Está claro que Tom Clancy’s The Division está llamado a ser uno de los grandes lanzamientos de 2016, aunque teniendo en cuenta la enorme cantidad de títulos importantes que están por llegar este año, eso es mucho decir. La presentación en la conferencia de prensa de Ubisoft durante el E3 de 2013 dejó las expectativas muy altas para este juego, y aunque con el tiempo el previsible bajón gráfico se ha ido confirmando, gracias a una alpha y a dos betas el gran público ha podido comprobar que The Division está más allá de los gráficos y que presenta una experiencia muy divertida.
The Division supone una nueva incursión, por parte de la editora gala, en el mundo de los grandes mundos abiertos con experiencias de juego en las que los jugadores pueden interactuar. Al juego se lo ha comparado con el último trabajo de Bungie (y similitudes no faltan) aunque sea muy diferente a Destiny (para lo que tampoco faltan razones). Obviamente otras sagas como Grand Theft Auto también han salido a la palestra, por motivos como el mapeado. Lo cierto es que Tom Clancy’s The Division toma «prestados» muchos elementos de otros tantos videojuegos, libros y películas y los mezcla con soltura para ofrecer algo diferente que hasta ahora nunca habíamos jugado.
Si sois una de esas rarae aves que aún no han probado Tom Clancy’s The Division gracias a una de sus betas o a la alpha, en nuestro análisis de The Division os contamos cómo es el juego, para que podías decidir por vuestra cuenta si merece la pena (que la merece).
El colapso de la sociedad
Pongámonos en situación. Ciudad de Nueva York. Comienza la campaña navideña. Tras haberse hinchado de pavo el día de Acción de Gracias, llega el Black Friday y todos los yankees salen en masa a hacer sus compras navideñas. Smartphones, tablets, televisores, consolas, libros y otras chucerías son adquiridas como regalos, los más previsores incluso compran ingredientes para la opípara cena de Nochebuena. Y el dinero cambia de manos a un ritmo vertiginoso. ¿La trampa? El dinero está contaminado por una variante más letal de la supuestamente extinta viruela y el virus comienza a propagarse rápidamente.
Por suerte, gracias a los datos obtenidos en 2001 tras la Operación Dark Winter, en 2007 el gobierno de Estados Unidos publicó la Directiva 51, entre cuyos datos clasificados se encontraba la creación de la Strategic Homeland Division (SHD), más conocida como The Division, un cuerpo secreto que, en caso de darse una catástrofe de tal magnitud que amenazase a la población, la economía, la infraestructura, el medio ambiente o al propio gobierno (o una combinación de varias o todas), debería entrar en acción para salvar lo que quede.
Así, en The Division, varias semanas después de iniciarse la epidemia, nos encontramos con un Nueva York sumido en el caos. Las fuerzas del orden, bomberos y servicios médicos ahora se agrupan en la Joint Task Force (JTF), pero a duras penas pueden hacer frente a las diversas facciones surgidas del la anarquía que impera en la ciudad. Los maleantes de poca monta ahora se han envalentonado. Los presos de Rikers se han fugado y han llegado a Manhattan. Los miembros de los servicios de limpieza intentan limpiar la ciudad… a fuego y sangre, y un grupo militar renegado conocido como Last Man Batallion intenta imponer el orden en la ciudad por la fuerza. Y mientras, la nueva versión de la viruela sigue campando a sus anchas.
En medio de todo este desgobierno los agentes de The Division tendrán que imponer un poco de orden, luchar para que las diferentes facciones que asolan la ciudad no se salgan con la suya, hacer todo lo posible para restablecer ciertos servicios sin los que nuestra sociedad se iría al garete, y todo ello al mismo tiempo que investigan una manera de parar el avance de la enfermedad que ha diezmado a la población.
Basado en una idea original del genial escritor Tom Clancy (y posiblemente la última que veamos llevada a un videojuego), The Division es un techno-thriller que nos sumerge en un complejo mundo en el que la sociedad ha colapsado y en el que numerosas fuerzas, tanto anónimas como con nombre propio, confluyen para contarnos una historia ramificada que, como poco, nos hará pensar en lo terriblemente frágil que se ha vuelto nuestra sociedad.
La senda del agente
Tom Clancy’s The Division es un juego que viene definido (odiosas clasificaiciones…) por la propia desarrolladora como RPG de acción online. Tal vez el hecho de haber sido considerado principalmente como un juego de rol de acción y no uno de disparos, sea lo que ha llevado a Massive Entertainment a darle ese punto de vista en tercera persona que le sienta tan bien al juego.
