En estos días marcados por la respuesta de la comunidad, aparentemente centrada en polemizar los aspectos en torno a la dicotomía que Microsoft ha dispuesto para su comunidad Xbox, existen miradas más objetivas que pretenden analizar todos los indicios que han marcado esta decisión. Aunar sistemas que confluyen en una única comunidad es algo que se ha visto como una derrota sin precedentes, se ha interpretado como un abandono de Microsoft a su apoyo a las consolas, en un mercado que ha ido cambiando acercándose más a un futuro que no parece mantener los protocolos del pasado.
Es así, como se han abierto debates varios sobre como deberían ser las próximas generaciones, vinculadas a la desaparición del formato físico, vinculadas a la llegada de hardwares asequibles fundamentandos en el streaming, el uso de la nube para la gestión externa de gráficos y ahora, con la unión de las comunidades de Xbox One y de Windows 10 en un ecosistema Xbox, un futuro que parece aciago por la mala publicidad que está acaparando, siendo una nueva edición de la comprensión mediatizada de una propuesta.
Teoría evolutiva
A la hora de centrarnos en explicar cual parece ser la tendencia, que Microsoft ha dispuesto pero que otras compañías han insinuado que es necesaria, podemos aludir al concepto de evolución de las especies a lo largo de la historia de la naturaleza. Hablamos de Lamarckismo contra Darwinismo, o lo que es igual, las teorías derivadas del saltacionismo con las de la evolución progresiva. Hasta la fecha las consolas han acaparado un formato que se podría definir como saltacionista, con cambios bruscos derivados de cambios de hardwares, pero vinculado, sobre todo, a cambios en los sistemas operativos que determinaban una incompatibilidad que, según parece, debe cambiar. Las nuevas propuestas, que se pueden convertir en tendencia, sugieren que esto no debería de ser así, cuando aseguran que la mejor manera de progresar no es cerrando etapas, sino continuando a partir de ellas.
Mientras plataformas de Sony y Microsoft cerraban etapas y presentaban nuevos modelos para los que se debe trabajar en conseguir adaptar los productos anteriores a un nuevo lenguaje, los PC, en la vanguardia de la tecnología, siguen permitiendo aprovechar el catálogo que ha ido viendo la luz desde casi el origen, pues también se sufrieron importantes cambios hace unas décadas. No obstante, actualmente, los usuarios de Xbox One o Playstation 4 tienen que aguardar al anuncio de la compatibilidad de los juegos, mientras que los de PC no. Claro está que ese vínculo con las generaciones que se suceden es un término exclusivamente relacionado con las consolas, pero lo que han aportado estos cambios dista de haber dejado atrás a los ordenadores, que actualmente, son la referencia técnica para todos los proyectos que se presentan.
Generaciones que saltan, aislando comunidades y catálogos
Es de este modo como se comienzan a realizar sugerencias sobre el movimiento de Microsoft, quien estaría apostando por una linea continuista, que se podría extraer de las palabras de Phil Spencer, cuando habla de la optimización de hardwares estableciendo posibles fundamentos para futuras experiencias basadas en una nueva consola, pero no en un nuevo sistema operativo que la aísle. Esto se ha interpretado como un acercamiento de Xbox One al concepto promulgado por las Steam Machines, donde se habla de diferentes configuraciones y con ello, diferentes experiencias en base a lo pagado. Las consolas pueden seguir siendo hardwares cerrados, sin embargo, el concepto de configuración de la experiencia es lo que los usuarios de consola pretenden evitar, lo que hace que los PC no se suelan referenciar como rivales de la guerra de consolas que tiene enzarzada a dos marcas y comunidades.
La supresión de límites
Según apuntan varias fuentes, el movimiento de Microsoft podría ser un primer paso ante esta nueva tendencia, que apoyarían empresas como Konami, que aseguró que era necesario retomar el planteamiento y realizar una evolución de hardwares constructiva. Incluso, podríamos asegurar que Sony ha implicado sus Sony VR en un concepto similar, pues han incluido un hardware nuevo, más potente, con el fin de poder hacer viable la experiencia de la realidad virtual en Playstation 4. Microsoft habría dispuesto una base, vía Windows 10 y DirectX 12, con el propósito de unir experiencias que parecían limitadas por la barrera ficticia que los usuarios ponen a las marcas.
Y es que este nuevo movimiento ha implicado lo que anteriormente hemos determinado como principal motivo de la creación de barreras, los sistemas operativos. La razón por la que las consolas alternan generaciones no es más que una campaña de marketing relacionada con este cambio, ya que en PC se evoluciona si necesidad de acuñar un número a un nombre que determine el principio y el fin de nada. De este modo, Microsoft ha demostrado que la unidad puede hacer más fuerza, asumiendo que el potencial de este ecosistema Xbox ganará mucha fuerza al incrementar el número de usuarios potenciales, haciéndose así mucho más fuerte de lo que podría albergar cualquier plataforma por separado.
