Después de una larga espera, Red Barrels vuelve a traernos de vuelta su saga estrella, aunque esta vez en un género completamente diferente. Bajo la forma de un cooperativo de hasta cuatro jugadores, en The Outlast Trials conoceremos a fondo al gran villano de la franquicia, la Corporación Murkoff, en la piel de uno de sus sujetos experimentales, que deberá ir superando distintas misiones. No obstante, a pesar de lo interesante y distinta que sea esta nueva propuesta de Red Barrels, lo cierto es que pierde por el camino todo aquello que hizo a Outlast ser Outlast; ofreciendo una experiencia entretenida, pero que no recupera esos elementos que hicieron de esta saga algo tan único en el survival horror. A continuación te hablamos de todo lo que debes saber en este análisis de The Outlast Trials.
Análisis de The Outlast Trials
Red Barrels: el estudio que revolucionó el género en plena sequía de survival horror
Red Barrels sorprendió a la industria al lanzar el aclamado Outlast en 2013, en un momento en el que el survival horror estaba sufriendo una de sus más profundas sequías. En este suvival horror, encarnando al periodista Miles Upshur, tuvimos que investigar los experimentos atroces que se estaban cometiendo en el hospital psiquiátrico de Mount Massive, armados tan solo con nuestra cámara y nuestra libreta. El juego alcanzó la fama tanto por la frescura que aportaba, como por haber sabido aprovechar la viralidad del YouTube de aquel momento, dándole una vuelta de tuerca a un género que llevaba tiempo sufriendo una tremenda escasez de títulos.
El juego se completó con el DLC de Outlast, Whistleblower (2014), en el que conocimos los eventos previos y paralelos a Outlast con su nuevo protagonista, Waylon Park, empleado de la Corporación Murkoff. Cuatro años después llegaría Outlast 2 (2017), una secuela que, si bien no llegó a lo que ofreció en su momento el juego original, logró ofrecernos momentos inolvidables a la par que ampliaba la historia de Murkoff. Además, para los fans más acérrimos de la saga, Red Barrels lanzó una serie de cómics titulados The Murkoff Account, cuyos eventos se sitúan entre Outlast y Outlast 2 y que consiguen darnos más información sobre la terrible compañía y sus atroces experimentos.
The Outlast Trials ofrece una nueva perspectiva al universo de Outlast. Sin embargo, no consigue devolvernos esas sensaciones que hicieron únicas a la saga. Este es nuestro análisis de The Outlast Trials para Xbox Series X|S.
El esfuerzo que ha estado realizando Red Barrels a lo largo de todos estos años, manteniendo vivos sus saga y su lore, se ha visto ampliamente recompensado. La saga Outlast no solo cuenta con un ferviente nicho de fans, sino que además ha logrado superar los 37 millones de copias descargadas a nivel mundial. Todo un hito para una saga que, por sus características, no está hecha para el publico mayoritario: survival horror, violencia a raudales y enemigos de los que no puedes defenderte.
Outlast se adentra en el cooperativo de terror
La premisa de The Outlast Trials nos sitúa a final de los años 50 en EEUU, después de que la Revolución de Fidel Castro se esté apoderando de Cuba, lo nuevo de Red Barrels que, por primera vez, abandona el survival horror narrativo purista para presentarnos una historia cooperativa, de hasta cuatro jugadores, en el que la colaboración, ayuda y apoyo entre todos será crucial para sobrevivir a los experimentos y pruebas de Murkoff. A diferencia de los juegos anteriores, no nos encontraremos con una historia lineal y narrativa protagonizada por una persona que tratará de descubrir qué esconde la Corporación, sino por un grupo de sujetos que, voluntariamente, deciden someterse a las pruebas de Murkoff; abandonando todo cuanto son y conocen para poder convertirse en agentes durmientes. Una premisa que ya, desde el comienzo, marca la diferencia entre los juegos anteriores y The Outlast Trials, tanto en su concepto de supervivencia como del terror que busca generar.
“Estamos en 1959. Eisenhower es el Presidente de los Estados Unidos, permitiendo que los Hermanos Dulles y la CIA lleven a cabo una serie de operaciones encubiertas en nombre de la “paz” y del control mundial.
