Es posible que muchos no se acuerden de los orígenes de la saga V-Rally, pero se remonta a los años 90, más concretamente, a la saga Need for Speed. En su afan de ampliarse a nuevas disciplinas, Need for Speed: V-Rally se introdujo de la mano de Eden Games en los rallies. Resultó ser un experimento que no deparó el éxito esperado, ya que la competencia entonces era muy elevada, pero tampoco supuso un fiasco, dado que V-Rally se centró en ofrecer una experiencia más radical y arcade que sus rivales. Tomando como referencia los clásicos de Sega, Sega Rally para ser más precisos, V-Rally se expandió con dos entregas más que se remontan a la época de la primera Xbox.
Una vez Eden Games cerrase sus puertas tras Test Drive Unlimited 2, Bigben Interactive se hizo con los derechos de varias de estas licencias de Atari para recuperarlas. Recurriendo a Kylotonn Games, que se ha especializado en juegos de carreras como los últimos WRC, V-Rally 4 se expone como una nueva oportunidad para esta licencia. En estos días donde los juegos de conducción arcade offroad se han popularizado en diferentes propuestas, como son Gravel u OnRush, V-Rally 4 intenta acercarse más a la experiencia de los rallies sin necesitar de ese aspecto realista o de simulación como intentan exponer juegos como DIRT de Codemasters o la propia WRC.
V-Rally 4 intenta traer de regreso los rallies más radicales, con una propuesta que suena a clásico renovado. ¿Será así?
El regreso de una licencia clásica que siempre ha apostado por ser el arcade más radical
Gestiona tu propio equipo
Si bien la propuesta de V-Rally 4 podría apostar por ese concepto arcade de avanzar por una larga lista de pruebas en las que competir puerta con puerta, o en las que nos traslada por temporadas preconfiguradas para abarcar el campeonato global, la realidad es que lo primero que hace es sorprender. Y es que V-Rally 4 hereda ese tipo de propuesta en la que nos hacemos cargo de un equipo para hacer frente a la competición. Una competición que se presta a la diversidad al abarcar hasta 5 disciplinas diferentes, como son, los rallies tradicionales, los rallycross, carreras de buggies, gymkhanas y pruebas de ascenso o HillClimbs.
Con una introducción guiada por una voz doblada que nos da pistas sobre como empezar, iremos desbloqueando las diferentes pruebas a base de correr. Al principio, partimos de una primera compra, que como es obvio, será un coche pequeño para las pruebas de rally cronometrado. Tras ir superando las primeras carreras, nos daremos cuenta de que V-Rally 4 ofrece interesantes opciones de gestión. Esos premios que recibimos no serán solo para poder comprar nuevos coches, serán también para pagar los jornales de representantes, ingenieros y mecánicos de nuestro equipo. Incluso, debemos pagar de nuestro bolsillo algunas inscripciones y, por supuesto, las reparaciones y mejoras.
Conseguir dinero, comprar y mejorar coches y gestionar el personal del equipo será el fundamento para evolucionar el equipo
Es de este modo que el modo V-Rally, viene a ser un modo campaña que toma prestados muchos conceptos de actuales juegos similares. Sin llegar a ser tan profundo y preciso como los de la nueva saga DIRT, ofrece una diversidad muy bien enfocada de como gestionar los recursos de un equipo. Ganar dinero será una obligación, ya que hay que mantener la infraestructura. Así que hay que competir, recaudar, invertir y seguir compitiendo.
Incluso, se ofertan algunos contratos de patrocinio que buscan, principalmente, que cumplamos una serie de tareas o desafíos para poder ingresar el dinero que nos prometen. Son ofertas muy llamativas que, con el paso de las pruebas y ese supuesto incremento de nuestra reputación, irán siendo más cuantiosas. Todo ello, para poder abarcar nuevos vehículos, para acceder a más pruebas y hacerlo con más garantías.
Un mapa que expone las diferentes pruebas cada turno, al final de semana, toca pagar al personal
No resulta tan arcade
Muchos pueden estar esperando un juego que herede el espíritu de esta saga, no obstante nos daremos cuenta desde el primer momento que ningún elemento se parece a lo que se espera recibir. No se trata de una propuesta que intente emular a los clásicos, siquiera intenta recuperar lo que dejó la saga DIRT en la anterior generación, pese a que en muchos ámbitos parece tomar gran parte de su base. V-Rally 4 es un juego que dista mucho de ser un simulador, como es el caso de los nuevos DIRT, incluso de la propia saga que Kylotton Racing acostumbra.
Es un juego arcade, porque la conducción es directa, inconexa y con unas físicas que evaden cualquier lógica. Pero cuando nos ponemos en marcha, el entusiasmo nos hará caer de lleno en el primer obstáculo. Pronto nos daremos cuenta de que la conducción va a requerir de los cinco sentidos, con mucho tacto tanto en el freno como en el acelerador y bastante precisión en la toma de curvas. Esto deja de lado la presunción de que V-Rally 4 iba a competir mano a mano con juegos como OnRush o Gravel, que apuestan por una premisa arcade pura, con amplias pistas y poco freno.
