Parece difícil imaginar un juego en el que el protagonista no sea un héroe que busque salvar al mundo. Múltiples géneros, múltiples propuestas, pero que acogen un mismo principios, somos seres de luz, héroes poderosos, personajes elegidos entre la multitud para protagonizar hazañas prodigiosas que concluyen al salvar al mundo y quedarse con la chica. Pero no todas las personas están designadas para ser un héroe, además, no existirían héroes sin villanos, maldad y corrupción. En base a esto ¿Qué tal si por una vez tomamos las riendas del mal y encarnamos un villano?
Ese es el principio que popularizó, hace ya mucho tiempo, una licencia concebida por Bullfrog que recibió el nombre de Dungeon Keeper. Tomando el control de un Dungeon Master, debíamos de organizar a las tropas del mal para conquistar el subsuelo y con ello, someter a los unicornios, arco irises y héroes de brillante armadura y peinados perfectos que intentaban conquistar el corazón de una princesa de ensueño. Subyugar al estereotipado bien era el objetivo de una propuesta que encandiló a los usuarios con un sentido del humor muy peculiar y con una dosis de estrategia en tiempo real que regresa con Dungeons III.
Cuando parecía que todo estaba conquistado, el éxito del mal parecía imperar al haber sometido a todos los reinos y suprimido su pompa y colorido. Pero tras una larga y plácida paz, hasta el propio malvado villano oscuro y tenebroso llegaba a aburrirse. Por motivos que, en cierto modo se usan para poder lanzar una secuela, un nuevo continente fue descubierto. Un continente de luz y color que estaba separado por un mar que lo aislaba del mal. Es por ello, que dicho continente se convertirá en el nuevo objetivo, así que tomaremos el camino que nos permita llevar la oscuridad a dicho reino aislado.
Estrategia de la vieja escuela
Imponte a la luz con tu reinado de oscuridad, repleto de… eso… oscuridad
Dungeons III es el heredero de una de las licencias con más caracter y carisma del género de la estrategia en tiempo real. Su carisma reside en una fórmula que Bullfrog, en la época de Molyneux, sabía exprimir para dar brillantes propuestas como Populus o Black & White. Dungeon Keeper fue uno de esos juegos que expuso una perspectiva diferente, ya que lejos de ser los “buenos”, debíamos de comandar hordas de diabólicos enemigos para someter a los que, hasta entonces, eran los protagonistas de las historias.
Como un ser de oscuridad suprema, todo el poder reside en nuestra mano. Literalmente, dado que el juego expone al jugador como una mano que se encargará de señalar, recoger, arrojar y golpear con el envés de la misma, a los súbditos. Unos súbditos que se reparten en diferentes tipos de personajes con diferentes habilidades, principalmente, peones y luchadores. Si empezamos por el principio, porque es por donde hay que empezar, deberemos considerar la construcción de unas mazmorras en cuyo centro se guarda el corazón del mal. A partir de ahí, la red de cavernas servirá para construir habitaciones, en las que se puede construir maquinaria y acceder así a nuevas criaturas, opciones y habilidades. Incluso, debemos considerar aprender mediante la ciencia, con la que descubrir nuevos hechizos y posibilidades.
Hacer crecer nuestro poder no será solo cuestión de ir ordenando a los constructores que creen nuevos lugares, que extraigan el oro de las minas y que hagan su trabajo. Los soldados y criaturas capaces de luchar servirán tanto para hacer que la oscuridad avance, como para evitar que los héroes nos destruyan.
Escava en la profundidad profunda y crea tu galería de los horrores… o cuartel general
Sumiendo al mundo en la oscuridad
Es de este modo que se presenta una propuesta que ofrece la oportunidad de llevar a cabo acciones malignas a través de varios modos de juego. La campaña es el modo principal, pudiendo ser disfrutada en solitario o cooperativo. Una historia en la que la oscuridad viaja a ese nuevo reino para poseer a la hija adoptiva del paladín, una elfa oscura que parece reacia al adoctrinamiento del nuevo padre. De este modo se convierte en el blanco perfecto para la sombra, encontrando el recipiente perfecto y a partir de entonces, dar comienzo a la conquista.
Con una narrativa hilarante, la aventura va dando pequeños pasos en forma de misiones con objetivos muy bien determinados. Objetivos que se irán complicando paso a paso, capítulo a capítulo, extendiendo la oscuridad y ofreciendo un viaje a aquel clásico del género de estrategia. Si bien se puede aprender a manejar la mazmorra con los tutoriales, la propia campaña servirá para ir introduciendo poco a poco los diferentes niveles de complejidad. Al principio, con el poder recién obtenido, simplemente habrá que ir conquistando la tierra y consiguiendo puntos estratégicos para obtener materia prima para la investigación.
