Aprovecharemos un día como hoy, el día de los Santos Inocentes, para hacer un balance muy diferente del que hemos ido encontrando en todos los medios. De sobra conocidos son los mejores juegos, las mejores experiencias y en la memoria se han guardado grandes momentos que serán característicos de 2016. Un año en el que, a diferencia del anterior, no ha habido un dominador claro, donde el catálogo ha crecido más que nunca y las oportunidades innovadoras han tenido cierto protagonismo. Claro que no todo han sido buenas noticias, también ha sido un año con mucha polémica, con mucha controversia y, como no, decepciones. Sacamos la vena crítica para dar cuenta de lo que no debe repetirse, tal como hicimos el año pasado, que dio para mucho más… o eso pensábamos. ¡Y es que no aprenden!
2016 comenzó con aparente normalidad, como un año en el que muchos juegos interesantes iban a llegar. De hecho, iba a comenzar con una de esas propuestas que Microsoft había anunciado a bombo y platillo para dar los primeros pasos en lo que hoy día es una realidad. Un título multijugador, asíncrono (ojo, que esto ya pinta mal), que iba a permitir el Cross Play entre jugadores de PC y Xbox One… ¿Lo recordáis? Fable Legends era el título que Lionhead Studios había presentado como una propuesta Free2Play que iba a causar furor. Tras muchos meses de beta, con un producto que apuntaba a ver la luz en los primeros meses de este mismo año, la noticia surgió como un tsunami, como un terremoto, como un asteroide que sacudía la industria. Fable Legends fue cancelado y el futuro de Lionhead Studios iba a resultar macabro. Confirmada esta situación, no se trataba de una inocentada, no se trataba de una especulación… dicho y hecho, Fable Legends se convirtió en mito, más que en leyenda, y Lionhead Studios pasó al olvido. Importó poco ser una de las empresas más reputadas y queridas, importaba poco que Fable Legends fuese algo innovador y original… dadas las circunstancias, la industria parece no estar por la labor del cambio.
¿Quien dijo que un producto casi acabado es lanzado? ¡Inocentes!
Pero esto no es más que el resultado de que los usuarios mandan, imponen una incongruente disposición a lo nuevo, pero sin abandonar lo viejo. Existe una especie de doble rasero que a lo largo del año ha marcado una tendencia, una tendencia que hace que empresas zozobren en su camino hacia un producto que mostrar, productos innovadores que intentan implementar nuevas experiencias, ahondar en ese profundo cambio que el costumbrismo ha obligado a tener año tras año los mismos títulos como los más esperados. Lo que para unas empresas es una necesidad, para otras es un privilegio que no pueden adoptar, ya que ante las críticas directas a «el continuismo», «más de lo mismo», «una expansión hecha juego», están quienes toman la base y crean algo nuevo. Es ahí donde Gearbox ha recibido la misma medicina que recibió Turtle Rock Studios el año anterior con Evolve. Hablamos de Battleborn, un título que ha sacado la sonrisa a los incondicionales del estilo Gearbox, pero se han visto captados por una especie de secta que poco más que nadie hace caso de lo que se ha ofrecido.
Un RPG en primera persona que explota los principios multijugador de los Hero Shooters y los MOBA, una combinación atractiva y bien dirigida en un producto con mucha alma y el particular estilo de Gearbox. Battleborn ha sido, sin dudas, una de las decepciones del año, y no porque el juego no funcione, no porque esté roto, no por ofrecer poco contenido y horas de juego, sino por la falta de comprensión. Cuando los jugadores se disponían a disfrutar de una propuesta táctica, en la que los roles son más importantes que la acción, se pudo comprobar que usar una perspectiva en primera persona en un juego que tiene acción es solo posible si se trata de un shooter o un RPG de corte fantástico medieval. Las partidas multijugador competitivas resultaban ser un despropósito si no se iba con un conjunto de personas implicadas en el concepto, donde era habitual ver comportamientos extraños, como un médico en primera linea de fuego haciendo cosquillas a los enemigos y dejando expuestos a sus aliados. La guerra de guerrillas no era lo que Battleborn promulgaba, pero todavía ha sido peor tener que enfrentarse en una lucha perdida contra un juego de otro género y mejor marketing.