Lo cierto es que en lo que a control del personaje se refiere, los suecos han conseguido un apartado brillante, basado fuertemente en un sistema de coberturas que recuerda mucho al de Gears of War, aunque no deja de ser una versión evolucionada de las coberturas de otro título de la editora francesa, Watch Dogs. Puede que a algunos les cueste acostumbrarse con el control, sobre todo con sus conceptos, pero una vez hechos a ellos The Division ofrece un control del personaje bastante preciso, al menos dentro de las opciones que da. Tenemos acciones comunes como caminar, correr, ponernos a cubierto, pasar por encima de coberturas, subir y bajar de diferentes alturas, e incluso rodar por el suelo. Sin embargo se echan de menos acciones como saltar, y sobre todo algunas opciones de sigilo como agacharse fuera de una cobertura o un ataque cuerpo a cuerpo letal si conseguimos acercarnos a un enemigo sin que nos descubra. Porque sí, podemos golpearle, pero no será suficiente para matarlo, y entonces mejor será que tengamos una escopeta.
Con ello queda claro que el combate está pensado para ser llevado a cabo a disparo limpio, en la mayoría de los casos a cierta distancia. Para ello Tom Clancy’s The Division ofrece un uso de armas bastante bueno, donde se nota que cada arma tiene un comportamiento diferente y, en principio, harto veraz. Sin embargo, a menos que os enfrentéis a enemigos de nivel considerablemente inferior al vuestro, no esperéis que el daño sea realista. Con armas automáticas habrá que acertar varias veces en la cabeza de nuestros oponentes, algo que acentúa esa clasificación de RPG de acción y no de juego de disparos.
Lo del RPG se enfatiza todavía más mediante el uso de tres elementos. En primer lugar, y lo que más vida le da al juego ya que será muchas veces lo que nos «obsesione» ir mejorando, está el equipo, dividido en armas, piezas de armadura y ropa. Estas últimas no son más que meros elementos estéticos, recompensas que nos darán los civiles a cambio de pequeños gestos de ayuda o que iremos encontrando en los armarios de los apartamentos que registremos. Aunque no afectan a la jugabilidad, para aquellos que valoren la estética de su personaje, conseguir la ropa adecuada para tener la mejor apariencia posible puede suponer muchas horas de juego extra. Además se agradece que la ropa no influya en las estadísticas, puesto que de hacerlo, al final todos los agentes tendrían la misma pinta. Por otra parte nos encontramos con seis tipos de piezas de armadura: chaleco, máscara, rodilleras, mochila, guantes y pistolera. Dependiendo de cual llevemos, estas piezas nos ofrecerán mejor protección y aumentarán nuestros atributos de ataque, salud y tecnología. Ahí es donde se empiezan a notar los elementos roleros de The Division. Además, las piezas de categorías más altas podrán otorgarnos ciertas ventajas, como un extra de protección contra determinado daño. Las armas funcionan parecido a las piezas de armadura, y podremos llevar dos armas largas y una corta, pudiendo combinarlas como más nos guste. Además, éstas podrán mejorarse mediante piezas intercambiables, tales como miras, agarres, cargadores o estabilizadores.
Buena parte del desarrollo de nuestro personaje lo haremos desde el apartado de equipo, otorgándole ventajas a través de armas y piezas de armadura. Pero el apartado RPG de The Division no acaba ahí. El juego cuenta con un sistema de habilidades bastante amplio, en el que podremos desbloquear habilidades, talentos y ventajas. Posiblemente las habilidades sea lo más visible del juego, ya que suponen el elemento activo, mientras que los talentos y ventajas son elementos pasivos, algo que mejora las aptitudes de nuestro personaje aunque no lo veamos tan directamente. Cabe destacar que en Tom Clancy’s The Division no hay clases de personaje, aunque cada habilidad, talento y ventaja está asociada a un tipo: ataque, médico, técnico. Ésto nos permite desarrollar nuestro personaje a placer, sin las limitaciones que supone haber elegido una clase de personaje al principio del juego. Sin duda encontrar la combinación más satisfactoria entre habilidades y talentos dota a The Division de un apartado RPG bastante interesante, sobre todo para aquellos a los que les gusta ir cambiando a cada momento estos parámetros según lo que requiera la situación.