Hazte fuerte investigando, cada misión ofrecerá más posibilidades
Para ello, gestionaremos primero nuestra mazmorra, que circunda el corazón del mal que le otorga poder al jugador para ir cavando y construyendo. Gestionar los recursos va haciéndose cada vez más complejo, porque hay que asumir el mantenimiento, con oro, pavos y alguna que otra reyerta. Atender al ataque de los héroes, que intentarán hacer su trabajo, ese al que acostumbra el jugador a realizar… pero ahora hay que evitar que tengan éxito.
Más allá de la mazmorra está ese luminoso mundo exterior que hay que someter. Organizar expediciones a partir de las unidades que conforman nuestro ejército oscuro será lo que emplearemos para ir destruyendo todo a nuestro paso. Un frágil equilibrio basado en apuntar a donde se quiere ir o donde se quiere atacar y aprovechar las virtudes, poderes y opciones que disponemos para salir victoriosos. Una gestión simple, que solo resultará exitosa tras una ardua planificación y organización de los recursos. Si te resulta sencillo, siempre puedes probar a subir la dificultad, a ese modo pesadilla que solo las mentes más malvadas podrán manejar. Si esto es un reto mayúsculo, probar el modo cooperativo enfatizará una experiencia gratificante.
Carácter, carisma y mala leche
Dungeons III hereda la esencia de aquel mítico Dungeon Keeper, así como de sus secuelas. Una experiencia que goza de un prestigio muy particular, porque su ambientación se mantiene inalterada tras tantos años. Lógicamente, el juego ha evolucionado, y ahora mismo despliega un llamativo diseño, que guarda ese carácter para dar un producto muy personal y con un fuerte carisma.
Las típicas figuras de goblins, orcos y criaturas malvadas, se enfrentan a las estereotipadas blancas armaduras de los caballeros más valientes. La oscuridad y el color luchan por expandirse, en una confrontación de gran contraste y gran resultado visual. Claro que muchos pueden pensar que el resultado no guarda un diseño que exija demasiado a la potencia de estos hardwares. Cierto es que en ocasiones, no es cuestión de romper las fronteras de la tecnología para cumplir con un diseño que hará recordar viejos tiempos y que confiere un carisma peculiar a una propuesta que requiere de ello para no ser algo clónico.
Crea tu galería de los horrores y defiéndela de los molestos héroes de brillante armadura
Aun así, se puede notar que el acabado del juego dista mucho de ser constante. No tanto porque los diseños se vean afectados, siquiera el rendimiento, que se mantiene estable para que la jugabilidad no sufra. El uso de una resolución dinámica es una experiencia que en Dungeons III sufre un uso excesivo y notable. De hecho, podemos notar desde el principios, incluso en el extenso tutorial muy instructivo, que durante las animaciones se ve reducida la calidad. Un primer efecto borroso, que se convierte en una rebaja de resolución en la pantalla afectando a todo en general. Si bien la UI se mantiene, los gráficos pasan a cubrir un espectro desde la calidad 1080p hasta la de los 16bits pixelados. Puede parecer un regreso a su original, pero en realidad es una rebaja exagerada de la calidad que se hace demasiado notable para obviarla.
Apoyado en una forma de plantear la narrativa hilarante y peculiar, un doblaje extraordinario al castellano, permite disfrutar de la comedia que sustenta esta propuesta. De este modo, la ambientación se apoya en el diseño basado en los típicos artworks de fantasía clásicos, de forma que permite abusar del estereotipo de héroe y villano de RPGs de fantasía, para una propuesta que explota un género diferente. Un género poco usual en consola, por la falta de un teclado y un ratón que siempre parecen ser requeridos.
Menús radiales por doquier, que hay mucho para escoger
Con guante de hierro
Los RTS, o juegos de estrategia en tiempo real, siempre han sido juegos que usan un puntero para controlarlo todo. En esta ocasión, no sirve una flecha, una cruz o un punto, es una poderosa mano de armadura azabache y dedos puntiagudos. Con esta mano señalaremos objetivos, marcaremos construcciones, gestionaremos una mazmorra y atacaremos al enemigo.
No obstante, lejos de quedar solo en el medio con el que se señala que hacer, ofrecerá usos diversos. Unos usos heredados de una licencia importante, donde podemos coger a los aliados por la pechera y arrojarlos a otro lugar. Incluso, si alguno se revela o hace el vago, podemos darles un manotazo con el envés de la mano para que despierten. Ojo, esto provoca daño sobre la criatura, si os pasáis de la raya, podéis llegar a matarlo. Por ello, debemos cuidar las necesidades de nuestros lacayos, súbditos y esbirros. Oro, para sus jornales, pavos, como comida, o descanso, son requisitos que, cual trabajador, requieren.
