A pesar de ser un juego free-to-play, Overwatch 2 ha sido incluido en Xbox Game Pass con beneficios exclusivos para los miembros Ultimate. Muchos pensaban que con esto, iban a poder jugar al popular hero-shooter desde la nube. Sin embargo, no es así, y dicha ausencia en Xbox Cloud Gaming ha generado desconcierto entre los jugadores, sobre todo tras la adquisición de Activision Blizzard.
La explicación no tiene que ver ni con servidores ni con la posible presencia de tramposos, sino que radica en un acuerdo legal que ha cambiado la forma en que los derechos de streaming en la nube se distribuyen. Cuando Microsoft finalizó la compra de Activision Blizzard, cedió los derechos de transmisión en la nube de los títulos de este desarrollador a Ubisoft, con el fin de cumplir con las normativas antimonopolio impuestas por la Comisión Europea.
El impacto de la compra de Activision sobre Xbox Cloud Gaming
Este acuerdo significa que Overwatch 2, junto con otras franquicias multijugador de Activision Blizzard, como Diablo o Call of Duty, no pueden ser transmitidos a través de Xbox Cloud Gaming, a pesar de estar bajo el paraguas de Microsoft. Por el momento, los derechos de streaming en la nube pertenecen a Ubisoft, lo que permite que los jugadores accedan al título a través de otras plataformas, como Nvidia GeForce Now o Boosteroid.
Aunque los jugadores de Xbox no pueden disfrutar de Overwatch 2 vía streaming en la nube, sí podrán jugarlo localmente gracias a su inclusión en Xbox Game Pass. Esta incorporación trae consigo ventajas para los suscriptores del plan Ultimate del servicio, como acceso a skins exclusivas y otros contenidos que convierten a esta versión del hero-shooter en la más completa.
A pesar de no estar disponible en Xbox Cloud Gaming, la posibilidad de jugarlo a través de otras plataformas de streaming y su presencia en Game Pass aseguran que Overwatch 2 sigue siendo accesible para millones de jugadores. Este caso refleja el impacto que la adquisición de grandes compañías tiene sobre los derechos de distribución y las complejidades del mundo del streaming en la nube, donde los acuerdos entre empresas pueden determinar dónde y cómo jugamos.