El último elemento que afectará al desarrollo de nuestro personaje es la Base de Operaciones (BDO), la oficina de U.S. Postal situada justo al oeste del Madison Square Garden reconvertida en cuartel general de The Division, la cual tendremos que ir mejorando para poder desbloquear nuevas opciones en el árbol de habilidades de nuestro agente. Utilizando los recursos que vayamos consiguiendo mientras limpiamos Manhattan de la chusma que asola sus calles, iremos mejorando las tres alas de la BDO: el ala médica, el ala técnica y el ala de seguridad. Éstas se corresponden con los tres tipos de habilidades, talentos y ventajas, con lo que cada una de ellas nos otorgará mejoras en su rama correspondiente. Esto supone una forma un tanto distinta de ir evolucionando a nuestro personaje, pero que también refleja de una manera «terrenal» nuestros esfuerzos por salvar los restos de Nueva York.
Todo esto convierte a Tom Clancy’s The Division en un título muy divertido y entretenido de jugar, donde pasaremos buena parte del tiempo realizando verdaderas labores de ingeniería para conseguir el agente más eficiente posible dentro de nuestras preferencias, para después ir a salvar lo que queda de la Gran Manzana en un amplio repertorio de misiones, entre las que tendremos desde las misiones principales de la historia, divididas en tres ramas (seguridad, médicas y tecnológicas), a simples encuentros con enemigos donde tendremos que abatirlos, pasando por las misiones secundarias, donde tendremos que hacer todo tipo de pequeños encargos. La verdad es que a priori puede parecer que el juego no va más allá de avanzar matando enemigos, pero The Division sabe aprovechar las pocas mecánicas que tiene no concernientes al combate para dotar de variedad a su jugabilidad.
La Zona Oscura
Ya sólo con pronunciar su nombre vienen a la cabeza incontables imágenes de lugares lóbregos y peligrosos. Así es la Zona Oscura: tenebrosa y amenazadora. Un remanso de falsa tranquilidad en pleno Nueva York. Un lugar tan infectado por la enfermedad y tan temible que ha sido completamente abandonado a su suerte por la JTF y donde sólo los miembros de The Division se atreven a entrar, para encontrar una ciudad dentro de la propia metrópolis, habitada exclusivamente de criminales.
Siendo sinceros, debido su naturaleza única, la Zona Oscura, que constituye el modo PvP (o Jugador contra Jugador), es posiblemente el elemento más original de todo el juego, y a su vez el más interesante. Nuestro objetivo principal en la Zona Oscura es extraer la mayor cantidad de equipo posible, ya que allí podremos encontrar, por regla general, las mejores piezas. Sin embargo al ser una zona altamente contaminada, todo lo que nos encontremos no puede pasar alegremente por la puerta, y tiene que ser llevado primero a descontaminar. Para ello tendremos que acudir a una zona de extracción, solicitar que acuda un helicóptero, atar el paquete y recogerlo más tarde, ya descontaminado, en nuestro alijo.
La gracia del modo multijugador radica totalmente en la presencia de otros agentes (jugadores), cuyas intenciones desconocemos. En la Zona Oscura inicialmente los únicos enemigos son los miembros de las facciones, pero como jugadores somos totalmente libres de atacar a quien queramos, sea un maleante u otro agente de The Division. Y por ello no nos podemos fiar de nadie. Así, nos encontramos con un modo multijugador que puede ser al mismo tiempo competitivo y cooperativo, o cambiar de uno a otro sin previo aviso. La Zona Oscura juega mucho con la teoría de juegos, especialmente con los conceptos del Dilema del Prisionero. Nunca sabremos si otro agente con el que nos crucemos es un renegado en potencia dispuesto a jugársela a cambio de un botín mayor o si se siente inclinado a colaborar con otros jugadores en pos del bien común, aunque a cambio de llevarse menos equipo a casa.
Como ya hemos dicho, la Zona Oscura nos presenta un modo multijugador muy interesante, donde las traiciones (y algunos descuidos) provocan constantes y emocionantes intrigas, donde los agentes miran con más recelo a otros agentes que a los propios criminales (y como dijo el otro día uno de nuestros usuarios, se miran como gatos que se encuentran en la calle) y donde no te puedes tomar un segundo de relax porque enseguida te puede venir un renegado por la espalda, matarte y llevarse todo lo que habías acumulado. Desde luego, la Zona Oscura es un lugar en el que hay que tener nervios de acero.
