Volvemos a Willamette para traeros el análisis de Dead Rising 4 para Xbox One, el videojuego de Capcom Vancouver que hará las delicias de todos aquellos que sentís el espíritu navideño de una forma algo peculiar y necesitáis liberar tensiones tras las continuas cenas con compañeros de trabajo y familiares.
La saga Dead Rising siempre ha sido, gustara más o menos, sinónimo de calidad desde su aparición en Xbox 360 hace la friolera de 10 años (que se dice pronto). Con la segunda entrega y, sobre todo, la tercera, la saga cambió para agradar a cuantos más usuarios mejor, una estela que sigue la cuarta entrega numerada. Acompañadnos en el análisis de Dead Rising 4 para descubrir si el último gran exclusivo de Xbox One para este año cumple las expectativas.
Frank de Colorado
Han pasado 16 años desde lo sucedido en Willamette, un pueblo de Colorado con un centro comercial imponente que fue el escenario del primer Dead Rising. Frank West ya no es reportero de investigación y ahora se dedica a dar clases, además de ser más cínico que nunca. Sin embargo, como es normal, sigue teniendo pesadillas debido a lo que ocurrió en el centro comercial.
En mitad de una de las pesadillas, Vicky, la alumna preferida del reportero, llama a Frank debido a una misteriosa emergencia que quiere cubrir. En mitad del viaje Vicky nos descubre que, el lugar al que vamos es un pueblecito de Colorado llamado Willamete en el que, tras la pandemia de hace 16 años, se ha detectado algo extraño (que nada tiene que ver con zombis, o eso dice para convencernos).
Todo ocurre en el fin de semana del Black Friday justo tras la inauguración del centro comercial de espacios abiertos más grande de Norteamérica y, tras pensar por un momento que se puede tratar de una crítica sobre las costumbres consumistas de la humanidad en estas fechas, descubrimos que la historia no es más que un pretexto para acabar con oleadas de zombis.

El árbol de habilidades nos permitirá ir personalizando poco a poco a Frank.
La campaña está dividida en siete capítulos llamados ‘’casos’’. Frank, como buen reportero de investigación que es, tendrá que resolver lo que se encuentra al llegar al pueblo de Colorado. Y es que, lo que en principio parece ser un laboratorio de experimentación con humanos en lo que algo ha salido mal, resulta ser mucho más grande. El pueblo de Willamete estará involucrado, así como las facciones de los supervivientes, los Obscuritas (una organización que parece ser la causante de todo) y la propia Vicky.
El modo en el que avanza la campaña es muy clásico. Cada caso tiene una estructura de niveles que nos obligará a empezar en un punto A desde el que tendremos que ir a un punto B. En ese punto tendremos que investigar para encontrar pistas que nos lleven hasta el punto C, donde habrá, por lo general, un enemigo final al que debemos abatir. Una vez lo hagamos, Frank repasará las pistas que ha conseguido durante el capítulo y cerrará esa parte del caso. Es repetitivo, sí, pero las nuevas (y sutiles) mecánicas no están nada mal.
Además, la historia no es algo que nos haga comprar un Dead Rising y, desde luego, el guión de Dead Rising 4 no es para echar cohetes, pero agradezco muchísimo que no se tome tan en serio como el 3, que queráis ser un drama constante sin llegar a conseguirlo en ningún momento. En Dead Rising 4 se mezcla un guión que pretende ser serio y trascendental, pero que parece escrito por alguno de los zombis a los que aplastamos, con un sentido del humor grotesco y salvaje.
No recordaba Willamette así
Vamos a lo que importa: la jugabilidad y las mecánicas. Aquí es donde los fans de la saga se dividirán, y es que faltan elementos muy importantes. Para empezar, aunque ya se sabía, no hay cronometro. El tiempo no será un enemigo contra el que luchar en Dead Rising 4 y, si bien lo agradezco, he de reconocer que se habría agradecido incluirlo como algo opcional, igual que en Dead Rising 3. Otra ausencia es el ciclo de día y noche, ya que cada caso se desarrolla a una hora concreta y, por tanto, esto acarrea otra ausencia más: los zombis que se vuelven agresivos en la noche.

Podremos personalizar al pobre Frank como queramos.
En Dead Rising 4, además de alguna que otra sorpresa, hay dos tipos de zombis ‘’corrientes’’: los normales y los recién convertidos. Estos neonatos tienen los ojos rojos y son algo más agresivos que sus compañeros veteranos. Tienen la impulsividad de la juventud y, por eso, saltan, son algo más duros y son los únicos que pueden pillarnos en un descuido, ya que se camuflan bastante bien entre sus estúpidos congéneres.
Sin embargo, la ausencia más notable es la de los memorables psicópatas, esos humanos que tenían su propia historia (y realmente nos importaba y llegábamos a entender) que nos ponían las cosas muy difíciles en juegos anteriores. ¿Quién no se acuerda del payaso o los hermanos francotiradores de Dead Rising 1? En Dead Rising 4 son llamados maníacos y, la verdad, no son nada memorable, ni complicado, si me apuras. El juego es bastante sencillo y los maníacos no son una excepción.
