Kingdom Come Deliverance es el juego del momento. No solo por lo que ofrece, por su complejidad y por devolvernos al RPG más puro, sino también por lo que ha supuesto. Kingdom Come Deliverance lleva años en guerra con un sector de Internet y todo apuntaba a que sufriría el mismo destino que otros juegos que han vivido campañas similares, como Mass Effect Andromeda o Deus Ex: Mankind Divided.
Sin embargo, los resultados no han podido ser más diferentes. Kingdom Come Deliverance ha vendido más de un millón de copias. Entre apoyar al juego o a la crítica, los jugadores han mostrado clara su tendencia. Algo que puede ser muy significativo, porque puede significar que los jugadores estamos empezando a recuperar el poder que hemos ido perdiendo.
La psicología del hater: Søren Kierkegaard tiene la respuesta
Aunque el término “hater” sea algo actual, odiar algo por aburrimiento, envidia o por sentirse como parte de una comunidad es bastante más antiguo. Tan antiguo que el famoso filósofo y pensador Søren Kierkegaard ya se refirió a esta situación en su obra El Diario de Søren Kierkegaard (1847). En él, Kierkegaard se dio cuenta de una patología sumamente perversa del ser humano, que seguro que os recuerda a más de una situación que hayáis conocido hoy en día.
“Hay una forma de envidia de la que veo ejemplos a diario. En ella, un individuo trata de obtener algo a través del bullying. Si, por ejemplo, llego a un sitio que está lleno de gente, suele ocurrir que una persona u otra se ría de mí. Sin embargo, si me dirijo a esa persona y soy educado con ella, esa misma persona se vuelve amable y considerada.
Esencialmente, eso demuestra que me ve como algo grande, tal vez mucho más grande de lo que sea en realidad. Pero, si no puede ser partícipe de mi grandeza, entonces se reirá de mí. Es lo que tiene vivir en una comunidad mezquina”.

El odio que definió Kierkegaard también ha salpicado a Kingdom Come: Deliverance.
Aunque esta idea no defina a todos los haters, sí muestra un fenómeno muy curioso: la gente envidiosa, cerrada de mente y molesta tiene tendencia a odiar. Es cierto que la idea de Kierkegaard se dio en un contexto diferente del que conocemos ahora, pero las bases son las mismas: una persona de éxito (como lo fue él en su época) y la envidia que eso genera.
Actualmente los haters recogen, según afirma la psicología, muchos más adjetivos. No solo son personas envidiosas, también narcisistas y con falta de autoestima. Se nutren de desprestigiar a los demás, principalmente porque sus víctimas tienen atributos que a ellos les gustaría tener.
Los foros, Internet y las redes sociales son inevitablemente un nido de este tipo de personas. Gente que se escuda en el anonimato para masacrar. El peligro se encuentra no solo en que los haters busquen validarse entre la comunidad, sino que acaba creándose una comunidad basada en personas que solo quieren odiar por odiar. Y ese es el gran problema.
Kingdom Come Deliverance y la cultura del odio
Kingdom Come: Deliverance ha causado revolución desde su lanzamiento. Unos problemas venían marcados por las polémicas con su director, Daniel Vávra. Para otros el problema radica en si el juego ofrece una versión más o menos fidedigna de la Europa del siglo XV. Dejando de lado estas polémicas de carácter personal, Kingdom Come: Deliverance parece mostrar algo mucho más grave y preocupante que afecta a toda la industria de un modo u otro: la rabia por su éxito.

Los usuarios han apoyado Kingdom Come: Deliverance frente a la cultura del odio.
El juego de Warhorse Studios ha superado el millón de copias vendidas. Y eso ha parecido destapar la ira de cierto sector de la industria. El ejemplo más claro os lo comentamos hace unos días, cuando los foros Resetera habían decidido banear a todo aquel que estuviese de acuerdo o alabase el trabajo de Vávra.
Evidentemente, cada moderador puede administrar su foro como quiera. Y si las opiniones personales de Vávra no comulgan con los moderadores de Resetera, están en su pleno derecho de tomar las medidas que consideren oportunas. Aun así es especialmente llamativo que esto se haya producido con Kingdom Come: Deliverance. Muchos otros juegos o desarrolladores han sido objeto de polémica y rara vez se ha llegado a tal extremo. Tal vez por eso la situación de Kingdom Come Deliverance sea más preocupante y nos haga plantearnos si el verdadero motivo de esta medida no es otro que la rabia por el éxito que ha cosechado.
Pero la situación parece ir más allá. De hecho, es como si Kingdom Come: Deliverance fuera un medio para un fin: atacar al que se lo haya comprado. Las redes y los foros arden últimamente no solo con críticas hacia el juego, sino también hacia los jugadores. Los baneos, las críticas, los machaques y la censura parecen tener un mensaje claro: no deberías haber apoyado este juego.
Pero, por suerte para algunos y para desgracia para otros, los jugadores parecen haber despertado.

Phil Spencer también ha pedido el fin de la toxicidad de la comunidad.
Ni desarrolladores, ni empresas, ni haters: el jugador es el rey
El jugador es lo más importante de la industria. Es una obviedad, pero parece que cada vez lo tenemos más olvidado. Y no debe ser así. El jugador es causa y consecuencia de esta industria, es el consumidor final y es el que decide qué apoya y qué no apoya. Por supuesto, como cima de la jerarquía del videojuego, debe respectarse que los jugadores quieran apoyar determinado producto. Porque ellos forman el núcleo de la industria.
Por desgracia, hemos sido tan libres ni soberanos como nos creemos. Hay muchos factores que han afectado y afectan a nuestra capacidad de elección. El nivel adquisitivo es uno de ellos. Y hasta hace no mucho también lo era la opinión de la crítica; profesional o amateur.
Parece que, en los últimos años, nos hemos dejado llevar muchas veces por opiniones sesgadas y en ocasiones llenas de odio. Opiniones que no buscaban informar, sino destruir. Esa cultura de “llevar la contraria significa tener razón” al final ha acabado volviéndose contra nosotros. Inevitablemente, al final nos hemos dejado llevar por un sistema que solo alimenta asco y odio por los videojuegos. Y eso, por mucho que nos cueste aceptarlo, también ha sido en parte culpa nuestra.
La situación ha llegado a tal extremo que cada vez son más las voces que se están alzando contra ese sector tóxico de la comunidad. Un sector que, aunque sea minoritario, hace tanto ruido que parece una legión. El último en posicionarse en contra ha sido Phil Spencer, que durante la apertura de los D.I.C.E. 2018 ha dicho alto y claro que estas actitudes tienen que acabar, porque solo así conseguiremos que la industria avance.

El éxito de Kingdom Come: Deliverance demuestra que el jugador es el dueño y señor de la industria.
Sin embargo, es posible que estemos ante un cambio de tendencia. Es posible que Kingdom Come: Deliverance y la polémica que ha desatado sea el primer paso para recuperar esa libertad de decisión que hemos ido cediendo. Esto no va sobre si Kingdom Come: Deliverance es bueno o malo, si merece una opinión u otra. Esto va de volvernos a colocar, como jugadores, en la cima de la industria.
Quizá nosotros también estemos utilizando a Kingdom Come: Deliverance como un medio para lanzar un mensaje. Un mensaje alto, claro e irrebatible: “ya basta. Ahora vuelvo a decidir yo”.