¿Quien pensó que innovar era la mejor manera de ganarse el respeto?¡Inocentes!
Battleborn se vio enfrentado con Overwatch, del mismo modo que se podía haber confrontado Battlefield 1 con Final Fantasy XV, donde no cabe duda de que si hablamos de acción, el juego de Square Enix hubiese salido perdiendo como lo ha hecho entre los fans de la licencia que esperaban un juego que respetase su origen. Overwatch se convirtió en un fenómeno de masas, por sus continuas apariciones en la actualidad con noticias que, desde muchos puntos de vista, fueron intencionadas pese a no parecerlo. La implicación de Blizzard en convertir su producto en una necesidad para los amantes de lo nuevo hizo que, el gran juego que es, pasase a ser secundario. Un juego sin historia, un juego que vio la luz con unos pocos modos de juego y un elenco de personajes escaso, se convirtió en uno de los éxitos más sonados del año. Nadie puede poner en cuestión la calidad de este juego, mucho más importante es que haya introducido una dinámica que rompe los clónicos shooters que año tras año apestan a niño rata y tramposos cargados de hacks.
Tiene un gran mérito lo que Blizzard había planteado, y ha dejado constancia de que no hace falta innovar para convertirse en un éxito, solo hay que caer en gracia y estar en boca de todos, por el motivo que fuere. Suspicacias a parte, la falta de criterio hicieron que, mientras ellos copaban la atención y el éxito, otros juegos sufriesen la incomprensión. Pobres chicos de Gearbox, ¿no sabéis que innovar no es para esta industria? ¡Sois unos inocentes!
Y sin salirnos de la perspectiva propuesta por estos juegos, uno de esos títulos que en su momento captaron la atención de los usuarios y que no parecía resolver su lanzamiento, se plantó en el catálogo de Xbox One. Tras un primer título controvertido, lo que Homefront: The Revolution podía ofrecer esperanzaba a los amantes de los shooters tácticos. La guerra de guerrillas en un universo distópico, donde Estados Unidos había sido invadido y había que rechazar a los invasores era una de las ideas más atractivas. Habiéndose mostrado con una fortaleza y vitalidad extraordinarias, con mapa abierto, escaramuzas, emboscadas, crafting y todo lo que puede llevarse a cabo en estas situaciones, el producto resultante fue, una auténtica desgracia. Sin que hubiese demasiada información sobre el mismo, más allá de un vídeo del E3 del año anterior, surgió de la nada con el anuncio de una beta que no llegó en su momento, sino meses después. Una beta que denotó una gran cantidad de carencias, un producto como poco sin terminar, que mantuvo su fecha de lanzamiento con más cabezonería que sinceridad.
Con todos los indicios de que la beta había resuelto la duda, Homefront: The Revolution mantuvo la fecha de lanzamiento y se encaminaba a un fracaso anunciado. No salvó la situación, todas las indicaciones sobre que el juego tenía demasiados fallos y que le faltaban horas, semanas, incluso meses, de trabajo se convirtieron en una segunda oportunidad desperdiciada para una licencia por la que se podía haber apostado fuerte. Muy fuerte. Fue tarde para el juego, una vez lastrada su reputación con la pólvora de las redes sociales, se convirtió en un juego «meme» junto a Battleborn. El año no había hecho nada más que empezar y ya teníamos dos inocentadas de proporciones gigantescas.
¿Quien pensó que ofrecer más opciones a la comunidad es ventajoso?¡Inocentes!
Con un principio de año salpicado por estas curiosidades, las especulaciones sobre los planes de Microsoft de hacer algo mayúsculo comenzaban a salpicar la red. En vista a la llegada del E3, había una gran expectación con los planes que serían vitales para cada una de las plataformas en su futuro. De hecho, Microsoft tuvo que enfrentarse a la continuista generación de usuarios que vieron su ambiciosa y atractiva propuesta como una afrenta a las costumbres. ¿Que es eso de unir Windows 10 y Xbox One? ¿Que es eso de Xbox Play Anywhere? ¿Una nueva consola? Desde la creciente intolerancia e incomprensión, la jugada de Microsoft, que apuesta por ofrecer más a una comunidad mayor, se convirtió en foco de ironías, burlas y fanboyismo. Daba igual que Microsoft mostrase un prototipo de una nueva máquina, daba igual que se hubiese implicado en un concepto que Steam no pudo inculcar a la comunidad de PC. Las plataformas multihardware, una solución para una comunidad que había cambiado sus prioridades de juegos exclusivos por lo meramente técnico, vio esta iniciativa como una afrenta. La posición más frecuente fue acusar a Microsoft de abandonar Xbox One a su suerte. Todo parecía apuntar a que los usuarios de Xbox eran unos inocentes.
