A nadie se le escapa que Lara Croft es uno de los personajes más icónicos dentro del mundo y la historia de los videojuegos. Su recorrido por la década de los años 90 supuso una auténtica revolución y dejó un recuerdo imborrable que aún a día de hoy permanece intacto en la memoria y las retinas de millones de jugadores. Muchos de ellos la conocimos en aquél momento, y otros con la trilogía moderna: Tomb Raider (2013), Rise of the Tomb Raider (2015) y Shadow of the Tomb Raider (2018).
Ahora llega la remasterización de la trilogía original con Tomb Raider I-III Remastered, un trabajo realizado por Aspyr Media con la promesa de reavivar la nostalgia de los fans y brindar a los nuevos jugadores un vistazo a los inicios de la exploradora, arqueóloga y heroína que acompañó a toda una generación de aventureros. La colección cuesta 29,99 euros e incluye los tres juegos con todas las expansiones y niveles secretos: Tomb Raider I + Unfinished Business, Tomb Raider II + Golden Mask y Tomb Raider III + The Lost Artifact. A continuación os lo contamos todo sobre ella.
Análisis de Tomb Raider I-III Remastered en Xbox Series X
Diseño de niveles: Una clase magistral en 3D
La trilogía original de Tomb Raider representa un monumento al diseño de niveles en la era de las consolas 3D. Limitados por las capacidades técnicas de la época, los desarrolladores optaron por una estructura de cuadrículas para construir el mundo de Lara Croft. Este enfoque puzle-tridimensional obliga a los jugadores a comprender las complejidades de cada nivel, combinando áreas expansivas con pasajes estrechos. Los títulos suponen un desafío que va más allá de simples mecánicas de acción o plataformas, a través de la exploración y la resolución de puzles de manera magistral.
La inmersión en los niveles de Tomb Raider se asemeja a un viaje a través de una red poligonal meticulosamente construida. Desde su lanzamiento inicial hasta la remasterización actual, la esencia de los niveles ha resistido el paso del tiempo. Cada área es un laberinto completamente abierto que nos invita a explorar sin mapa y sin una guía de líneas amarillas o indicadores, confiando en la meticulosidad de la estructura.
Superando las barreras temporales de la jugabilidad
La jugabilidad de Tomb Raider I-III Remastered mantiene la esencia con una sinfonía de desafíos graduales. Desde los primeros niveles hasta los finales más demenciales, el juego va introduciendo conceptos poco a poco. El control, aparentemente simple, se convierte en un arte en sí mismo, con mecánicas de salto en todas direcciones y la capacidad de agarrarse a salientes. Esto requiere la habilidad del jugador y demuestra cómo los juegos clásicos pueden ofrecer experiencias más desafiantes que las de hoy.
Cada paso en Tomb Raider requiere un análisis cuidadoso, un entendimiento de las dimensiones y estructuras tridimensionales que caracterizan el nivel. Retroceder no es solo dar un paso atrás; es calcular el siguiente paso seguro en su mundo. La combinación de grandes áreas y espacios más estrechos con el combate rápido y la exploración estratégica, hacen de cada nivel un desafío único.
Controles «tanque» y giros forzados
Tomb Raider I-III Remastered no está exento de defectos técnicos. La introducción de un sistema de controles modernos que, por cierto, funciona estupendamente bien, choca con la naturaleza original del diseño de «control tanque», creando fricciones para aquellos más acostumbrados a la jugabilidad de hoy día. Los giros de cámara forzados para agregar dramatismo pueden afectar la jugabilidad, dejándonos a veces en situaciones comprometidas.
La denominación «control tanque» alude a la forma en que se manejaban las direcciones de los tanques de guerra, que necesitaban detenerse antes de poder girar su cañón. En videojuegos, este estilo de control tiende a ser más pausado y demanda una considerable dosis de paciencia y concentración para calcular con precisión los movimientos del personaje.
El conflicto entre el control tanque original y las expectativas de controles más fluidos es evidente. Los momentos dramáticos con giros de cámara forzados, aunque buscan añadir emoción, algunas veces han terminado afectando negativamente a nuestra experiencia.
Un viaje visual renaciendo en alta definición
La remasterización busca respetar la esencia original de Tomb Raider, trabajando sobre el código original del juego. Las mejoras visuales son evidentes, con modelos más detallados y texturas en alta definición que transforman el paisaje. Antiguas calaveras pintadas en paredes ahora sobresalen en relieve, generando sombras y ofreciendo una ambientación espectacular. Sin embargo, existen algunas inconsistencias gráficas y representaciones erróneas, mostrando que, aunque se ha avanzado en la presentación visual, aún hay áreas que podrían pulirse y ser más homogéneas.
Cada juego nos sumerge en la grandiosidad de sus niveles, recreando la sensación de llegar a un lugar inexplorado. El uso de iluminación, efectos y vegetación mantiene la esencia de vivir las heroicidades de Lara Croft, a pesar de las limitaciones tecnológicas. Sin embargo, se detectan detalles gráficos menos pulidos, con texturas que parecen fuera de lugar como por ejemplo la representación del agua, que no logra captar la fluidez. Por otro lado encontramos que la calidad del modelado de enemigos y NPCs choca con la atención dedicada a Lara, creando una discrepancia visual que evidencia que la remasterización no abordó todos los aspectos del juego de forma equitativa.
Añadidos modernos más allá de gráficos y controles mejorados
A pesar de las torpezas mencionadas, Tomb Raider I-III Remastered incorpora elementos modernos que pueden atraer a nuevos y antiguos jugadores. Las características adicionales de la remasterización, como la posibilidad de guardar en cualquier momento, ofrecen comodidades que antes eran impensables. Por otro lado el modo foto permite nos permite capturar momentos emblemáticos de las aventuras. Y los niveles adicionales no solo extienden la duración del juego, sino que también ofrecen la oportunidad de explorar contenido previamente inaccesible.
Estas adiciones, aunque no resuelven todos los problemas, demuestran un esfuerzo por equilibrar la autenticidad con las expectativas actuales y harán aumentar nuestro tiempo de juego, que solamente entre las tres aventuras principales ya suponen unas 50 horas de aventura, combate y descubrimiento.
Conclusión: Un regreso necesario aunque con altibajos
Tomb Raider I-III Remastered llega como una oportunidad única para revivir las primeras aventuras de Lara Croft con mejoras visuales notables y nuevos añadidos. Es una lección magistral de diseño de niveles, pero no está exenta de imperfecciones técnicas y gráficas. Aunque algunos aspectos podrían haber recibido más atención, en términos generales la remasterización raya a buen nivel y sabe capturar con gran acierto la esencia de la trilogía original.
Para aquellos que buscan una experiencia auténtica y desafiante, pero están dispuestos a perdonar algunos tropiezos técnicos, Tomb Raider I-III Remastered supondrá un viaje trepidante al pasado en la historia de los videojuegos. Con sus desafíos y atractivos modernos, es un tributo y un recordatorio de cómo evoluciona esta industria. Por los 29,99 euros que cuesta, merece la pena comprobarlo.
Larga vida a Tomb Raider, larga vida a Lara Croft.