Sin embargo, y al menos de momento mientras Ubisoft no active los eventos especiales y otras actividades del estilo (y suponiendo que éstos le afecten), la Zona Oscura se presenta un poco escasa en lo que a actividades se refiere. Comparada con los multijugadores de cualquier otro título, The Division únicamente presenta un modo de juego en su PvP, y sin actividades especiales que llevar a cabo en la Zona Oscura, puede que pronto la comunidad se aburra de ella. Por suerte, dado el tipo de juego del que estamos hablando, es más que probable que tengan algo pensado para dotar a tan interesante modo PvP de más variedad.
Una de cal y una de arena
Sobra decir que la experiencia es un plus, y a la comunidad de jugadores no le falta experiencia con títulos que, o bien prometían unos gráficos increíbles y luego no cumplieron, o bien salían completamente rotos. Posiblemente los casos más sonados de cada uno de esos ejemplos en los últimos tiempos sean Watch Dogs y Assassin’s Creed Unity, ambos de Ubisoft, al igual que The Division. Por lo tanto, cuando la resaca del E3 de 2013 había pasado y los citados juegos llegaron al mercado, las alarmas no tardaron en saltar. ¿Sería Tom Clancy’s The Division otro juego roto técnicamente? ¿Se repetiría el bochornoso bajón gráfico de Watch Dogs?
Lo cierto es que The Division ofrece un apartado técnico un tanto irregular, que da una de cal aquí y una de arena allí, pero el resultado general es de notable muy alto. El nivel de detalle de las texturas a corta distancia es de sobresaliente. Pocos juegos ofrecen la posibilidad de leer los textos en letra minúscula de los carteles pegados en una pared, pero The Division es uno de ellos. Sin embargo ocurre todo lo contrario cuando las distancias se hacen largas, donde vemos que los edificios lejanos tienen unas texturas que dejan mucho que desear. Por suerte The Division es un juego en el que la mayor parte del tiempo lo pasaremos recorriendo sus calles rodeadas de edificios, desde donde no podremos ver los edificios lejanos.
Comparando el vídeo de revelación de 2013 con el producto final, salta a la vista que a The Division, a pesar de ser un juego con un acabado brillante, aún le falta para llegar a lo que se mostró inicialmente. Uno de los aspectos donde más se nota la diferencia son los reflejos, especialmente en el caso de los vehículos que hay abandonados por todo Manhattan, los cuales parecen llevar una pintura mate que los deja sin brillo, con lo que el metal de sus carrocerías parece no tener vida. Este aspecto ha mejorado respecto a la beta, pero sigue faltándoles brillo a las superficies metálicas. Por otra parte, cuesta creer que se haya vuelto a cometer el mismo error que en Watch Dogs, donde los cristales de los edificios no reflejaban lo que realmente tenían delante. Por suerte en The Division el fallo es menos flagrante y está mejor disimulado, pues hay que mirar bien los reflejos y comparar con lo que tenemos detrás para darse cuenta de ello. Sin embargo, hablando de efectos, una de las cosas que más impacto causa en este título son las partículas, un aspecto que se nota muy trabajado en las columnas de vapor que salen del subsuelo neoyorquino, pero también en las ocasionales ventiscas de nieve que nos dificultarán la vista, haciendo que no sepamos muy bien a donde vamos, en las explosiones, el fuego (bastante presente en el juego, sobre todo porque hay enemigos con lanzallamas), o en los ecos, una especie de holograma compuesto a partir de datos en la nube.
Por otra parte nos encontramos con una ciudad diseñada al detalle. Es impresionante la cantidad de elementos que mueve el juego, los cuales han tenido que ser modelados uno a uno por los chicos de Massive Entertainment. De verdad, es un lujazo perderse por las calles de esta Empire City postapocalíptica (tal vez no tan ‘post’) y quedarse embobado admirando el nivel de detalle de los escenarios. Sin embargo, en esta ocasión la palada de cal la ponen los modelados de los personajes, sobre todo las caras. El nivel de detalle en la ropa y complementos es muy alto. Podemos ver como incluso las mejoras que apliquemos al arma, por pequeñas que sean, se ven en pantalla. Pero los rostros de los personajes, tanto de los no jugables como el de nuestro agente (el cual podemos personalizar entre una no muy amplia variedad de opciones), dejan bastante que desear. Aunque bueno, no hace falta jugar mucho tiempo para darnos cuenta de quien es la verdadera protagonista de The Division.
