Seguimos avanzando en nuestra pequeña guía para dar a conocer las nociones básicas para configurar un PC. Dadas las opciones que estos hardwares ofrecen para los usuarios, más allá de jugar, hemos iniciado esta ronda de artículos que intentan exponer las nociones básicas necesarias para configurar un buen PC. Tras dos elementos muy importantes, llega el momento de una parte vital y aparentemente más sencilla de elegir, la memoria RAM.
Y se puede decir que aparentemente es más sencillo porque aquí si entra en juego el concepto básico de «cuanto más mejor». Cierto es que tampoco hay que extralimitarse con este aspecto y no es el número de Gb lo único que importa a la hora de elegir bien. Si en anteriores artículos vimos que existía una influencia directa en la decisión de la CPU para la placa, la memoria también podría condicionar esta decisión, si bien, lo normal es que sea la placa quien condiciona que memoria se puede usar. Y es que es la placa base la que limitará por número de ranuras y compatibilidades varias, cuanta memoria y de qué tipo vamos a instalar.
Entremos un poco en qué debéis considerar a la hora de elegir la memoria RAM en un PC.
Cuanta más mejor, pero sin pasarse
El primer aspecto que suele tener relevancia a la hora de elegir memoria es saber cuanta necesitamos. Es aquí donde se puede cometer un primer error de concepto al pensar que cuanta más mejor. Esto es una obviedad, y no es equivocado, pero no es necesariamente cierto. Hoy día, dada la mayor necesidad de memoria para atender a algunos aspectos, un mínimo de 8Gb sería suficiente. En el ámbito del gaming, 16Gb suele ser lo recomendado, y de ahí para arriba, podría ser pecar de ingenuo.
A no ser que se vaya a usar el PC para tareas como podría ser la edición de vídeo (y ya mirando a resoluciones 4K o superiores), tener más memoria RAM no supone ninguna ventaja. Es por esto que, a la hora de elegir cantidad, se suele recomendar evaluar muy bien que se necesita. Lo básico recomendable serían 4Gb, pero obviamente esto está muy limitado para cualquier aspecto de trabajo que queramos realizar. Hoy en día, con la cantidad de memoria que «comen» los navegadores, es posible que este mínimo sea insuficiente.
Teniendo en cuenta que los propios navegadores son bastante tragones, optar por 8Gb es lo razonable, pero a la hora de apuntar al gaming, los 16Gb se postulan como una buena cantidad. A partir de ahí, resulta un tanto caprichoso. Y es que lejos de que más signifique mejor, se deben atender a otras cuestiones mucho más importantes, como son el tipo, la velocidad y la latencia de los módulos de memoria que vamos a instalar.
Velocidad y latencias
Actualmente no existe, como existía antaño, una gran diversidad de tipos de memoria. Casi todos los modelos disponibles son DDR4, algo muy diferente de lo que sucede con las memorias de las gráficas donde ya se ven memorias DDR6. También habría que atender a su formato, pero mayoritariamente los módulos de memoria usados son los DIMM. Una vez orientada la cantidad de memoria que se requiere, hay que prestar especial atención a dos aspectos que condicionan mucho el rendimiento de las mismas. Hablamos de la velocidad, medida en Mhz, así como las latencias.
Comenzando por la velocidad, podemos ver una escueta diversidad de frecuencias que van desde los 2133Mhz hasta los 4266 MHz, donde es de esperar que más signifique mejor. Pero aquí entra en juego la elección de placa base que hayamos hecho, donde tenemos que ver que velocidades soporta. Sin poder concluir si será antes el huevo que la gallina en este ámbito, lo que si hay que tener en cuenta es que no hay que comprar algo que no sea adecuado para la placa, o bien decidiremos la placa según nuestras pretensiones con la memoria. Una mayor velocidad de la memoria implica que la memoria puede hacer más ciclos por unidad de tiempo, lo que lógicamente implica que a mayor velocidad, mejor rendimiento.
