Si tenemos que enumerar los estudios más importantes de la industria del videojuego que ha deparado la historia, tenemos una lista ingente de estudios que labraron su reputación a principios del actual milenio. Y entre ellos, sin duda, se encontraría Bioware. Ha llovido mucho, por que actualmente el futuro de Bioware está en entredicho y parece que los años de gloria han quedado demasiado lejos.
Puede que muchos se estén preguntando por qué el estudio que hoy día se recuerda por juegos como Mass Effect: Andromeda y, haciendo sangre, Anthem, puede ser uno de esos estudios que estuvo a la altura de los más grandes estudios hace generaciones. Os ponemos en contexto y analizamos cual puede ser el futuro de Bioware y lo que podemos esperar de ellos.
La revolución del género RPG
Los origenes de Bioware se remontan al año 1995, cuando se estaba viviendo una auténtica revolución en un género tan popular como los RPG. Un género que se estableció en los PC cuando vivíamos la explosión constante de las nuevas generaciones de consolas. Pero los RPG, así como otros géneros, asentaron sus cimientos cara a convertirse en uno de los géneros más demandados hoy día.
Bioware comenzó su andadura con Shattered Steel, que es un juego que básicamente nos llevaba a la acción con mechas, o robots, a lo largo de una campaña individual, donde se podían ver ciertos elementos RPG aunque dirigidos a la acción en primera persona. Además, en aquella época, el género RPG era explotado más en ambientaciones de tipo fantástico medieval, siendo un buen momento para crear su primera obra maestra, Baldur’s Gate.
Como estudio interno de Interplay Entertainment, consagró su buen trabajo y expandió su modo de hacer los RPG desde el concepto clásico de Baldur’s Gate y Neverwinter Knights, a un concepto que casi se hizo suyo con el juego Caballeros de la Antigua República. Ya entonces, Microsoft le había echado el ojo y no tardó mucho en llegar a la infraestructura de Microsoft Game Studios. Aprovechando un mayor rango de acción y menos turnos, el estilo de pausa y acción de Bioware se convirtió en una institución, aunque su primera obra para Xbox, fue el maravilloso Jade Empire.
Gloria y consagración
Después de ese desarrollo llegó el primer juego que se convirtió en tendencia masiva, gracias al impulso que dio la expansión de Xbox en la generación de Xbox 360. Mass Effect llegó en 2007 y convirtió esa tendencia de la acción y pausa de Bioware en uno de los juegos mejor valorados de la compañía. El auge y la reputación de Bioware tras estos juegos estaba muy alta. La buena relación de Microsoft y SEGA permitió que se embarcaran en un juego como Sonic Chronicles: The Dark Brotherhood para Nintendo DS, y con ello, la compra de Electronic Arts se materializó.
Pero no fue todo malo según llegaron a la infraestructura de Electronic Arts. Mantuvieron su carácter y regresaron a la ambientación de fantasía medieval con el primero de los juegos de la franquicia Dragon Age, en Dragon Age Origins. Pero la sed de cambio y control pudo haber sido el desencadenante de ciertos cambios en el resto de sus proyectos. Si bien pudieron mantener el tipo, a duras penas por que críticas le llovieron, con Mass Effect 2, no sucedió lo mismo con Dragon Age 2, que pareció perder toda la esencia rolera de la pausa y la acción. Tras esto, buscaron la consagración al cerrar la trilogía de Mass Effect de Sheppard, pero también tuvieron sus problemas por dinamizar más la acción y dejar un final demasiado a la interpretación de esos jugadores que habían estado decidiendo a lo largo de tres juegos.
En cierto modo, la manera de hacer juegos de Bioware se había visto claramente criticada, con cierto respaldo del cliché de que es Electronic Arts quien devalúa cualquier cosa. Y parte de culpa, si que podían haber tenido, si bien, hasta ahí, Bioware mantuvo debidamente toda su fama y confianza en el usuario. La historia desde entonces, estaba a punto de cambiar y las sacudidas que estaban por llegar, mermaron significativamente la confianza de los mismos miembros que llevaron a la cumbre este estudio. Y lo consiguieron gracias a Dragon Age Inquisition, un juego que parecía quitarse el peso de Electronic Arts y convertirse en el referente de los juegos de pausa y acción.