Si esperas un juego arcade de pistas anchas y pedal a fondo, no es lo que encontrarás en V-Rally 4
Pero como tampoco llega a ser tan profundo, ni permite tener una conexión tan sensible con la mecánica del coche, se encuentra en un punto entre dos aguas que lo acercaría más a las experiencias de los juegos de la WRC que venía ofreciendo anteriormente. Claro está, que la diferencia principal de V-Rally con esos juegos de Kylotton Racing, es que no hay una licencia oficial y de este modo, se han saltado cualquier elemento que exige cierta credibilidad en la propuesta.
De este modo, podemos comprobar que la conducción intenta ser exigente, pero sin olvidarse de que se ha desarrollado para divertirse de forma directa. Pero la realidad es algo diferente, el objetivo final se ve cláramente coartado por una presentación y jugabilidad que no se puede tachar de incoherente, ni de inteligible. No se puede entender como se ha aplicado una jugabilidad tan estricta a algo que invita a obviar que existe un pedal del freno. Además, la precisión requerida en la mayoría de casos es extrema, hasta el punto de que juegos como DIRT 4, exigiendo algo similar, transmite mejores sensaciones y, por tanto, un mayor control de la sensación.
Si vamos a lo loco, mal, si no vamos a lo loco, igual de mal. Es así que incluso en los niveles de dificultad predeterminados, que están entre lo fácil y lo difícil, encontramos disparidad de comportamiento de la IA o disparidad de control por nuestra parte. Tras unas cuantas horas la confusión no desaparece y seguimos encontrándonos con una curva de dificultad incomprensible, siendo vapuleados por la IA en muchas pruebas y pasando como un rodillo sobre ellos en otras. Con la adquisición de mejoras esto parece compensarse, en parte, porque a más dificultad mejores recompensas y cuanto más intentamos atinar en la dificultad desafiante, más nos frustramos al ver que se aplica como le viene en gana. Mientras que en asfalto parecemos arrasar, en el resto de superficies el reto es elevado, incluso en un nivel que presuntamente es sencillo.
Varias disciplinas para conducir de maneras muy diferentes, como el caso de la gymkhana
Puede que la culpa esté en la conducción, ya que adaptarse a determinados comportamientos es muy difícil. Si bien nos gustaría llevarnos por la emoción del momento, no podemos. Ante esta situación, querer controlar con precisión el coche se puede tornar en un desafío frustrante. El comportamiento, como se siente la conducción, resulta extraña para este nivel de exigencia, pues es un arcade a la hora de pilotar. Claro ejemplo es ver las repeticiones, donde notamos que el coche pivota en muchas ocasiones, donde el peso del mismo no se representa debidamente y no solo parece que no se aplica la física lógica y el comportamiento que los coches de determinadas características requieren.
No es lo mismo un rally que una prueba de Hillclimb, el reto no es similar en asfalto que en barro o nieve, y no es lo mismo luchar contra un crono que codo con codo contra otros pilotos. En todos estos ámbitos, la propuesta busca sorprender, pero existen varios conceptos mal aplicados. El índice de rendimiento aplicado a cada coche, las diferentes subcategorías dentro de cada disciplina, que tipo de coches nos encontramos en cada prueba. Nada de eso está bien explicado y al intentar avanzar, muchas veces nos encontraremos con un muro, bien por creer que es un arcade, bien porque pensamos que podemos controlar la situación. Si es un arcade, vale, pero cuando exige una conducción precisa, confunde.
Aun y todo, con paciencia, el juego llega a enganchar, dado que estos elementos que lo definen como un producto desenfadado, pueden verse como virtudes para echarse unas carreras, seguir ganando dinero y probar suerte en la próxima competición.
La IA resulta muy irregular según la superficie o la disciplina en la que la enfrentes
Unas cuantas de grava para pocas de arena
Y es precisamente este aspecto arcade lo que define algunas de las cualidades más interesantes de V-Rally 4. El que no se vea reprimido por el uso de determinadas licencias permite abordar un buen número de disciplinas en una serie de entornos que han dejado vía libre a la creatividad de los desarrolladores. Es así que una de las grandes virtudes del juego se observa en el diseño de los trazados. Serpenteantes carreteras que debemos atravesar sin desviar la mirada para ver paisajes hermosos, al menos, si echamos un poco de imaginación.
El asfalto de Japón atraviesa coloridos campos de flores, serpenteantes carreteras de montaña a través de monumentos religiosos y acceso a pequeñas poblaciones por donde pasa el tren bala. El gran valle chino, la Transfagarasa rumana, la nieve siberiana o las sequollas de Estados Unidos, pasando por la tropical Bolivia y Malasia o la desértica Kenia. Los trazados para el rally son un deleite para conducir, un desafío que atraviesa lugares representativos de estos países, y son escenario de todo tipo de carreras. Hay un buen número de configuraciones de trazados, sobre todo en los rallies.
