Es el año 2008, enciendes tu Xbox 360 y te pones en la piel de Isaac Clarke. Estás alerta porque cualquier ruido puede suponer tu muerte en la USG Ishimura. Abres los ojos y es 2022. Ha pasado más de una década y ahora eres Jacob Lee y estás en la prisión de Ferronegro, pero las sensaciones son exactamente las mismas que entonces. No es una figura retórica, es The Callisto Protocol, el sucesor espiritual de Dead Space que llega catorce años después de su inicio y que vuelve a contar con Glen Schofield a los mandos del proyecto. Esta vez, sin embargo, en Striking Distance, un estudio debutante y perteneciente a Krafton, compañía surcoreana responsable de PUGB y anteriormente conocida como Bluehole. Acompáñanos en nuestro análisis de The Callisto Protocol para Xbox Series X y descubre qué nos ha parecido el juego de terror más esperado del año.
Bienvenidos a Ferronegro
The Callisto Protocol comienza yendo al grano. Jacob Lee, un transportista espacial, se encuentra en una rutinaria entrega con destino a la prisión de Ferronegro (Black Iron en su versión original en inglés), situada en Calisto, la segunda luna más grande de Júpiter. Todo marcha según lo previsto hasta que un grupo de desconocidos aborda su nave y acaba provocando que se estrelle. Afortunadamente lo hace en su destino y manteniéndose con vida. Por circunstancias que no desvelaremos para evitar spoilers, Jacob queda atrapado en la prisión bajo una coyuntura peliaguda: los reclusos están siendo atacados por una suerte de parásito alienígena que los está convirtiendo en seres irracionales y salvajemente agresivos. ¿Nuestro objetivo? Está clarísimo, escapar a toda costa de esa pesadilla y obtener algunas respuestas por el camino.
Ni la premisa ni el desarrollo de la historia son los más intrincados que hemos visto en la ciencia ficción reciente. The Callisto Protocol limita sobre la fina línea de la previsibilidad a lo largo de las nueve horas que nos ha costado completarlo (en dificultad media), pero aún así se desenvuelve con soltura y elegancia, con situaciones interesantes y que nos mantienen que ganas de conocer más a medida que avancemos. Por si fuera poco, la presencia de actores reconocidos a la cabeza del reparto como Josh Duhamel (Transformers) o Karen Fukuhara (The Boys, Bullet Train) le aporta un indiscutible valor añadido a la producción.
El aroma a Dead Space se percibe desde el primer momento y en cada rincón. La ambientación oscura, pasillera, metálica, tétrica y atmosféricamente angustiosa. El medidor de vida instalado en el cuello de nuestro protagonista, las armas y habilidades, los enemigos desmembrados, las violentísimas muertes. Pero de ello hablaremos más adelante en profundidad. Lo que te tiene que quedar claro es que Glen Schofield tenía ganas de hacer “otro” Dead Space y que eso es exactamente lo que ha hecho, aunque con más de una década de margen y con las consiguientes mejoras tecnológicas.
El gore por bandera
Si algo caracterizaba a la saga Dead Space era su violencia gráfica, los desmembramientos y la crudeza de sus enfrentamientos contra enemigos. Todos esos elementos se mantienen intactos en The Callisto Protocol e incluso se potencian. El juego comienza sin miramientos y dejándonos bien claro cómo va a ser durante toda la aventura. Empezamos solo con nuestra arma cuerpo a cuerpo en un sistema fácil de dominar y que nos ha dado grandes momentos, aunque hay que saber cuándo usarlo. La fórmula es simple: cuando vamos a recibir un golpe de un enemigo tenemos que inclinar el stick izquierdo hacia un lado e ir alternándolo para evitar los golpes consiguientes. Cuando veamos que el enemigo queda expuesto o que ha terminado su serie de golpes, es entonces cuando pasamos a la acción.