Lo que no falta a su cita son las armas y todos los objetos con los que podemos reírnos de los pobres zombis. Habrá tres tipos de armas básicas (melé, armas blancas y armas a distancia, ya sean de fuego o ballestas) y algunas especiales que solo podremos manejar cuando nos equipamos el exotraje (como una railgun, un hacha de un tamaño considerable o un lanzallamas). Además, las armas básicas tienen variantes en función de los elementos que nos encontramos en la campaña. Vuelven los planos de Dead Rising 3 que nos permitirán combinar armas para crear unas más poderosas. El arma más divertida, sin duda, se consigue al combinar fuegos artificiales con una ballesta.
Cuando llevamos una racha de 25 golpes podremos ejecutar un ataque especial que desbloqueará una animación única dependiendo del arma que tengamos equipada y, como siempre, habrá un contador de golpes que se traducirá en más experiencia al terminar el combate. Conforme ganemos experiencia iremos subiendo de nivel, lo que nos permitirá desbloquear mejoras para Frank (repartidas en cuatro árboles de habilidades) y podremos gozar de salud regenerativa, mayor probabilidad de ataques críticos o más espacio en un inventario que mejora enormemente respecto a entregas anteriores.
Lo que sigue siendo horrible es la conducción. Podremos conducir una amplia variedad de vehículos, desde triciclos hasta una máquina cortacésped, pasando por una ambulancia o un vehículo militar y coches normales y corrientes. Es extraño tener el mejor control de personaje de la serie Dead Rising y el mismo sistema de conducción arcaico de otras entregas.
Donde sí hay innovación es en el uso de la cámara. Dentro del modo historia hay escenarios que tendremos que escudriñar para encontrar pistas con las que proseguir la misión. Aunque la cámara sea la misma que en Dead Rising 1 (aunque ahora nos deja sacar ‘’selfies’’), tiene dos filtros (uno de visión nocturna y otro de rayos X para descubrir secretos) y un propósito más allá de fotografiar zombis para ganar puntos. En los escenarios de investigación, el objetivo es que nos sintamos como un reportero que está documentando su paso por Willamette para desenmascarar la verdad y, claro, para eso hay que hacer fotos. Jugablemente puede parecer que corta la acción, pero es un respiro que me ha gustado.
Otro dato importante son los numerosos puntos de guardado que tiene el juego. Siempre que hacemos algo importante, la partida se guarda automáticamente. Además, repartidos por el pueblo, hay una serie de refugios donde podremos comprar provisiones (previa masacre de los zombis que están dentro).
De caza con amigos
En esta ocasión, a diferencia de Dead Rising 3, no tenemos una campaña cooperativa. Sí, habría sido tan sencillo como incluir un segundo personaje, pero Capcom quería explorar otras cosas con la campaña. Sin embargo, sí tenemos un modo cooperativo online para hasta cuatro jugadores en el que el objetivo será sobrevivir cuantos más días podamos.
La mecánica del multijugador es bastante divertida. Tendremos que elegir uno de los cuatro personajes disponibles (cada uno comenzará con un arma principal) y el objetivo será sobrevivir cuantos más días, mejor. En este modo sí habrá un reloj que nos marcará el final del día, por así llamarlo. En ese momento tendremos que ir a un refugio para salvar, subir de nivel y prepararnos para el segundo día, y así sucesivamente. Sin embargo, desde que se alza el Sol hasta que se esconde, tendremos varios objetivos a lo largo de los escenarios en los que se desarrolla la campaña.
El multijugador de Dead Rising 4 es muy dinámico, ya que constantemente estaremos haciendo algo o nos necesitarán para cualquier cosa. A lo largo del día se irán desbloqueando misiones del estilo de ‘’mata X zombis’’, ‘’mata enemigos con explosiones’’ o ‘’lleva X objeto al punto indicado’’. Cuando completemos cada una de las misiones (que aparecerán sin tiempos de carga) se nos darán unas cajas con armas y elementos de curación para que nos pertrechemos para las siguientes rondas.
Es importante ir cumpliendo objetivos ya que, y esto puede ser solo una impresión, los objetos de curación y las armas son bastante más escasos que en la campaña, por lo que hay un mayor elemento de supervivencia. Además, en todo momento habrá un contador que nos irá marcando nuestro progreso en la partida y que bajará muchísimo en caso de que muramos, lo que nos penalizará en el conteo final. Llegado el momento, con todos los jugadores preparados, podremos hacer sonar un gong que atraerá a un enemigo especial. Este, aunque no llega, tampoco, al nivel de los psicópatas, es notablemente más complicado que los maníacos de la campaña (de aquí a Roma).
Cuando termine el día (y siempre dentro de un tiempo máximo), tocará volver al refugio. Curiosamente es de lo que más me ha gustado de Dead Rising 4 ya que he sentido un componente real de cooperación con los otros jugadores y, además, la supervivencia parece más complicada en el multijugador. Una sorpresa que tenía por mero añadido y en la que puedes perderte durante horas ya que, además de los propios valores jugables, la subida de niveles y habilidades es completamente independiente de la de la campaña.