Buenos escenarios, magníficos trazados, pero el aspecto que ofrece no luce
Para ello, podemos usar un variopinto catálogo de coches, que va desde modelos clásicos como el Mini Cooper del 65 con el que podemos empezar, hasta modelos mucho más modernos, como el Honda Civic de rallycross, pasando por mitos como el Citroen Xsara, el BMW M3 E30, Porsche 911 y más. Además, podemos personalizarlos, con colores y algunos vinilos. Los coches están clasificados por las disciplinas en las que podemos participar, de manera que el catálogo es algo excluyente y podemos ver algunos modelos repetidos. No importará mucho, porque lo importante es meterse dentro y correr.
Se puede ver que la intención de V-Rally 4 es tremendamente ambiciosa, pero luego está la realización de este juego. Es ahí donde se advierte que de buenas intenciones no se vive, ya que a la magnificencia de sus trazados, incluso a la belleza de los escenarios, les falta toda la chispa que hubiese marcado diferencia. Los diseños al final resultan toscos, donde se ofrece un despliegue de medios muy cuestionable. El resultado final es pobre, rozando lo esperpéntico. Nos podemos sorprender por la gran labor a la hora de crear un trazado espectacular, pero tanto por su diseño final, como por las texturas, incluso la iluminación, todo se tiñe de juego mediocre.
La creatividad permite disfrutar como ningún otro juego de rallies ha hecho, los trazados son fabulosos
A esto hay que acompañarlo de una banda sonora de dos o tres canciones machaconas, que aunque intentan imprimir cierto ritmo, cansan. Claro que si nos centramos en las voces que nos acompañan en el rally, dando instrucciones, se puede ver que esa voz parece más una grabación que alguien que nos canta dentro del coche. En vez de llevar copiloto, hemos puesto el radiocassete, con una voz desinteresada que nos chiva las curvas con más o menos acierto. Llega el punto de que incluso obviamos muchas veces lo que nos dice, porque el sonido abrupto del motor resulta intrusivo hasta clavarse en la molleja. No es de una calidad demasiado elevada, y se mezcla torpemente con otros efectos que parecen más propios de un estudio sin medios. El sonido de los neumáticos que parece más el sonido de rascar una pizarra, el chisporreteo de la gravilla y poco más, hacen bastante incómoda una experiencia que, por su planteamiento, podría haber sido maravillosa.
Ni siquiera el modelado de los coches da la sensación de ser un juego que quiera ser referente
No solo de buenas intenciones se vive…
…es algo que todos sabemos. V-Rally 4 ha tenido la oportunidad de ofrecer una experiencia de conducción arcade, a la antigua usanza, aprovechando un hueco claro en el catálogo. No lo ha aprovechado porque ha decidido hacer una alternativa ficticia a los juegos de rally comunes. Es posible que intente acercarse a ese público que cuando vieron que DIRT se convertía en un simulador, se sintieron intimidados. Han intentado hacer un juego más directo, presuntamente más accesible y con ideas realmente apasionantes. Gestionar un equipo, añadir más disciplinas radicales, aprovechar la oportunidad para ofrecer algo diferente y crear un producto bastante confuso.
Cuando alguien se ubica entre dos aguas, entre dos tierras o entre dos conceptos, o lo borda o fracasa. Creo que es evidente cual es la conclusión de esta frase, aunque no por ello el juego deja de tener algo. Algo que puede llegar a entretener si se toma en serio. Horas de juego no le faltan, ya que además de este modo V-Rally 4 que parece extenderse sin medida, están las opciones multijugador, tanto dentro de ese modo, como por su propio modo de juego. Gestionar el equipo y conseguir todos esos trofeos lleva mucho tiempo. Tiempo que cada uno puede valorar invertir, ya que a aciertos como los trazados o un catálogo de coches muy atractivo, se suman aspectos disuasorios como una conducción imprecisa, sobre todo, cuando atendemos al resultado de las pruebas con una IA de comportamiento irregular.
¿Preparados? ¿Listos? A correr, V-Rally 4 ofrece algo diferente, extenso y no por sus fallos menos divertido
Un apartado gráfico ingrato, que no sabe aprovechar el gran trabajo de diseño que han tenido de base. Un apartado sonoro deleznable, que llega a taladrar los oidos. Puede parecer un auténtico suplicio, pero soy un apasionado de los juegos del motor y a veces, buenas son tortas. Puede que en esta ocasión, aunque no haya pan de hoy, el pan duro de hace unos meses, o años, pueda ser más apetecible. Ante propuestas arcade más puras, como es Gravel u Onrush, con propuestas de rally con más peso, como son los DIRT o incluso los WRC, y con la mirada puesta en futuras propuestas de conducción mucho más atractivas, V-Rally 4 lo va a tener muy complicado para convencer. Es atrevido, es bienintencionado, pero algo por medio ha dejado un producto que tiene demasiadas contras en muchos aspectos que parecen importantes. Divertir… divierte… pero la competencia es muy dura en este género y es un producto muy impreciso.