Desde hace unas semanas ya tenemos disponible el pack de Xbox One sin Kinect por 399€, cumpliendo así con dos de las peticiones más demandas por los usuarios desde la salida al mercado de la consola: una rebaja que la sitúa al mismo precio que la competencia y la eliminación de Kinect como elemento central del sistema de entretenimiento de Xbox. Aunque para muchos esta noticia ha sido recibida como un gran acierto por parte de la empresa, lo cierto es que nos deja una gran duda en el aire: ¿qué pasará con Kinect a partir de ahora?
De la revolución a la desilusión
Antes de preguntarnos por su futuro vamos a remontarnos un poco en el tiempo para conocer la inestable trayectoria de este dispositivo. Cuando en el E3 de 2010 Microsoft dio a conocer Kinect la palabra que más se repetía en la prensa era la de «revolución». Y no era para menos, estábamos ante algo nuevo que no se había visto hasta entonces en ningún ámbito de la tecnología. La precisión de la que hacía gala en el reconocimiento de los movimientos era impensable, y la presentación de los primeros títulos, Kinect Sports y Dance Central, demostraban una calidad muy superior a la de los títulos de este tipo vistos anteriormente en Nintendo Wii.
Entonces apareció Kinect Star Wars, y todos nos pusimos a soñar con las infinitas posibilidades que Kinect nos ofrecería en el ámbito de los videojuegos. No era de extrañar pues, que el cacharro se convirtiera en todo un éxito de ventas que consiguió alargar la vida de la consola de Microsoft a pesar del agotamiento que esta estaba empezando a experimentar en el mercado. Los juegos «casual» se vendían como churros y la calidad de los mismos dejaba muy contentos a los usuarios. La revolución de Kinect había llegado.
Pero no es oro todo lo que reluce. A pesar del éxito en ventas, la prensa especializada pronto empezó a dejar ver las dudas sobre esta nueva forma de interaccionar con los videojuegos. Las críticas a un Kinect Star Wars que era mucho más divertido de lo que la prensa quería admitir o las quejas sobre el reconocimiento en Ryse of Nightmares empezaron a avivar el excepticismo de muchos usuarios, que empezaron a verlo como una simple moda pasajera.
Precisamente con la idea de conseguir atraer al jugador más clásico a esta nueva forma de jugar llegaron los títulos con clasificación «mejor con Kinect», que hacían uso de algunas características del dispositivo para mejorar la experiencia de juegos con mando. Forza Motorsport 4, Mass Effect 3, Halo o Skyrim son algunos de los títulos que implementaron este tipo de sistemas. Y aunque lanzar los gritos del dragón a viva voz era una gozada, en la mayoría de los títulos se notaba que esta adición era más una cuestión publicitaria que algo que mejorase realmente la experiencia de juego.
La edad de oro, el declive y una nueva oportunidad
Con este negro panorama llegó la segunda generación de juegos de Kinect. Una actualización y nueva tecnología para darle aún más precisión ayudaron a crear la mejor remesa de títulos para el dispositivo, representada en un sobresaliente Fable: The Journey, un título con alma de aventura gráfica y que demostraba que calidad y Kinect si podían ir de la mano. Pero hubo otros muchos juegos muy interesantes: Hunt, Steel Batallion Heavy Armor, Diabolical Pitch, Dragon’s Lair, Gunstringer, Dragon Ball Z Kinect…
Por desgracia, todos estos títulos no sirvieron para cambiar la opinión de una prensa completamente en contra del dispositivo y, sobre todo, de unos usuarios que sentían como Kinect se llevaba la mayor parte de los recursos de la compañía causando una falta de títulos exclusivos para Xbox 360 precisamente en el momento en que Sony lanzaba los mejores juegos de PlayStation 3 (The Last of Us, Beyond, etc.). Definitivamente, la batalla en Xbox 360 estaba perdida. Después de esto, Microsoft no lanzó más títulos para el dispositivo y los juegos «mejor con Kinect» prácticamente desaparecieron del mercado. Todo parecía haberse ralentizado ante la llegada de la nueva Xbox.
Y así, no sorprendió a nadie que la llegada de Xbox One fuese acompañada de un nuevo sensor Kinect, más preciso y con unas prestaciones que hasta hacía unos meses parecían más ciencia ficción que otra cosa. La integración con la consola era uno de los pilares básicos del nuevo sistema, que parecía funcionar a las mil maravillas. Sin embargo la falta de títulos durante su presentación fue, a mi modo de ver, un malísimo presagio: y es que ha día Kinect Sports Rivals es el único juego desarrollado por Microsoft para el cacharro, al cual le acompañan los típicos juegos de terceras compañías: Zumba, Dance Central, etc. Desde luego no son juegos que evidencien una revolución para nadie.
Kinect, una oportunidad perdida del E3
Así que tenemos un sistema sin juegos al que, por si fuera poco, nadie parece tener ningún tipo de cariño. ¿Qué hacer ante esta situación? Pues justo lo que hará Microsoft a partir del próximo 6 de junio: quitarse de en medio Kinect y venderlo fuera del pack inicial de la consola. Pero eso es algo que deja muy en duda su futuro, que tendrá que decidirse en los próximos meses. ¿Qué podemos esperar de Kinect a partir de ahora?
Si teníais alguna esperanza en que el E3 sirviese como último intento de conseguir mantener con vida al sensor de movimiento seguro que acabasteis tan decepcionados como yo. En la conferencia de Microsoft únicamente se hizo mención a Fantasia: Music Envolved y a un nuevo Dance Central, en los cuales no se detuvieron más de cinco minutos. Algo no obstante lógico, en la gran conferencia lo que queremos ver son grandes juegos AAA y nada de experimentos casuals. Pero hubiese sido todo un alivio para los que tienen un Kinect en casa y están deseando usarlo haber presentado, aunque fuese un traíler, de algunos títulos como un nuevo Steel Batallion, Fable Journey 2 o una secuela para Ryse of Nighmares. Al final tuvimos que conformarnos con algo de gameplay de D4, un juego que a todas luces llega con tono de despedida. ¿Será el último gran juego de Kinect?
Esto evidencia aún más el hecho de que, muy probablemtne, Microsoft ha tirado la toalla con respecto a Kinect y su separación del conjunto de la consola no es solo una respuesta ante las peticiones de los usuarios, sino que atiende a un cambio en la estrategia en Xbox One. Así pues, podemos decir que Kinect se está apartando a un lado para morir, mientras Xbox One sale beneficiada por esa rebaja de precio y ese impulso de nuevos títulos que vimos en el E3.
No obstante, aunque prácticamente doy por hecho que no hay ningún futuro para Kinect en el ámbito de los videojuegos, de lo que estoy seguro es que pronto veremos la versión para Windows, y que no será la última revisión del dispositivo, dado que en ámbitos de la tecnología, la medicina y otros campos de la ciencia, este pequeño que reconoce todos nuestros movimientos ha conseguido posicionarse como la revolución con la que soñaron los jugadores, pero que no pudo llegar en Xbox 360 y que, con toda seguridad, llegará a su final con Xbox One. Quién sabe, quizás haya más suerte con Oculus Rift…