Una generación que parecía abocada a ser abandonada antes de tiempo tras una que había durado demasiado tiempo. Las distancias con los PC habían crecido tanto que tanto Xbox One como Playstation 4 habían visto la luz obsoletas. No obstante, el silencio de Sony en el E3 y su aparente negativa a practicar la misma política con sus consolas no duró demasiado. Cuando todavía estaba caliente el aparentemente muerto cuerpo de Xbox One, Sony saco a escena su Neo, hoy convertida en PS4 Pro. Cuando una comunidad clamaba a la injusticia de ver como una plataforma iba a recibir un modelo más potente en la comunidad a finales del año que viene, otros se reían a carcajadas de ellos, Sony presentaba su hardware equivalente, para este año y con unas características que no hacen pensar que esté más vivo que la consola que ha reemplazado. Claro que en este caso, la decisión fue aplaudida… Ya lo hemos dicho… Usuarios de Xbox, sois unos inocentes… aunque ahora se os ha quedado la misma cara que un caballo mirando como pasa un tren.
¿Quien pensó que la Realidad virtual podía llegar a todos este año?¡Inocentes!
Gran parte de esta necesidad de potencia puede estar directamente relacionada con las nuevas tendencias, donde la más marcada es la que ha hecho llegar la Realidad Virtual. Una moda que ha captado la atención de muchos usuarios y mientras ha llegado con solvencia a los PC, dadas las características de los hardwares y la concienciación de la comunidad de lo que hay que requerir, también lo ha hecho a la consola de Sony. Una experiencia que no ha tenido el mismo impacto mediático en una comunidad preparada por todos los frentes para esta nueva tecnología y experiencia, donde una vez hemos obtenido un resultado en la plataforma de Sony, podemos observar claras diferencias. La Realidad Virtual lleva años siendo objeto de admiración, incluso se pudo llegar a criticar a Microsoft por no tomar cartas en el asunto y presentar sus Hololens. Con Oculus y HTC pugnando con desarrolladoras para ganarse el favor exclusivo de sus juegos, el precio era uno de los obstáculos que convertía a la comunidad en escéptica.
Costes poco asumibles, tanto por el dispositivo como por el hardware para hacer correr los juegos debidamente. Importantes lecciones de salud por parte de Oculus y HTC, frente a la sorprendente incorporación a esta carrera de Sony, que aseguró lanzar un dispositivo asequible para su comunidad. Un dispositivo que rebajaba el coste a 399€, frente a los 599€ de Oculus y los 699€ de HTC. Además, aseguraban que con su Playstation 4 se podía jugar perfectamente. Pese a que muchos observaban reacios estas afirmaciones, no fue hasta que llegó el día de su lanzamiento donde se destapó una nueva verdad. Una verdad que desmentía todo aquello que se había dado por hecho, donde por 399€ no se tenía una experiencia de realidad virtual, sino un soporte para poner la televisión frente a los ojos. Dividiendo la Realidad Virtual en productos que habían de adquirirse por separados, su coste crecía y la experiencia prometida se convirtió en una broma de mal gusto. Ya no es cuestión de atribuir a la escasa calidad de los Rail Shooters y películas interactivas, es que todo lo que se salía de ahí denotaba una falta de compromiso con las advertencias de salud que Oculus y HTC habían advertido. Vómitos, mareos, sudores fríos… fueron las consecuencias que los ilusionados usuarios tuvieron que padecer ante un producto que confirmaba la máxima de «lo barato sale caro», que también se les puede llamar inocentes por creer que hoy día se puede hacer frente de forma «económica» a la Realidad Virtual.