El poder de la actual generación
El primer Dead Rising apareció hace 10 años, el mismo año que Gears of War. La verdad es que es una discusión permanente por ver cuál de los dos juegos iniciaba de verdad la pasada generación. Y es que sí, Gears of War trajo consigo mecánicas nuevas, unos gráficos y animaciones impresionantes y unos efectos que dejaban sin aliento, pero Dead Rising era todo lo que se le pedía a una nueva generación: muchos personajes en pantalla y definición.
Está claro que Dead Rising fue, junto al juego de Epic, uno de los juegos que dieron el puñetazo en la mesa en la apertura de la pasada generación y, curiosamente, Dead Rising 3 se encargó de abrir la actual generación junto a otro portento, RYSE. Con Dead Rising 4, Capcom Vancouver repite el esquema de Dead Rising 3 al brindar cientos (literalmente) de zombis en pantalla con los suficientes artificios como para no hacer evidentes la repetición de enemigos (hay que fijarse bastante para encontrar zombis iguales uno al lado de otro).
Sin embargo, la calidad de imagen de Dead Rising 4 es bastante superior a la de la tercera entrega y los efectos, como las salpicaduras (sobre todo en Frank, que acabará bañado en sangre cada dos por tres) son una gozada. Las animaciones han dado un pasito en la buena dirección y el personaje se controla muchísimo mejor que antes. Además, los efectos de luces son impresionantes, con sombras en tiempo real que proyectarán sombras creíbles en el escenario. A nivel de rendimiento no he experimentado ningún bajón en la campaña. En el multijugador he notado alguno, pero nada que empañara la experiencia.

Si queréis zombis en pantalla, Dead Rising 4 pondrá un montón en escena.
Lo que no es tan bueno es, precisamente, el motor de físicas que sí, hace su trabajo en muchas ocasiones, pero en otras provoca que salga un camión volando debido a un martillazo, hay zombis que se quedan enganchados en el suelo y están cayéndose cada dos por tres de una forma cómica, personajes (y el propio Frank) que se enganchan donde no deberían, etc. Eso, sumado a pequeños bugs como el que puede provocar que un zombi se quede congelado o aquellas numerosísimas ocasiones en las que realizamos una de las espectaculares ejecuciones al aire, empañan un poco no la experiencia, sino el apartado visual.
En el apartado sonoro no hay demasiado que se pueda decir. Las voces están en inglés con un nivel de actuación normalito para los secundarios, pero muy bueno cuando hablamos de Frank. Está en inglés, sí, pero me encanta el tono de su voz y lo cínico que me resulta el personaje gracias a la actuación del actor de doblaje.
La música acompaña en todo momento con melodías navideñas que tienen un deje oscuro y macabro (aunque se repite bastante) y unos efectos sonoros que son sorprendentemente buenos. Las armas de fuego suenan de forma contundente, las armas cuerpo a cuerpo suenan como deben sonar y el gruñido de los zombis es una gozada. En el apartado sonoro, excepto el nivel de interpretación de los personajes secundarios (todos menos el gran Frank West), cumple como se espera.

En los refugios podremos comprar ropa, armas, comida, vehículos…
El amanecer de los muertos (otra vez)
Fran West vuelve como los turrones para amenizarnos las fiestas con sus baños de sangre, su humor socarrón y el salvajismo en general. Dead Rising 4 carece de elementos que hicieron grande a la saga, como la sensación de terror cuando cae la noche, los impresionantes psicópatas y el crono que, aunque a mi no me gustaba demasiado, siempre es algo que se agradecía tener como optativa en Dead Rising 3. Añade las mecánicas de la cámara y el control (además del HUD) está muy pulido y tiene la mejor jugabilidad de la saga (pese a los vehículos).
Le faltan cosas, sí, pero le sobra diversión. Eso, al final, es lo importante en un videojuego. Además, por si el modo historia nos sabe a poco (ya que nos lo pasaremos muchísimo mejor yendo a nuestro aire que completando las misiones principales, de las insulsas secundarias no digo nada), Dead Rising 4 cuenta con un multijugador para cuatro personas que tiene su propio sistema de niveles y habilidades y donde la supervivencia nos agobiará un poco más.
Toda la diversión de la campaña se concentra en el multijugador y se expande gracias a la colaboración con otros jugadores. No es perfecto y no es el mejor exclusivo del año en Xbox One en términos generales, pero sí se trata del más divertido si lo que buscamos es acción desenfrenada y una excusa para masacrar decenas de miles (literalmente) de zombis. Sí, nos volveremos tan descerebrados como los entes a los que masacramos, pero para liberar tensiones no hay nada mejor que coger un hacha electrificada o una espada de hielo con nuestro Frank con armadura medieval, bigote y casco de albañil y ponernos a repartir cariño a diestro y siniestro. Y eso, repito, es tremendamente divertido.