Este sistema, que funciona a las mil maravillas en el uno contra uno, se hace impracticable cuando estamos siendo abordados por más de un enemigo, de manera que debemos saber en qué situaciones merece la pena hacer uso de él. Pero no te apures, pues tienes muchas más herramientas a tu disposición. Por un lado, obviamente, contamos con armas de fuego. No hay mucho misterio aquí: pistolas, metralletas y escopetas que iremos desbloqueando a medida que avancemos en la historia y siempre y cuando tengamos un poco de interés por explorar caminos secundarios, de los que hablaremos más tarde. La gestión de la munición es clave aunque en general no hemos tenido problemas al respecto a excepción de una situación muy particular: la aparición de un enemigo recurrente al que hemos bautizado como esponja de balas y que, en nuestra experiencia, está en el juego única y exclusivamente para dejarnos tiesos de munición. Una decisión de diseño con la que no quedamos particularmente satisfechos.
En la otra cara de la moneda contamos con el GAR, un guante que nuestro protagonista porta desde el principio del juego y que le permite generar un campo de fuerza que sirve tanto para agarrar objetos lejanos y lanzarlos contra enemigos como para hacer lo propio con ellos. Personalmente esta mecánica nos ha parecido la más divertida del juego y te recomendamos encarecidamente que la potencies lo antes posible para que el gameplay sea mucho más dinámico y variado.
Recursos, inventario y Reforjas
Como comentábamos, la gestión de los recursos es clave como en cualquier survival horror que se precie. Especialmente lo es en las primeras horas de juego, cuando contamos con un inventario reducido que apenas nos da lugar a portar inyectores de salud, munición para nuestras armas, baterías para recargar el GAR (aunque también se va recargando poco a poco por sí mismo) y otros elementos que podemos vender para mejorar nuestro equipo. Este último punto es muy importante. De hecho, uno de los más importantes del juego. De vez en cuando, a lo largo de la aventura que propone The Callisto Protocol encontraremos máquinas llamadas Reforjas y que funcionan a grandes rasgos como impresoras 3D.
Mediante los créditos que vayamos recogiendo en Ferronegro y los que consigamos en las Reforjas vendiendo componentes obtendremos la moneda del juego, necesaria para mejorar nuestras armas, nuestra herramienta cuerpo a cuerpo, el GAR o incluso para comprar inyectores de salud o munición en momentos desesperados o de necesidad extrema. El progreso que ofrece esta mecánica, que aparece de forma esporádica y no está siempre disponible como sí lo está un árbol de habilidades propio de juegos del género, es a nuestro juicio el más pertinente. Y es que no solo mejoras de vez en cuando, sino que lo haces a tu gusto, escogiendo potenciar aquellas armas que más usas y disfrutas. También es cierto que la inexperiencia puede jugarte una mala pasada y priorizar algo de inmediata necesidad como la pistola cuando en nuestra experiencia hemos comprobando que el GAR se convierte en algo muy a tener en cuenta y que nosotros descuidamos durante gran parte del juego.
No en vano, los escenarios están repletos de paredes con pinchos, ventiladores gigantes y demás elementos cortantes contra los que podemos lanzar a los enemigos para eliminarlos de un plumazo sin gastar ni una sola bala. Por supuesto, no nos podemos olvidar de una mecánica legendaria de Dead Space y que está de vuelta en The Callisto Protocol: el pisotón. Puedes aplastar a enemigos que vienen arrastrándose o reptando, pero sin duda para lo que más terminarás usándola es para pisotear a los enemigos ya muertos. Hacerlo proporciona una recompensa en forma de salud, munición o créditos, por lo que es vital que te acuerdes siempre.
En las profundidades de Ferronegro
Glen Schofield ha hecho bastante hincapié en que la duración de The Callisto Protocol se encuentra alrededor de las 12-14 horas. Sin embargo, nuestra experiencia ha sido totalmente distinta. En unas 9 horas hemos podido completar un juego que lo cierto es que no cuenta con demasiada exploración secundaria. No nos malinterpretes. En multitud de ocasiones nos toparemos con una pequeña ramificación del camino. Uno es el principal y otro es el secundario, aunque nunca está demasiado claro hasta que has llegado al fondo, lo que en más de una ocasión nos ha obligado a tener que volver atrás al percatarnos de que estábamos en el camino de historia y que nos estábamos saltando el opcional.