Caída a los infiernos
Ya para entonces, el proyecto de The Old Republic era un proyecto que pese a su gran aceptación inicial, fruto de la buena combinación de Bioware y Lucasarts, no terminaba de ser un juego que mostrase un resultado cercano al referente de los MMORPG. En aquella época, parecía necesario superar a World of Warcraft para claudicar un éxito, y eso resultó un lastre para un juego que, quizás, falló también con las mecánicas de micropagos que, en aquella época, solían caer fácilmente en el Pay-2-Win y monetizaciones abusivas. A día de hoy, se sigue teniendo esperanza de que este juego, que sobrevive por la licencia de Star Wars, pueda tener una segunda oportunidad llegando a consolas. Pero ya no parece lo mismo.
Y no lo parece por que Bioware como empresa ha caído en la zozobra, en la desgracia y en la incertidumbre. Y lo ha hecho por la consolidación de la crítica gratuita a sus últimas producciones. Bien en el caso de Mass Effect Andromeda, que buscaba algo complicado como suceder a Sheppard, y se comió uno de esos lanzamiento polémicos que ya no podía asumir la reputación del estudio, y se terminó por zanjar con Anthem. ¿An-qué? Pues eso. Una corroboración de que la fórmula multijugador en un juego narrativo no es la fórmula más adecuada, aunque se siga usando para algunos fracasos de los últimos años.
Una espiral de incertidumbre
Con todo esto, el descenso a los infiernos se había concretado y las principales cabezas de este desaguisado lejos de tomar las riendas del estudio para recuperar la confianza, mostraban una irresponsabilidad gigantesca. Hemos visto llegar y marcharse a Casey Hudson más veces que el capítulo piloto de Big Bang Theory. Y las princiales figuras, las que pueden insuflar confianza y saber hacer, no deben aparecer y desaparecer dejando en cuadro al resto del estudio.
Llevamos muchos años esperando avances de sus dos proyectos. El regreso de Dragon Age y de Mass Effect. Sobre todo hay interés en el primero, sin desmerecer al segundo. En ambos casos, se recurre al «viejo conocido» para que haya expectación. Pero claro, nos remontamos tanto tiempo atrás desde que están en desarrollo, que parece que no avanzan en absoluto. Ya sea por Solas o por Liara, no van a hacer el juego ellos y la gente atiende a un bombardeo constante de juegos cada día. Resulta fácil olvidarse de Dragon Age Dreadwolf y el nuevo Mass Effect, que no tiene más nombre que lo defina, cuando lo único que se sabe de Bioware es que hay recortes, despidos y problemas.
Cómo se siente el futuro de Bioware es una pregunta que puede tener varias vías según se tomen más decisiones. Parece que ajustar la plantilla les va a permitir sobrevivir. Pero hoy día también podría encontrar escapatoria saliendo de Electronic Arts. Y es que no se sabe si estos recortes se deben a las propias consecuencias de la gestión de la editora, más que a la clara falta de resultados del estudio. Dragon Age Dreadwolf se habría retrasado a mediados de 2024, aunque es difícil retrasar algo que no tenía fecha.
Electronic Arts no parece estar teniendo control alguno de lo que hay en marcha en Bioware, con dos proyectos que son tanto una esperanza, como una posible losa. Por suerte, ninguna de estas dos licencias ha sufrido en su reputación y que se den noticias de ellas supone un claro incentivo para querer saber más. El más cercano sería Dragon Age Dreadwolf y parece que el futuro de Bioware depende, y mucho, de este lanzamiento. Ha tenido que enfrentar situaciones complicadas, y algunas que han sido un lastre para todos los estudios como fue la pandemia. La muerte de Corey Gaspur, las idas y venidas de Casey Hudson o el reciente despidos de Lukas Kristjanson, son circunstancias complicadas.
Me gustaría poder romper una lanza y pensar que Bioware todavía puede ser aquel estudio que empezó a forjar su nombre y ponerse entre los estudios más grandes. Siempre hay opciones de ver como un estudio intenta reiniciarse desde sus cimientos y sembrar desde cero. Todo esperamos que Dragon Age Dreadwolf sea una versión mejorada de Inquisition. Todos deseamos que el nuevo Mass Effect sea más parecido a los tres primeros y menos al pseudo-Anthem que fue Andromeda. Y ojo, Mass Effect Andromeda, como tal, es un buen juego si nos olvidamos que salió «un tanto roto».

Ya sea por que Electronic Arts organice, ya sea por que el estudio se centre, ya sea por que acabe siendo malvendido para afianzarse en nuevos aires y nuevas esperanzas, el futuro de Bioware depende, y mucho, de que aseguren bien un producto que no necesita revolucionar nada. Solo hace falta que tanto el nuevo Dragon Age, como el nuevo Mass Effect, hagan recuperar los momentos de nostalgia que dejaron sus principales precursores. No hay que reinventar la rueda, solo hay que hacerla rodar.