La Revolución de Castro se está apoderando de Cuba. El Armisticio de Corea lleva ya cinco años y los Estados Unidos están apoyando a Francia en su guerra en ciernes contra el Norte de Vietnam. Buddy Holly, Ritchie Valens y The Big Bopper fallecen en el mismo accidente de avión.
La Multinacional Murkoff está recurriendo a una oficina de contratación para reclutar potenciales sujetos de prueba. Buscan civiles sin entrenamiento que puedan convertirse en perfectos agentes durmientes, para posteriormente devolverlos a la sociedad y que despierten en el momento oportuno”.
En esta ocasión, nuestra meta principal será superar los distintos ensayos o “programas”; misiones cooperativas diseñadas por la Corporación Murkoff orientadas a renunciar a todo lo que somos y conocemos, para convertirnos en el fiel sirviente de Murkoff. El hecho de que el juego se desarrolle de forma cooperativa hace que los elementos clásicos y puros de la saga Outlast adquieran un nuevo enfoque narrativo y jugable. Las misiones no consistirán simplemente en avanzar, huir y escondernos, sino que esta vez contaremos con más elementos jugables.
Por ejemplo, tendremos la posibilidad de customizar a nuestro protagonista a nuestro gusto, tanto físicamente como en la vestimenta. Algo que resulta curioso y destacable, puesto que en Outlast ni siquiera llegamos a ver cómo era físicamente el protagonista. Además, a diferencia de los anteriores juegos, también podremos disfrutar de un marcador de ruido y del nivel de salud; lo que será muy útil, especialmente el ruido, porque en esta ocasión los enemigos estarán más atentos que nunca a nuestras pisadas y tendremos que tener mucho cuidado de no pisar cristales, caer en trampas o dar con cualquier elemento que pueda señalar dónde nos encontramos.
El cooperativo hará que tengamos que estar pendientes de dónde están nuestros compañeros, de ayudarlos en caso de que se estén muriendo y de apoyarnos y organizarnos para poder buscar pistas o avanzar en la aventura. Haciendo de The Outlast Trials una experiencia mucho más orientada a la supervivencia que al terror. Teniendo en cuenta estos cambios jugables, The Outlast Trials incorpora ciertas novedades que nos harán más amena la aventura.
Así, por ejemplo, en nuestras misiones no solo nos encontraremos con las indispensables pilas para poder recargar la visión nocturna, sino también con otros ítems que sin duda nos harán falta. Tal es el caso de los botiquines, jeringuillas para poder revivir a nuestros compañeros o medicamentos para curar la paranoia. Eso sí, nuestro inventario será limitado, así que nos tocará coordinarnos con nuestros compañeros para poder estar lo mejor equipados posible. Del mismo modo, los escenarios contarán con más elementos con los que interactuar: desde enemigos hasta objetos, pasando por trampas, que será mejor que evitemos.
Los enemigos cumplen, pero no llegan a la altura de los iconos de la saga
Por otro lado, conoceremos a distintos personajes que nos ofrecerán habilidades u objetos que podremos adquirir para avanzar en los programas. Tal es el caso de Emily Barlow, la Farmacéutica, una empleada de Murkoff muy peculiar (y claramente inspirada en la Enfermera Ratched de Alguien voló sobre el nido del cuco), que nos venderá recetas para mejorar nuestras habilidades físicas y mentales. O Dorris, una mujer conspiranoica y paranoide que lleva tiempo como sujeto de Murkoff y que, cuando consigamos desbloquearlo, nos permitirá hacernos con mejoras “ilegales” que nos facilitarán enormemente la aventura.
Junto a estas nuevas habilidades, The Outlast Trials nos ofrecerá otro de los elementos fundamentales de cualquier survival horror: los puzzles. Aunque, teniendo en cuenta el tamaño de los mapas y los enemigos que nos encontraremos, no será nada fácil superar estos acertijos. Por otro lado, los enemigos cobran mayor relevancia jugable en esta entrega; no solo podremos huir de ellos, sino también interactuar con ellos (por ejemplo, empujándolos) para quitárnoslos de encima.
