de la propuesta en cada misión. Esta apertura de fronteras, respecto a un primer título algo más limitado, permite que Styx: Shards of Darkness sea más amplio. No obstante, la libertad de acción que cada jugador posee, supone un pequeño conflicto entre lo que hay que hacer y lo que uno puede o quiere hacer. Al final, todo parece indicar que Styx: Shards of Darkness es un juego con ambiciosas intenciones, pero que a lo largo del desarrollo y de su jugabilidad, se estrechan cual embudo.
Un juego que tiene algunos conflictos importantes, pero que aporta una gran cantidad de horas para exponerse a los retos que cada misión expone. Algo que también denota cierta confusión, ya que pese a ampliar las posibilidades, hay que ceñirse a un patrón muy concreto para poder obtener la experiencia necesaria para poder evolucionar al personaje. Claro que puede que el planteamiento busque más que el jugador vuelva a jugar cada pantalla y adopte diferentes estrategias, que ser capaz de hacerlo todo de una vez, pues de este modo, el juego no es tan largo.
Para los amantes de este género, Styx: Shards of Darkness cumplirá, pues no se diferencia de las carencias que otros juegos ofrecen y añade ese factor personal que lo hace tan único y atractivo.