La sobreproducción de videojuegos ha llevado a que las desarrolladoras de todo el mundo opten por ideas de lo más variopintas para dar vida a sus propias obras. En ese sentido, el género de la simulación nos ha dado de todo en los últimos años: simuladores de gestionar una gasolinera, de diseñar tu propio aparcamiento o incluso de construir un PC gaming. Hoy te hablamos de uno de ser taxista.
Y es que hoy te ofrecemos nuestro análisis de Taxi Life: A City Driving Simulator. No es que ser taxista sea algo completamente novedoso en el mundo de los videojuegos. El mítico Crazy Taxi es buena prueba de ello, pero el estudio polaco Simteract ha optado por un enfoque mucho más serio y realista y, además, contaba con el valor añadido de haberlo ambientado en una recreación 1:1 de Barcelona. ¿Es todo tan bonito como pinta? Acompáñanos en las siguientes líneas y te damos nuestras impresiones tras haberlo jugado durante bastantes horas.
«Barcelona, it was the first time that we met»
No cabe duda de que promocionar Taxi Life hablando de una fidedigna recreación de Barcelona es un gran atractivo en primer lugar para el público barcelonés y en segundo para el resto de la población española y también para los aficionados internacionales. La ciudad condal es una de las más importantes del mundo y poder recorrer sus grandes monumentos y lugares emblemáticos era el telón de fondo ideal para un juego que, no lo olvidemos, consiste en ejercer de taxista y llevar a los pasajeros de un punto a otro de la ciudad.
Ya en este primer punto nos encontramos con un problema importante. Cuando se habla de una recreación 1:1 de Barcelona esperas tener a tu disposición toda la ciudad. Los lugareños reconocerán grandes partes de lo que propone Simteract, aunque en otras se hayan tomado licencias para dar vida a una ciudad que tenga sentido para su propuesta de juego. Sin embargo, lo que más sorprende es ver cómo algunos de los puntos clave de la capital catalana no están en el juego siendo la bandera de la ciudad. Hablamos de lugares tan relevantes como la Sagrada Familia, el Camp Nou, el Park Güell o Montjuïc.
Taxi Life nos da acceso a una pequeña porción de Barcelona que comprende parte de la zona portuaria, la estatua de Colón, La Rambla y el mercado de Sant Antoni, la plaza Catalunya, el paralel y todo lo que se encuentra entre estos lugares. ¿Suficiente? Eso dependerá de ti como jugador juzgarlo. Para nosotros comprobar que faltaban tantos lugares y que la zona es tan pequeña que prácticamente la puedes visitar al completo en tu primera hora de juego fue decepcionante, especialmente por dejar fuera de la ecuación sitios como los anteriormente mencionados. En su defensa diremos que lo que sí está en Taxi Life luce a un gran nivel y se nota que Simteract ha puesto cariño en la recreación de esos lugares.
Taxista por vocación
Hemos comenzado por el entorno en el que se desarrolla el juego porque es fundamental para entender la propuesta del estudio polaco, pero ahora toca centrarse en la experiencia en sí. Spoiler: tampoco está exenta de problemas. La mecánica de juego es sencilla: aceptar un encargo de un cliente, recogerlo en el punto A y dejarlo en el punto B. El dinero base recibido dependerá de si completamos el trayecto a tiempo; la propina, de cómo sea nuestro comportamiento en la carretera. En el transcurso de cada trabajo los clientes nos hablarán (podemos responderles o no), tendrán algunas exigencias como bajar las ventanillas y otros aspectos internos del taxi y nuestra labor será cumplir con las normas de tráfico, respetar los semáforos y evitar accidentes.
El ritmo de juego de Taxi Life es lento y lo cierto es que tiene lógica que lo sea. Al fin y al cabo estamos trabajando como taxistas dentro de la ciudad, por lo que hay que respetar unos límites de velocidad bajos y atenernos a la señalización semafórica. El gran problema es que para que la mecánica de juego tenga sentido este necesita de una IA a la altura y, sin medias tintas, está muy lejos de tenerla.
La inteligencia artificial es lo que más lastra al juego de Simteract. Los coches que nos rodean (que no son muchos, dicho sea de paso) se comportan de formas incomprensibles. Hablamos de coches que ignoran los semáforos en rojo y te embisten por detrás cuando estás detenido en uno; otros que se quedan varios segundos parados una vez el semáforo está en verde, en ocasiones produciendo incluso que el semáforo se vuelva a poner en rojo; o de carga infinita de coches en un cruce que te impiden incorporarte a la carretera y que mantienen bloqueado (especialmente grave en calles estrechas). Simteract sabe de estos problemas y ha introducido botones de acceso rápido para “reiniciar” el tráfico o “reincorporarte” a la carretera en caso de que sufras algún percance. Formas muy poco elegantes de solucionar rápidamente los problemas más acuciantes del juego y que empañan por completo la experiencia de trabajar de taxista de una forma seria y profesional.
La IA de los coches es problemática, pero la de los peatones no se queda atrás. En primer lugar, el modelado de estos NPCs es impropio de un videojuego en general, pero específicamente de uno que pone tanto énfasis en ser realista y cuyos vehículos y entornos sí lucen como deben. Aun así, su mayor inconveniente también es la inteligencia artificial. Atropellar a peatones supone una importante multa económica, pero no te lo ponen fácil. Cruzan de forma irregular, se dan la vuelta a mitad del paso de cebra, se suben por estructuras y comienzan a modificar su trayecto si tocas el claxon cerca de ellos. No es lo más importante del juego, pero tampoco ayuda a sentirnos integrados dentro del mundo.