¿Quien pensó que Free2Play es para jugar gratis?¡Inocentes!
Es algo así como lo que ha ocurrido con los Free2Play que han visto la luz en consola. Una práctica poco usual que está creciendo poco a poco con «nuevas» propuestas. Y es que los MMO y los F2P están intentando captar la atención de los usuarios de consola, habiendo ofrecido hasta ahora una serie de productos desfasados, obsoletos y que tienen poco de Free 2 Play. Sobre todo es el caso de DC Universe Online, que llegaba al punto de convertirse en una experiencia falsa, que obligaba a pagar la membresía Premium para poder jugarlo normalmente. Otros juegos como Star Trek Online o APB Reloaded, simplemente quedaban expuestos como juegos que tienen demasiados años para ser atractivos a dia de hoy. Los MMO F2P siguen siendo residuales en las consolas, donde muchos esperan que otros de mayor prestigio logren ver la luz en Xbox One y si es de forma adecuada, mejor. Puede que, al igual que la Realidad Virtual, se haya buscado forzar su llegada, habiéndose anticipado a nuevos proyectos. Los F2P son juegos que duran muchos años, pero ante la llegada de nuevos hardwares, lanzar productos obsoletos o engañososo no parece la mejor manera de convencer a una nueva comunidad de esta fórmula. Al igual que pasa con la Realidad Virtual, han llegado, pero parece que por culpa de las presiones comerciales, se ha precipitado y se ha anticipado a su momento real.
Hablando de anticipaciones, una de las tendencias más marcadas en los últimos años es la que permite a las desarrolladoras hacer frente a sus proyectos con nuevas fórmulas. Fórmulas que permiten comercializar un producto inacabado, en pleno desarrollo, gracias al Acceso Anticipado. Esta fórmula, iniciada por Steam y sus promociones para nuevos talentos, también recaló en Xbox One. Xbox Game Preview ha ofrecido acceso a grandes juegos y propuestas extraordinarias, que requerían de un pequeño empujón, tanto en lo económico como por el feedback que se genera. Juegos como Assetto Corsa surgieron del Acceso Anticipado de Steam, juegazos como Elite Dangerous lo hicieron de Xbox Game Preview, que ha visto crecer su oferta. We Happy Few, Subnautica, Astroneer, Elite Dangerous, Layers of Fear… son juegos que han pasado por esta plataforma. Del mismo modo, nos encontramos con un juego que, ya a estas alturas, podría tacharse de inocentada mayúscula. ARK: Survival Evolved. Claro que no es peor de lo que aconteció con el último juego de la saga Mafia, cuya versión de Xbox One estaba lejos de haber concluido su desarrollo. Se puede comprender en un producto intrascendente como Lichdom Battlemage, que daba problemas en los PC de alta gama, pero ¿vender un producto y que sufra de esta manera? ¿Es una nueva tendencia? Por desgracia, puede que si.
¿Quien pensó que el Acceso Anticipado era para unos pocos meses?¡Inocentes!
Enrolado en un estado de Acceso Anticipado permanente, la entusiasta comunidad de jugadores se ha visto expuesta a un producto que parece no querer despegar y dar el salto a la versión completa. Siendo su rendimiento una de las cuestiones que más puede preocupar a la desarrolladora, Studio Wildcard, lejos de centrarse en la labor de optimización, amplian y amplian el juego sin cuartel. No vamos a decir que esto es algo malo, no obstante, sería mucho mejor si se plantease una organización más correcta. La prioridad de lanzar un juego debería ser la máxima de cualquier estudio, donde no se puede obtener ingresos si no se pone a la venta. La bienintencionada plataforma de Acceso Anticipado, ha otorgado a Studio Wildcard tiempo extra, una especie de prórroga en un partido que no se desempata. Pero tampoco hay resolución, no haciendo referencia a que no es un juego que se vea con más puntos en pantalla, siquiera con más frames por segundo, pero si que han llegado a lanzar una primera expansión de un juego que todavía no ha visto la luz. Considerando que hay juegos, Triples A, que ven la luz sin acabar, el tesón y la insistencia de ARK: Survival Evolved en no salir de Xbox Game Preview parece tanto una inocentada como un detalle para los usuarios que confiaron en el producto.