Respecto a estos últimos, no podemos olvidar que se trata de uno de los elementos clave de Outlast. Los enemigos son, en gran parte, aquello que ha hecho grande a la saga. Y lamentablemente, en esta ocasión, Red Barrels no llega a la altura de sus anteriores juegos; especialmente del primero. Es cierto que visualmente logran convencer, porque Red Barrels ofrece un diseño mucho más elaborado que el de sus anteriores creaciones. Pero ni tienen ni logran transmitir el mismo carisma y personalidad que personajes de la talla de Walker, Trager, Martha o Val.
En general, da la sensación de que Red Barrels se ha centrado más en crear personajes visualmente llamativos, que en ofrecernos villanos carismáticos y con personalidad, llegando a dar la sensación de que son una copia de lo que conocimos en anteriores juegos. No son personajes que se definan desde los primeros encuentros y, en parte, esto es debido a cómo está pensado el juego. Es más que probable que, si en vez de misiones sueltas nos hubiésemos encontrado con una campaña lineal y narrativa, el potencial que sin duda tienen enemigos como Gooseberry o Coyle se hubiese visto explotado.
Lo mismo sucede respecto a los mapas. Al estar pensados más en la supervivencia que en el terror, Red Barrels nos ofrece mapas grandes y abiertos, en los que las zonas se irán desbloqueando a medida que avancemos. Sin embargo, el hecho de que los escenarios sean mucho más grandes que en los juegos predecesores, especialmente por centrarse en la supervivencia, hace que el terror decaiga. Sí, habrá psicópatas escondidos que nos darán sustos, o que nos perseguirán al interactuar con ciertos elementos, pero el tamaño de los escenarios hará que el factor terror casi desaparezca.
La Guerra Fría y MK Ultra nunca habían sido mejor diseñados
Sin perjuicio de que la jugabilidad y el diseño de escenarios pueda gustar más o menos, lo cierto es que Red Barrels hace un trabajo espectacular con el diseño visual de The Outlast Trials. Ofreciéndonos, más que probablemente, su mejor apartado artístico hasta la fecha. Red Barrels conoce perfectamente el terreno en el que se mueve, habiéndose convertido en toda una referencia para recrear los experimentos más aterradores que se iniciaron con la Guerra Fría. Y, en este título, el estudio da rienda suelta a todo su potencial.
Desde la Mansión hasta la Comisaría de Policía, Red Barrels consigue recrear a la perfección la estética y estilo de los años 60-70. También es especialmente destacable lo bien reflejados que están los experimentos de la CIA a través del programa MK Ultra; el gran hilo conductor de toda la saga Outlast. En esta ocasión, a través de los diferentes ensayos, lograremos conocer en qué consistían estos programas y qué efectos tenían; desde la hipnosis y paranoia, hasta los efectos de los abusos y tortura, que se verán especialmente reflejados en los enemigos.
También es de destacar de forma muy favorable el gore que ofrece el juego. Red Barrels no se deja llevar por la censura que imperó en Outlast 2, juego en el que se nos privó de una escena prácticamente clave en la historia, y apuesta por la sangre, la casquería y las torturas más terribles, llegando incluso a recordarnos a clásicos del género como Saw en algunas de ellas.
El apartado técnico es correcto, notándose una mejoría respecto a los anteriores aunque sin llegar a revolucionar lo que ya conocimos. No obstante, el apartado sonoro no es tan memorable como el de las anteriores entregas. The Outlast Trials llega con una duración aproximada de entre 15 y 20 horas, que dependerán de los intentos que os lleve superar los distintos ensayos. Igual que ocurriera con los juegos anteriores, llega con voces en inglés y subtítulos.
Conclusión – Análisis de The Outlast Trials: un buen juego cooperativo, pero no es Outlast
The Outlast Trials cumple con lo que promete: una experiencia de supervivencia y terror cooperativa, claramente diseñado para disfrutarse en grupo. Sin embargo, este cambio de género hace que pierda aquello que hizo único a Outlast. Los enemigos son poco memorables, la historia pierde fuelle frente a lo que podría haber sido algo con más narrativo y no consigue atraparnos como lo hicieran Outlast 2 y sobre todo Outlast.
Se trata de una idea que sin duda habría triunfado en cualquier otro género o proyecto. Pero, al intentar innovar, Red Barrels se olvida de aquello que hizo único a Outlast: lograr que algo tan simple como correr por pasillos, huyendo de enemigos, fuera la experiencia más aterradora de la década de 2010.