Pero todo esto puede verse lastrado por la latencia, que es el retraso de la memoria de cara a la realización de operaciones, y puede tener un impacto muy notable en el rendimiento global. Este valor se mide en nanosegundos, ns, donde un valor menor es mejor. A la hora de valorar el modelo de memoria que se va a elegir, hay que atender a la nomenclatura CLx, donde x es un número que representa el valor en nanosegundos de esta latencia. La mayoría de modelos que actualmente se ofrecen están entre CL16 y CL19, siendo esta última la más común. Combinado con la frecuencia de trabajo de la memoria, optar por una combinación adecuada es cuestión de preferencias.
Al final, lo que más se puede notar en cuestiones de rendimiento, es la velocidad, porque es lo que hará que las cargas se hagan más rápido y pueda llegar a mejorar el rendimiento general de un juego. Además, en este aspecto, también se puede jugar con el overclock de las memorias, atendiendo al voltaje y la disipación de calor. Son cuestiones que puede interesar a aquellos que vayan a lo bruto, pero que en el mayor de los comunes no trascenderá demasiado. Ahora bien, ante la duda entre dos modelos, tiene más peso siempre que la memoria ofrezca una frecuencia mayor, que la latencia, ya que casi todas están bajo un estándar cercano que se mide en nanosegundos.
Se quiera o no, hablamos de frecuencias muy elevadas y tiempos muy breves que no deben ser un quebradero de cabeza, aunque si un factor a tener en cuenta cuando se está optando por un modelo u otro. Al final, cantidad, buena velocidad y una latencia lo más baja posible, será lo que haga que uno se decante por un modelo u otro, siempre en base a las expectativas y el presupuesto, porque se puede disparar mucho por un detalle que igual no trasciende tanto en el ámbito de la efectividad. Es un debate abierto en la comunidad, si es mejor la velocidad o la latencia, donde a mayor velocidad y menor latencia, mayor gasto… de cajón.
Calidad y confianza
En el fondo, a la hora de elegir memoria suele importar mucho la marca y la presencia de los diferentes fabricantes. Lejos han quedado aquellos años en los Kingston dominaba el mercado, ya que sus modelos no parecen tan orientados a sacar ese rendimiento extra forzando velocidad y latencia. Es así que otras marcas como G-Skill o Crucial ofrecen módulos realmente atractivos y competitivos. Grandes disipadores y LEDs de colores hacen que la memoria no sea un simple complemento que está ahí para hacer su parte y obviar el resto.
Las principales marcas son las que ofrecen una mayor confianza, porque la calidad de sus productos suele ser muy elevada. Esto suele significar un pequeño sobrecoste frente a otros modelos, pero la tendencia es a ofrecer garantías cuidando, sobre todo, la disipación de calor. Dirigiéndose a los gamers, los modelos destinados a ofrecer un mejor rendimiento suelen ser claramente diferentes de los modelos básicos que apenas son la placa y los circuitos. Resulta muy sencillo saber que modelos pueden ser adecuados para este sector de usuarios, y como la gama es bastante amplia, atendiendo a esos pequeños detalles de cantidad, velocidad y latencia, elegir cual es más atractiva o espectacular no supone un gran problema.
Al final, el equilibrio manda
Y es que en el ámbito de la configuración de los PC, la memoria resulta ser un elemento crucial, pero con la oferta existente no se hace tan complicado seleccionar bien. Considerando el conjunto de la configuración, por los límites establecidos por la placa base que se haya, o se vaya, a seleccionar, la oferta actual es bastante homogénea. Aunque pueda complicarse mucho por determinados aspectos, bien por el multicanal, los bits y esos aspectos que hemos tratado, la oferta es tan amplia que en la mayoría de ocasiones nos basaremos en el presupuesto objetivo para lograr una cantidad óptima de memoria.
Pero no hay que olvidarse de que a parte de la cantidad, importa su eficacia, medido en forma de rendimiento, donde aspectos como la velocidad y la latencia resultan relevantes. Es por esto que ante una oferta variada, el presupuesto limitará la compra, donde el mejor consejo que puede darse es que hay que encontrar el equilibrio, o una buena oferta.