¡Cuanta luz y color! Hay que acabar con todo esto a base de combates
A lo largo de la campaña se irán descubriendo nuevas posibilidades, obligando a adaptarse en cada momento. Proteger la mazmorra, su corazón de maldad absoluta y abordar las misiones en el exterior, requerirá de un buen planteamiento estratégico. Con una combinación de teclas, podemos acceder a las diferentes herramientas de construcción y reclutamiento. Poder navegar por las opciones con los menús radiales es un modo acertado de obtener acceso a todas esas opciones que nos permitirán afrontar todas las estrategias posibles. Gestionar la mazmorra, mandando a los esbirros a picar la piedra, crear galerías y adaptarlas a las diferentes instalaciones, habilitará opciones que permitan abordar el exterior. Con ello, las primeras expediciones con las que obtener puntos de investigación.
Esos puntos de investigación pueden emplearse para mejorar a la general elfa que comandará el ejército, así como para obtener mejoras tanto en las unidades como acceso a nuevas instalaciones. Todo está bien correlacionado para mantenernos atentos. Un frágil equilibrio que puede exigir tomar ciertos riesgos y plantear bien nuestro ejército para someter al reino a la oscuridad. La experiencia resulta bastante interesante, intuitiva y efectiva en su adaptación al mando.
El modo campaña concatena las misiones para ir adaptando la estrategia a las nuevas opciones disponibles. La adición de un modo cooperativo añade énfasis a esta experiencia, gracias a una mayor complejidad y a la posibilidad de disfrutar de forma notable de esta experiencia. Pero también hay modos diferentes, el modo batalla, que hereda de los clásicos del género un planteamiento básico para ir desde el principio hasta el final de un gran combate. Una pugna por ver quien es mejor Dungeon Master, que bien puede ser contra la IA en el Modo Combate, u otro jugador.
El mal no es responsable de la resolución dinámica que pixela todo…
¡lo juro!
En todo caso, la gestión de recursos termina en combate, un combate que puede recordar a los MOBA, dado que únicamente apuntamos y ellos hacen el resto. Se hace bastante intuitivo llevar a cabo estas acciones, sin embargo, también hay lugar para algunos conflictos derivados de no tener acceso a un ratón y teclado. Una buena adaptación en general, que no incordia demasiado y es bastante efectiva, pero no dejará nunca de lado que un puntero se maneja mejor con un ratón que con un mando. A ver si llega la ansiada actualización que permite disfrutar de estos juegos como se debe en Xbox One.
Una alternativa muy interesante y bastante diversa, dadas las circunstancias, ya que poco más se puede exprimir de un género como este. De hecho, las mecánicas pueden resultar monótonas, ya que pese a ofrecer más contenidos o nuevas opciones, el funcionamiento del juego siempre implica las mismas mecánicas. Puede resultar monótono, no obstante, el requisito de tener que adaptarse a cada misión puede ser suficiente para disfrutar de este juego. Y es que Dungeons III sabe aprovechar la licencia para afianzar una propuesta fundamentada en la ruptura de los estereotipos y clichés.
Entrena a tus tropas y conquístalo todo.
La victoria del mal
Dungeons III es una propuesta diferente, apoyada en la estrategia y echando por tierra todo lo que acostumbra a ser normal en los videojuegos. No se puede negar, que este carácter es lo que ha caracterizado siempre a esta licencia, que se ve reforzada por intentar aprovechar el vacío que hay en este género. Su particular sentido del humor permite implicarse más con un género poco dado a la comedia. Tomar las riendas del mal, ser los responsables del caos y la destrucción, comandando ejércitos de goblins, orcos y criaturas malvadas típicas, hará de la victoria del mal algo satisfactorio.
Se puede lamentar la falta de constancia en el apartado técnico, que no supone un trauma, pero no se puede ignorar. Un doblaje que ayuda a introducirse en una aventura opuesta a los clásicos, pero heredando de uno todo su carácter. Hilarante, entretenido y apasionante, ser el villano se redefine, como una oportunidad poco usual, en un género poco común y una ambientación infrecuente.
Pero no todo es bueno, además de ese apartado técnico, puede que la optimización del rendimiento y la jugabilidad pudieran ser mejores. Incluso, sin ser demasiado exigentes, se podría requerir una mayor diversidad de unidades, opciones, que diversificaran sobre todo los modos que enfrentan a dos facciones en combates a muerte. No obstante, la longevidad del juego con lo que ofrece, es más que suficiente para disfrutar, ya que el modo combate y el modo multijugador dejan que cada uno elija cuando termina.
Para concluir las conclusiones, podríamos destacar que Dungeons III resulta una experiencia llamativa, pues difícilmente encontraremos una propuesta con tanta fuerza en su ambientación y planteamiento. Verse con una sonrisa en la cara mientras nos convertimos en un villano puede resultar confuso para las almas bondadosas y adalides de la justicia. Pero ¿Quién dice que no se disfruta siendo el malo del cuento? Va siendo hora de que no coman perdices los de siempre.