Comedia, drama, terror, intriga. El subgénero de ciencia ficción que comprende los bucles temporales ha sido una constante en el cine y también en los videojuegos. Atrapado en el tiempo, Feliz día de tu muerte o Muñeca rusa son solo algunos ejemplos de obras que han jugado con esta interesante mecánica para contar historias. Lo que hoy nos trae aquí es el análisis de Twelve Minutes, un juego que opta precisamente por hacer uso de los bucles temporales para meternos de lleno en una aventura cargada de tensión y que no deja de sorprender a cada paso que damos. Hoy te contamos qué nos ha parecido la obra del portugués Luis Antonio, que comenzó su andadura como artista principal del videojuego de puzles The Witness y que ahora se consagra no solo como principal responsable de un título, sino también como narrador.
Reloj, no marques las horas
Twelve Minutes nos pone en la piel de un hombre que vuelve a casa tras un duro día de trabajo. Afortunadamente para él, su mujer ha preparado una velada muy especial: su postre preferido, un regalo y un romántico baile le aguardan. Sin embargo, todo se tuerce cuando un policía irrumpe en su casa, acusa a su mujer de asesinato y le ataca a nuestro personaje hasta matarle. Lo que debería ser un final, no obstante, no es más que el comienzo. Y es que al “morir” nuestro personaje volverá a aparecer entrando por la puerta de su casa y topándose una y otra vez con la misma escena: velada romántica, policía que irrumpe y muerte.
De nuestros actos dependerá poder cambiar lo que sucede y desenmarañar el misterio que nos tiene atrapados en este bucle temporal de doce minutos que no deja de recordarnos un traumático evento. Bajo esta simple premisa, Twelve Minutes consigue trazar una brillante historia cargada de giros argumentales y donde nada es lo que parece. Cada detalle, cada objeto y cada rincón de la casa se acabarán convirtiendo en nuestros mejores aliados para poder resolver un enigma que no tiene fin. Literalmente.
Apunta y clica
Los narradores indie se han consagrado en los últimos tiempos en el mal llamado género del walking simulator, en el que la narración de la historia sostiene un gameplay plano y sin demasiado que ofrecer (obviamente hay excepciones). La obra de Luis Antonio, por su parte, nos traslada a los años 90, a la época dorada del género de aventuras point-and-click, en los que la interacción con el entorno a base de investigar cada uno de los elementos en pantalla es fundamental para descubrir cómo progresar. Y lo hace con una curiosa y efectiva perspectiva cenital, que nos sitúa sobre las cabezas de los personajes y que restringe deliberadamente el punto de vista del jugador.
Lograr encontrar elementos ocultos o probar acciones distintas a las ya intentadas con anterioridad es una de las claves para progresar en Twelve Minutes. No importa cómo de loco o salvaje te parezca lo que vas a hacer. Inténtalo. Solo así podrás ver cosas nuevas, escuchar conversaciones que te den más información o reunir pistas adicionales para llegar hasta el final del juego. Incluso aunque te quedes atascado durante algunos loops consecutivos, Twelve Minutes nunca aprieta demasiado al jugador hasta el final de la aventura, lo que nos permite avanzar con soltura y completar la historia en unas cuatro o cinco horas, dependiendo de cómo de rápido seas percatándote de lo que necesitas hacer.
Las conversaciones con los personajes con otra de las principales fuentes de obtención de nueva información y a medida que descubramos más cosas también podremos hacérselas saber a estos personajes, por lo que crearemos situaciones inéditas. Repetir es el método para avanzar en Twelve Minutes, de modo que no temas hacer muchas veces lo mismo cambiando un solo detalle. Tal vez ese detalle sea el que te permita obtener la información que tanto necesitabas para desbloquear algo nuevo.
Aventura made in Hollywood
No podemos dejar a un lado una de las grandes facetas positivas de Twelve Minutes: su reparto de voces. James McAvoy (X-Men, Múltiple), Daisy Ridley (Star Wars, Chaos Walking) y Willem Dafoe (Spider-Man, El faro) son los tres actores que dan voz al trío protagonista. La presencia de Annapurna Interactive como editora y distribuidora del videojuego de Luis Antonio ha permitido que el creativo portugués sume un talento descomunal a su obra, lo que la eleva a otro nivel. Todos rayan a un enorme nivel, aunque personalmente nos gustaría destacar a Ridley, que probablemente tenga el papel más complejo y lo borda a cada escena.
El sonido se complementa, además, con una banda sonora original muy atractiva y con canciones licenciadas, concretamente del gran Carlos Gardel. Pero no podemos olvidar también el apartado visual. Uno que destaca, como hemos comentado anteriormente, por su perspectiva cenital, pero también por un elaborado y detallado apartado artístico que nos recuerda que Luis Antonio ya estuvo sublime en ese sentido en el mentado The Witness. Puede que Twelve Minutes no sea del todo preciso en su control con mando (a veces echamos el pestillo de la puerta en lugar de abrirla o cerrarla, por poner un ejemplo), pero es una de las pocas cosas a las que podemos ponerle un pero a una aventura que, por todo lo demás, roza la brillantez.
Conclusión
Twelve Minutes no es un videojuego para todo el mundo. Su propuesta centrada en la narrativa y su jugabilidad point-and-click parecen llevarnos a otra época, pero la calidad de su historia es universal. McAvoy, Ridley y Dafoe elevan a la enésima potencia una trama ya de por sí muy bien escrita y a la que solo le podemos recriminar que sea demasiado quisquillosa para llegar al final definitivo. Sin embargo, los giros de guion, el ingenio que nos pide para resolver según qué situaciones y la enorme variedad de cosas que podemos hacer (incluso algunas muy truculentas y despiadadas) hacen de Twelve Minutes un juego imprescindible y uno de los grandes candidatos a ser la revelación del 2021.