La iluminación es otro factor muy cuidado en The Division. La epidemia estalló justo en el arranque de la campaña navideña, cuando la ciudad ya estaba invadida por un enorme despliegue de adornos navideños. Y luces, sobre todo luces de Navidad. Allá donde vayamos veremos luces de Navidad, lo cual, combinado con un entorno devastado, crea una atmósfera bastante peculiar, pero sobre todo es el caldo de cultivo perfecto para que aparezcan unos efectos de iluminación que dotan al juego de espectacularidad. Esto también se da en los interiores, donde encontramos apartamentos cuyos dueños parece que olvidaron apagar la luz cuando los abandonaron, o en las zonas de desinfección. Los primeros, los apartamentos, tienen una luz cálida, propia de lugares destinados a la vida humana, mientras que en los segundos nos encontramos con luces más frías y asépticas, provocando esa sensación de laboratorio que tan bien les viene. Por contra, el ciclo día/noche resulta poco convincente. Vale que en la ciudad que nunca duerme haya una densidad de luminarias comparable a la de habitantes (si no es mayor), pero la oscuridad de la noche no queda del todo bien representada. Los juegos de luces, las sombras y demás no parecen acusar la ausencia del sol. Simplemente parece que estamos en un día nublado.
Todas las virtudes, y todos los defectos, de Tom Clancy’s The Division vienen respaldados en Xbox One por una resolución dinámica de 1080p y 30 cuadros por segundo muy estables, que dotan al juego de una calidad visual más que respetable, sobre todo si tenemos en cuenta los numerosos elementos que el motor Snowdrop tiene que manejar, especialmente en combate donde las explosiones no son infrecuentes, o cuando nos desplazamos por la ciudad en medio de una ventisca, con todos los efectos de luces que ahí se generan. Sin embargo, el popping es algo relativamente frecuente cuando nos movemos por las calles de Nueva York, aunque también es algo que cabe esperar en un juego de estas características.
New York, New York
Hay que ser realistas. En Tom Clancy’s The Division los protagonistas no son nuestros personajes, los agentes. La protagonista indiscutible del juego es la arrasada ciudad de Nueva York. Al menos esa es la sensación que a uno le queda jugando a este título. Nuestro objetivo no sólo es salvarla. En cierta manera también lo es ir conociendo la ciudad, los acontecimientos que la han llevado hasta esa situación y las numerosas historias que ella ocurren día a día durante el cataclismo, un poco como lo que pasa con los protagonistas de otros juegos, que tenemos que ir conociéndolos poco a poco.
Para ello los suecos de Massive Entertainment han llevado a cabo una labor titánica recreando una buena porción de la Gran Manzana. En The Division tenemos a nuestra disposición una representación a escala 1:1 de la zona comprendida entre las calles 14 y 54 de Manhattan, aunque es cierto que mirando en el mapa es fácil darse cuenta de que se saltan calles. Aun así el trabajo de recreación de la ciudad es magnífico, y si bien hay edificios representados sin ser fieles a los verdaderos por temas de derechos de imagen, cada rincón emblemático de la ciudad, como Times Square o el Madison Square Garden entre otros, es fácilmente reconocible.
Y ya no sólo el trabajo de reproducción de Nueva York es soberbio. Adaptar la ciudad para que realmente nos de esa sensación de desolación debida a la epidemia de viruela es algo vital, y los chicos de Massive lo han hecho perfectamente y con un nivel de detalle asombroso. Zonas de cuarentena, fosas comunes, bolsas de desperdicios biológicos apiladas, edificios sellados, coches apilados en los bordes de las calles, controles de seguridad… La sensación de que ha pasado algo gordo nos invade en todo momento, pero también la de la calma que sucede a la tormenta, con unas calles normalmente abarrotadas que ahora parecen casi desiertas.
La recreación tan al más mínimo detalle invita a explorar, a querer descubrir que hay más allá de aquella esquina. Algunos edificios de viviendas están abiertos para que los visitemos y registremos en busca de equipo. La única pega es que éstos son relativamente escasos, y muchos de ellos tiene puertas de apartamentos completamente cerradas, lo cual a menudo nos deja esa sensación de frustración por saber que puede haber algo ahí, pero no nos dejan entrar. Ahora, eso sí, aunque no podamos acceder a ciertos apartamentos, normalmente desde la calle podemos ver que hay vida dentro de ellos, incluso a veces sus habitantes se dirigirán a nosotros desde las ventanas.
