La realidad virtual parece crecer en popularidad día tras día, hasta el punto de que ya empiezan a llegarnos los primeros juegos completamente pensados para esta experiencia. The Assembly, lanzado en PC hace ya un tiempo, es uno de estos casos. Ahora la aventura del estudio independiente nDreams nos llega a Xbox One, a pesar de no ser compatible oficialmente con la realidad virtual – aunque, si queréis disfrutar de ella, podéis hacerlo con nuestro tutorial -. ¿Será capaz The Assembly de mantener sus virtudes sin el aliciente de la VR en su paso por la plataforma Xbox? Descúbrelo en nuestro análisis de The Assembly para Xbox One.
La historia lo es todo
Si ya habéis jugado a algún juego desarrollado para la realidad virtual (como Resident Evil 7) seguro que os habéis dado cuenta de que existen ciertos elementos que los distinguen del resto de títulos convencionales. Uno de ellos es el peso del argumento, de la historia que se cuenta.The Assembly no es una excepción, y nos presenta una verdadera experiencia digna de ser vivida.Nos encontramos dentro de la organización que da nombre al juego, una suerte de complejo de investigación donde las reglas morales no existen, y donde se estudia con los problemas que el abuso de los antibióticos están provocando en la población mundial.
Dentro del complejo encarnaremos, en primera persona, a dos protagonistas, una investigadora que fue capaz de llevar a cabo experimentos con su madre, a la que ahora la prensa persigue sin descanso, y a un científico que descubre los macabros secretos de esta organización sin límites ni ética. Mientras la primera trata de entrar en el complejo, el segundo tratará de escapar, dando así una dualidad a la narrativa de lo más interesante y, por qué no decirlo, paradójica.
Además de algunas escenas cinemáticas, el grueso de la narrativa irá contándose a medida que avanzamos por el juego a través de conversaciones entre el personaje y sus propias reflexiones a medida que resolvemos los puzzles o interactuamos con el entorno. Y es que todo el juego en general tiene un tono bastante reposado, basando gran parte de la jugabilidad en encontrar cierto objeto, leer un correo electrónico, resolver un acertijo, etcétera… Aunque cada vez que avanzamos un poco más nos da la sensación de que el siguiente paso hará que todo se vuelva patas arriba y desencadene en un acto con consecuencias atroces… Aunque dicho acto no acaba de llegar nunca.
Otro punto negativo, a parte de ese clímax que nunca llega, es el hecho de que el título nos llega en inglés sin subtítulos, algo especialmente importante porque no estamos hablando de un lenguaje precisamente sencillo – la verdad es que lo he pasado mal en algunos tramos, en los que he tenido que tirar directamente de diccionario -, una barrera de entrada para más de un gamer y que no es justificable en pleno año 2017.
Alma de realidad virtual
Debo insistir en aquello de que The Assembly es un juego pensado desde el principio para la realidad virtual. Lo es para lo bueno, como ya lo demuestra en su historia, y también en otros elementos como la genial elección del sonido, tanto en la banda sonora como el sonido ambiente que te sumerge desde el minuto 1 en la experiencia. También ayuda en el resultado gráfico: The Assembly cuenta con un nivel de detalle en los escenarios que roza por momentos el fotorrealismo que ya querría más de un triple AAA actual, con cuadros, y otros objetos repartidos por la habitación que son un deleite para los sentidos. Y todo esto a 60fps estables como una roca.
En cuanto a la jugabilidad, podríamos decir que The Assembly es algo así como una novela gráfica moderna. Pasaremos la mayor parte del tiempo leyendo correos electrónicos, abriendo y cerrando cajones en busca de objetos o simplemente escuchando las conversaciones de los personajes para averiguar cuál es el siguiente paso. Es una mecánica simple que a algunos puede llegar a hacérseles repetitiva, pero que en general funciona bastante bien y se adapta a lo que el juego quiere ofrecernos en la mayoría de aspectos.
Pero haber nacido con alma VR también le pasa factura. Las texturas, en ocasiones, no son todo lo detalladas que deberían, imagino que para mantener la tasa de frames estable siempre (algo que en la realidad virtual es más importante que nunca), la historia tiene una duración que no pasa las 4 o 5 horas, y las mecánicas de juego son bastante sencillas. No son problemas en ningún caso que lastren la experiencia hasta hacerla incómoda, pero se hubiera agradecido un poco de adaptación al realizar al paso a Xbox One. Eso sí, como curiosidad, probé a jugar al juego haciendo uso de la Realidad Virtual y me pareció bastante divertido, aunque cansado al cabo de un rato.