Todo ello resulta aún más sorprendente si tenemos en cuenta que Simteract ha tenido algunas buenas ideas, aunque no todas ellas bien ejecutadas. Mientras conducimos por Barcelona nos toparemos con eventos aleatorios que pueden modificar nuestra forma de movernos o la ruta que estemos realizando. Hablamos de avisos de accidentes que ralentizan el tráfico, de semáforos que no funcionan adecuadamente que pueden provocar choques en cruces y la incorporación de radares que nos multan si superamos una determinada velocidad o la presencia de coches de la Guardia Urbana de Barcelona (policía), que básicamente funcionan como radares en movimientos que nos sancionan si cometemos alguna irregularidad. Estos sí son algunos interesantes aspectos a destacar sobre el mundo del juego.
Conducción, personalización y progreso
Llegados a este punto probablemente te estés preguntando si Taxi Life tiene algún objetivo a largo plazo. La respuesta es sí, aunque no demasiado interesante ni profundo. Al completar viajes (o al interactuar con los puntos destacados de Barcelona, señalizados en el mapa) obtenemos dinero y experiencia. Lo primero nos sirve para repostar, limpiar el taxi o repararlo en caso de ser necesario, además de modificar las piezas del vehículo o incluso adquirir otros nuevos y más potentes. La segunda tiene como meta que invirtamos los puntos que obtenemos al subir de nivel en habilidades o mejoras. Hablamos de la capacidad de obtener experiencia a más ritmo o poder contratar a más empleados para nuestra empresa, entre otras cosas. No obstante, la influencia que tienen en el juego no es demasiado grande.
Taxi Life comienza con un pequeño tutorial para que nos hagamos al manejo del coche. Al más puro estilo autoescuela se nos enseña a maniobrar, aparcar en paralelo y en batería o a cambiar de sentido de forma adecuada. Son pinceladas que nos servirán más adelante y que anticipan una buena conducción, agradable incluso. El juego arranca por defecto en primera persona y tiene sentido que así sea, pero lo cierto es que una vez empiezas a ejercer de taxista es poco práctica. Algunos semáforos no se pueden ver desde esta perspectiva y aparcar perfectamente alineado como te pide el juego es una quimera. Al final, y en detrimento del realismo, acabamos jugando en tercera persona, donde la ciudad luce bastante más y resulta más divertido jugar.
Un juego a medio hacer
Ya hemos hablado de algunos de los principales problemas de Taxi Life: A City Driving Simulator, pero el peor junto a la IA de los coches es el rendimiento. Hemos jugado a la versión de Xbox Series X, de modo que esa es la que podemos juzgar, pero el resultado ha sido muy negativo. De base Taxi Life va, como mucho, a 30 fotogramas por segundo. Podría ser aceptable si se mantuvieran estables, pero no es el caso. Hay bajones considerables y, lo que es peor, tirones de varias décimas de segundo que te modifican la dirección y que suelen acabar en choques y accidentes. Cuando te empiezas a fijar en los pequeños detalles ves que la cosa no va bien.
Hemos experimentado una doble vuelta de campana por rozar un bordillo de la acera a 50 kilómetros por hora, hemos visto a coches moverse a 5 fps en la distancia, edificios enteros aparecer de repente en nuestras narices (popping). Las físicas tampoco acompañan. Vallas, bancos, mesas y un sinfín de elementos más del entorno son completamente inamovibles incluso aunque choques con ellos a grandes velocidades. El juego también sufre enormemente cuando dejas de jugar “como tienes que jugar” y decides ir lo más rápido posible por la ciudad. En ese escenario, dejan de aparecer coches y el rendimiento cae en picado. En la otra cara de la moneda se encuentra un estupendo ciclo día/noche que hace que Barcelona luzca completamente distinta en función de la hora del día.

Hay otros ingredientes técnicos que apuntan a poco cuidado por parte de sus creadores. En lo sonoro, la ciudad desprende poca vida. Más allá de algún claxon o la música opcional de la radio (una suerte de tecno dosmilero que encaja muy poco con la propuesta) no suena prácticamente nada, lo que contribuye a la sensación de vacío de la urbe. El poco mimo se extiende al doblaje. Sí, Taxi Life cuenta con textos en castellano e incluso catalán, pero solo con doblaje en inglés. Tiene sentido comercial, pero si ambientas un juego en Barcelona sin que nadie te obligue a escoger esa localización, qué menos que grabar algunas frases en castellano y catalán para los pasajeros. Un apunte menor que te ayudará a entender de lo que estamos hablando: los nombres de los clientes son, en su gran mayoría, anglosajones. Ni siquiera se ha tenido la atención por el detalle de priorizar nombres de origen español o catalán (aunque alguno que otro hay).
Conclusiones
Puede que un videojuego consistente en trabajar de taxista no sea lo más emocionante del mundo, pero Taxi Life tenía una base lo bastante interesante como para cumplir con las expectativas. El problema es que tiene fallos en prácticamente todos sus apartados. La recreación de Barcelona, si bien correcta y lucidora, es insuficiente en cuestiones de escala y cuenta con ausencias tan inexcusables como la Sagrada Familia. La cosa no mejora en lo que al funcionamiento del propio juego se refiere. El rendimiento del título es muy deficiente y dificulta el correcto desempeño del mismo, mientras que la IA del tráfico se comporta de formas incomprensibles. Taxi Life está asentado en unos buenos cimientos, pero le queda muchísimo trabajo por delante, tanto en cuestiones de pulido como a la hora de añadir contenido. Si es capaz de hacerlo podríamos estar ante un juego recomendable.