Y es que ahí encontramos nuevamente tantos títulos que se amplían sin condiciones, sin ofertas, sin compasión por la cartera de los usuarios que confiaron en su producto. Fórmulas que podrían bien ser nuevas estrategias, que abren nuevas perspectivas a como desarrollar juegos. ¿Es mejor dar saltos con nuevos juegos cada año?¿Es mejor expandirlos de forma periódica ampliando la experiencia? Títulos como The Crew, Destiny o Star Wars: Battlefront han sido ampliados en sus contenidos desde que vieron la luz el año pasado. Existen muchas diferencias entre estos títulos, donde parece que ninguno ha conseguido convencer del todo. Si bien, en el caso de Star Wars: Battlefront, el problema se dio en su origen, viendo la luz sin campaña y cargado de DLCs en un único Season Pass, es el caso menos grave de los que hemos citado. Y es que Star Wars: Battlefront, pese a todo, ha cumplido con su palabra y ha ofrecido todo el contenido con un único Season Pass. No se puede decir lo mismo de lo que ha hecho Destiny, que pese a cobrar por un juego y sus expansiones, lanzó nuevas que no se incluían en ese Pase de Temporada. Algo que hizo rechinar muchos dientes, pero que dado el corte y el dinamismo del juego, ha ido mejorando la experiencia de forma muy apropiada.
¿Quien pensó que una edición Ultimate es la que incluye todos los contenidos de pago?¡Inocentes!
No deja de ser escandaloso ese trato, pero el producto que hoy día se ofrece, es algo muy diferente y mejorado. No se puede decir lo mismo de The Crew, que este año ha visto crecer su propuesta con expansiones totalmente ridiculas que se han convertido en pagos adicionales a una propuesta que pecó de insulsa en su origen. No importó tanto el número de coches, ni el número de misiones, dadas las dimensiones de su mapa. Pero ya son dos expansiones totalmente fuera de lugar las que llegan a The Crew, ofreciendo cosas que no parecen tan atractivas como el mero hecho de pensar en un segundo juego. Puede que sea el momento de pensar en dar ese relevo, dado que además, se trató de un juego que sacó un Pase de Temporada que no dio para mucho. Más bien para nada bueno. Ahora bien, las nuevas tendencias incluso están apuntando a sacar varios Pases de Temporada, caso de Forza Horizon 3, donde coches y expansiones hacen que el juego completo supere los 100€. Ya no es cuestión de ver como el juego reusa de su origen, aquel juego de conducción de acción, arcadizado hasta la saciedad y obviando todo lo que la saga Forza supone. Una bonita inocentada, usar una franquicia solo para adecentar la carátula y coger algunos contenidos. En cierto modo, se puede tachar de inocentes aquellos que cuando adquirieron el juego en su edición Ultimate, creyeron que iban a tenerlo completo… ¡Ayyyy!¡Inocentes!
Pero si hacemos referencia a usar un nombre, uno de los casos más graves ha sido lo acontecido con Call of Duty. Ante la llegada de nuevas ideas, de otras licencias rivales que ganaban el pulso de la expectación, Activision dio una vuelta de tuerca y usó el nombre del que es el Call of Duty mejor valorado de su franquicia. Modern Warfare Remastered, algo que venía tiempo solicitándose y que se hacía realidad. Claro que si alguno quiere jugar a Call of Duty: Modern Warfare Remastered, tiene que hacer frente a la compra de su último juego, Infinite Warfare, considerado uno de los peores. Una de cal y una de arena, demostrando que la saga requiere de algo adicional. Battlefield viajó al pasado, Titanfall 2 añadió mas diversidad y Call of Duty se hundió en su miseria. No lo merece, pero ante la jugarreta de Activision de no vender Modern Warfare por separado, puede que debiese de haber planteado este juego solamente y dejarse de experimentos espaciales, por muy de moda que estén. Ante todo esto, que se puede decir de aquellos que son reacios al cambio y que apuestan firme por el nombre de una saga. Hoy día, siquiera Call of Duty es capaz de garantizar una experiencia satisfactoria y, para colmo, se jactan de que antes lo hacían mejor, pero han de comprar el nuevo para seguir justificando sus entregas anuales.