El sonido de la desolación
En una ciudad devastada por una epidemia que se ha cobrado la vida de gran parte de la población, uno espera encontrarse con un silencio sepulcral. Pero no. A pesar de estar en las últimas, la ciudad sigue muy viva. Tal vez los típicos sonidos del bullicio cotidiano hayan abandonado Nueva York, pero otros los han sustituido. Otros menos habituales (aunque siendo una ciudad con un alto índice de criminalidad, igual no son tan poco comunes) son ahora los protagonistas de la banda sonora de la Gran Manzana. Aquí y allá se oyen disparos a cualquier hora del día, sobre todo en la Zona Oscura. Unos disparos que suenan muy diferente dependiendo del arma y de las mejoras que ésta lleve, o de dónde se produzcan. Aunque claro, éstos no son los únicos sonidos que escucharemos a lo largo de nuestra aventura. Conversaciones entre los supervivientes, cristales rotos, alarmas de vehículos, gritos lejanos, el vapor irrumpiendo desde el subsuelo de la urbe… Todos son sonidos que aportan su granito de arena a crear ese clima que se respira en Nueva York como consecuencia de lo ocurrido tras el Black Friday.
La banda sonora no es especialmente remarcable. Al menos no es de esas que se te quedan metidas en la cabeza, pero hace su trabajo de una manera bastante correcta, sin demasiadas florituras, pero con una partitura que recuerda en determinados momentos al sonido de la banda sonora de las películas de Batman de Christopher Nolan, sobre todo por los matices oscuros creados a partir de vientos considerablemente graves y pesados.
Como ya viene siendo habitual en los juegos de Ubisoft, Tom Clancy’s The Division viene totalmente localizado al castellano, con un doblaje correcto en la lengua de Cervantes, pero que puede dejar indiferentes a muchos e incluso a cambiar a la versión original, en inglés, a aquellos susceptibles de hacerlo. Aunque la verdad, tampoco es que la versión original tenga un doblaje de altura, pero al menos el no escucharlo en nuestra lengua materna, suple bastante sus carencias. Aunque al menos las voces se corresponde con las etnias…
La ciudad de las oportunidades
El planteamiento de los contenidos de Tom Clancy’s The Division es, al menos por lo que parece de momento, algo similar al de Destiny, aunque mejor llevado a cabo. Con tres paquetes de contenido descargable anunciados (e incluidos dentro del pase de temporada) y otros contenidos gratuitos que irán llegando de forma periódica, parece que tenemos juego para rato. Incluso sin los contenidos adicionales The Division ofrece muchas horas de diversión. Hay muchas misiones que hacer, y las principales se pueden repetir e incluso hacerlo elevando la dificultad. La Zona Oscura garantiza incontables horas de tensa diversión, y encontrar todos los coleccionables repartidos por Manhattan seguramente nos lleve bastante tiempo.
Además desde Ubisoft han asegurado que se añadirán eventos de comunidad periódicamente, en principio del tipo al Estandarte de Hierro o las Pruebas de Osiris de Destiny, aunque habrá que ver en qué quedan, y sobre todo, si realmente se llevan a cabo y no queda todo en agua de borrajas, al menos inicialmente, como ocurrió con The Crew, otro juego con fuerte componente en línea de la editora gala. Pero viendo que en el juego de conducción terminaron reaccionando y que The Division está levantando muchas más expectativas que The Crew, es posible que esta vez se lo tomen en serio.
Por otra parte, la semana pasada Ubisoft confirmó el contenido que incluirá el pase de temporada, anunciando al mismo tiempo que el juego contará con incursiones. ¿Serán éstas el contenido para ocho jugadores que se confirmó hace ya unos meses? Por el momento todo lo que sabemos es que llegarán en abril en un pack llamado ‘Incursiones’ (lo cual parece indicar que serán más de una) y que lo harán de forma totalmente gratuita. Sin duda todo un aliciente para jugar durante muchas horas más a The Division.
En definitiva, Tom Clancy’s The Division no luce como nos lo mostraron en 2013, no al menos en Xbox One. Pero es algo que da completamente igual dada la diversión que ofrece el título y que en el fondo, se ve muy, pero que muy, bien. No os dejéis engañar por quienes esgriman el argumento de los gráficos, porque The Division es todo un espectáculo visual y en última instancia, en lo que a diversión se refiere, son algo irrelevante. La verdad es que, aunque es un juego que no profundiza demasiado en ningún género, ofrece cantidad de elementos que lo hacen bastante complejo, entretenido y emocionante. Además, su modo multijugador insufla un soplo de aire fresco en el mundo de los videojuegos.