Una cosa que nos ha gustado es que el camino secundario no necesariamente lleva a una recompensa enorme, lo que le aporta imprevisibilidad al juego. En la mayoría de ocasiones tendremos algún recurso adicional (aunque también es posible que nos embosque algún enemigo) y coleccionables. Los coleccionables de The Callisto Protocol son de aquellos que apetece encontrarse. Son grabaciones de audio de personajes principales o secundarios y que nos arrojan luz sobre el universo de la obra y sobre la trama en sí. Un poco al estilo de narración de BioShock y que tan bien sigue funcionando a día de hoy.
Precisamente esta falta de apertura de los escenarios hace que The Callisto Protocol sea un juego que va muy al grano. Habrá jugadores que echen en falta un poco más de contenido para alargar la experiencia, pero en esta época de juegos interminables que estamos viviendo, un título que va directo a lo importante y que no se enreda en aspectos opcionales no está de más.
Una decepción técnica
Si hay algo que reprocharle a The Callisto Protocol (y no es una cuestión precisamente menor) es su apartado técnico. Durante el periodo de análisis de la prensa se lanzó un parche, algo poco habitual y que no anuncia nada bueno. Empezamos nuestra partida con el parche ya instalado, pero los problemas estaban por todas partes. Decidimos jugarlo con el modo rendimiento, que aseguraba 60 frames por segundo. Es cierto que durante grandes partes del juego funciona a la tasa indicada, pero también lo es que hay muchos momentos en los que el juego sufre. Y no son momentos de máxima densidad de elementos en pantalla o de una acción insostenible, sino momentos puntuales que no parecen obedecer a ninguna lógica. En una Xbox Series X es algo inaceptable. Lamentablemente, no es lo peor.
En el apartado sonoro es donde nos hemos topado con los mayores inconvenientes. Un molesto petardeo de sonido que se alarga durante varios segundos ha sido una constante durante nuestra partida. No solo durante las secciones jugables, sino también durante las cinemáticas. Vamos más allá. Este incómodo petardeo ha estado presente tanto en la cinemática inicial como en la final. Terminar el juego de esta manera no es lo más adecuado, como podrás imaginar. A lo largo de la aventura también hemos sufrido de algunas líneas de diálogo que se pierden de forma misteriosa y de subtítulos que no aparecen o se quedan congelados. Problemas aquí y allá que lastran mucho la experiencia de juego.
Terminamos la sección de problemas técnicos con un ejemplo que nos ha ocurrido y que te servirá, querido lector, para saber en qué punto se encuentra el estado de The Callisto Protocol (a falta del parche día uno, que veremos cuánto de todo esto puede solucionar. La situación fue la siguiente: nos enfrentamos a multitud de enemigos en los que gastamos mucha munición y perdimos mucha salud. Por suerte, los caídos nos dejaron recursos para poder reponernos. Justo a continuación aparece un nuevo enemigo, muy poderoso, que acaba con nosotros. Eso nos obliga a volver al punto de control anterior, justo antes del enfrentamiento contra este boss. ¿Nuestra sorpresa? No tenemos munición ni salud y han desaparecido todos los recursos que había en el suelo. El combate se convierte en una misión imposible. Lo único que pudimos hacer es cargar un punto de control anterior y perder unos veinte minutos de progreso. Los puntos de control en general son un problema en el juego, llevándonos muchas veces incluso detrás de cinemáticas completas que ya hemos visto.
Conclusiones
The Callisto Protocol va sobre seguro. Sustenta su base jugable en los pilares que convirtieron a Dead Space en un icono del terror espacial y eso es una fantástica noticia para los fans de la obra de Visceral Games. Quizá se eche en falta algo de imaginación, innovación o imprevisibilidad narrativa, pero lo nuevo de Glen Schofield, ahora a los mandos de Striking Distance, es exactamente lo que los fans de Dead Space podían esperar. Su cruda y violenta jugabilidad es adictiva y la belleza de sus escenarios no tiene parangón dentro del género. Lamentablemente el título queda lastrado por un paupérrimo apartado técnico que falla en el rendimiento, en el sonido y hasta en un aspecto tan básico como la correcta colocación de puntos de control. Su mala implementación nos hace perder progreso y olvida acciones que ya habían tenido lugar. Pese a todo, los aficionados al terror espacial y muy especialmente los seguidores de Dead Space encontrarán exactamente lo que habían venido a buscar. Y eso no es poco.