¿Quien pensó que una licencia de renombre garantiza la calidad?¡Inocentes!
Claro que no es peor que otras grandes inocentadas que han pasado por esta industria a lo largo del año, como fue el caso de No Man’s Sky en PC. Uno de los juegos revelación del año, un cambio en los parámetros de la jugabilidad, nuevas experiencias, entornos procedurales, todo cambia cada vez que jugamos. ¿Todo? Será que no ha cambiado mucho que un proyecto independiente pueda abarcar con prisas y haciendo caso de consejeros externos sobre lo que debe ofrecer un producto. Bonita fue la inocentada que No Man’s Sky proporcionó, de una experiencia de exploración, a un juego diluido en su concepto por verse obligados a meter acción. Una acción que no dejó tiempo para terminar uno de los productos que pasará a la historia como el mayor timo de Steam, el primero en recibir cuantiosas peticiones para devolver el dinero. Lanzar un juego, independiente a precio de Triple A de consola en la tienda digital de PC, fue la puntilla al ver que el juego estaba a años luz de ser lo prometido. Siquiera, hubiese sido honrado ponerlo en el Acceso Anticipado. Una inocentada que costará caro a una empresa como Hello Games, cuya reputación si que ha sufrido la credulidad de verse respaldada por una empresa de gran reputación. Vamos, que el citado caso de Mafia III no ha sido el único escándalo que ha tocado vivir.
¿Quien creyó que la comunidad siempre es más sincera al opinar?¡Inocentes!
Una reputación que nos deja una de las mayores inocentadas del año, y que podría ser una práctica que se mantendrá por años. Tras empezar a vislumbrar un futuro repleto de haters, la nueva evolución de los entrañables fanboys, una de las plataformas comunitarias de mayor prestigio, Metacritic, sucumbió. Hoy día, difícilmente podemos creer las notas de los medios, acusados de conspiraciones y de venderse al mejor postor, donde Metacritic buscaba poner cordura a esto de evaluar los juegos con un número. Las medias que surgen en este portal, respaldado por la implacable veracidad de una comunidad comprometida, se ha visto totalmente devaluada por actos que podríamos tachar de vandálicos. Hordas de usuarios, despechados al nivel de las telenovelas de la telebasura, se disponen a emitir valoraciones de juicio en base a aspectos intrascendentes. Exclusivos de marcas rivales, incluso licencias rivales, son objetivo de estos usuarios que con toda la creatividad del mundo, establecen notas absurdas para cualquier juego. Del mismo modo que resulta imposible creerse que un juego pueda superar un 9.5 (siempre hay cosas que mejorar), igualmente imposible es creer que un juego merezca un 0.
Pero así ha sido el 2016, un año de igualdad, de oportunidades variopintas y de grandes experiencias. Juegos de gran renombre han copado las mejores notas y los premios más codiciados, amen de aquellos que nunca se quitarán la sospecha de estar manipulando la información… porque la publicidad, buena o mala… es publicidad. Un año en el que grandes experiencias han cautivado, pero en el que posiblemente hayamos comprobado que esos productos independientes, de bajo presupuesto y coste, están ganando calidad y ofreciendo emociones, más allá de los clichés, scripts y mecánicas habituales de los juegos que ven la luz cada año… dos años a lo sumo. Disfrutar de esta pasión, de este hobby, es algo que no debería estar mediatizado, que no debería estar condicionado a nombres, que no debería forzar las nuevas tendencias. Cada cosa llegará a su tiempo, pues no hay prisa para que las novedades nos aborden hoy, si pueden hacerlo mejor mañana. Un año de precipitaciones, y no por el parte metereológico precisamente, sino por querer llegar antes a la meta. ¿No habéis aprendido nada de la fábula de la tortuga y la liebre?
Así concluimos un año que, esperamos, haya dado más alegrías que decepciones. Porque todos tenemos una vena crítica, porque todos vivimos de ilusiones para acallarla, porque todos nos hemos sentido decepcionados o engañados. ¡Feliz día de los Inocentes!