Esto puede ser un movimiento de marketing, con el que se pretende ‘vender’ un sistema operativo que ha sido accesible de forma totalmente gratuita. Un movimiento inteligente que ha acaparado la unificación de servicios, algo que ha sido elogiado, no obstante, cuando se habla del catálogo de juegos, la cosa cambia. Parece que para hablar de exclusividades, conviene introducir a esos PC que no se querían meter en la guerra de consolas porque es el jerarca de mayor fuerza en los argumentos empleados. Claro que en este momento, cuando parece que la creación de este ecosistema busca debilitar a Xbox One, la realidad es que le está añadiendo fuerza, pues ahora, como ecosistema, debe ser más atractivo para las editoras, al acaparar un mayor número de usuarios potenciales.
Un ecosistema que multiplica los usuarios potenciales no puede ser peor
De hecho, la nueva tendencia marcada por varias empresas lo que busca es precisamente no aislar a las comunidades en base a generaciones, si bien, en el caso de Konami, parece estar vinculada con la necesidad implícita de llevar a cabo un trabajo de construcción permanente que no se lastre por los cambios generacionales. Según matizan, la progresión de los sistemas no sirve más que para aislar experiencias, impidiendo que productos implicados en nuevas tendencias, como los Free2Play, no puedan hacer frente a estos cambios si no tienen un éxito considerable. Claro que Konami ahora mismo está inmersa en una renovación que ha implicado a los dispositivos móviles, otro mercado que podría bien ser considerado competencia dada su evolución.
Ha sido Phil Spencer quien, como es habitual, ha salido a escena para explicar cuales son los principales argumentos de Microsoft para llevar a cabo este movimiento, habiéndose malinterpretado muchas de sus palabras. Xbox One no está muerta y Microsoft no la ha abandonado, más bien está intentando potenciar el interés por la marca, y en ella se encuentra Xbox One. Sus palabras sobre la evolución del hardware se han interpretado en base a los conocimientos preestablecidos que tenemos de lo que viene a ser una plataforma de juego, considerando un modelo similar a los PC, donde los jugadores se disgregan en diferentes configuraciones para diferentes experiencias en base a su capacidad adquisitiva. Pero si ahora mismo eliminamos las barreras de las generaciones y establecemos una pauta progresista, cada cual determinaría en que momento realizar el cambio, tal como acontece en la renovación de los hardwares libres. Claro que, si consideramos que la renovación de estos hardwares no supone un borrón y cuenta nueva, la experiencia de los usuarios no se pierde y progresarán de forma positiva ante la tendencia marcada por el salto generacional.
Este planteamiento, a estas alturas, parece más un prototipo. No obstante, cierto es que la comunidad de consola, parece recelosa ante un cambio de planteamiento semejante. Del mismo modo que este planteamiento parece tener pegas, las cuales no parecen ser demasiado fuertes, reniegan de la posibilidad de convertir las consolas en algo parecido a un PC.
Una reacción inmobilista
Y es que se está acuñando el término PC de forma incorrecta, pues Microsoft ha presentado un ecosistema vinculado en exclusiva a Windows 10, lo que no incluye a toda la comunidad de PC sino a la parte que se ha integrado en su sistema operativo. La llegada de juegos de Xbox One a Windows 10 además está suponiendo la implicación de Microsoft en crear una comunidad global, bajo un mismo sello, aportando Cross-buy y Cross-play multijugador. Indicios de un intento de complacer ese incremento de usuarios, aunque todavía, está a las puertas de alcanzar esa meta, pues la plataforma de Windows 10 dependerá de acuerdos con editoras, siendo MIcrosoft la única que ha sido capaz de presentar productos en dicha plataforma, como es Rise of the Tomb Raider o el recién lanzado Gears of War: Ultimate Edition.
Todo está vinculado a un futuro, aunque parece estar intentándose minar desde el presente. Tal como sucedió con el anuncio de Xbox One y su planteamiento de compartir juegos con amigos, ciertas comunidades han reaccionado de forma abrupta ante lo que sería, de forma efectiva, un salto empresarial productivo. Aunque ahora mismo esta entrando en escena, con más mala fama y fortuna por un planteamiento aparentemente precipitado desde la cautela excesiva que mantiene Microsoft, la realidad es que este cambio no parece entrar por los ojos a todos por igual. Existe una gran oposición a esta entrada en juego de los ordenadores en la guerra por la hegemonía de las consolas, una invasión que además llegaría abanderada por Microsoft, a las puertas de un acercamiento de los PC a las consolas con las Steam Machines.
El modelo de usuario no cambiará por este ecosistema Xbox
Pero la comunidad de consolas se ha mostrado, incluso con otras decisiones, como una comunidad intransigente al cambio lógico, un cambio que implicaría nuevas tendencias, como es abandonar el formato físico, bien por las tiendas digitales, bien por el uso de streaming para jugar, tampoco hacen demasiado caso a las nuevas tendencias, donde los Free2Play son una manera de exponerse a nuevas iniciativas vinculadas a pagos menores que solo son rentables para aquellos que saben que disfrutarán de ella. De este modo, la implicación de la comunidad de usuarios de consola típicos con la nueva propuesta de Windows 10 choca de pleno, aunque se haga alusión a la pérdida de exclusividad, el jugador de consola, encerrado en su planteamiento de 1995, no puede nunca ver rival en una «plataforma» vestida bajo las premisas a las que se opone, como es la compra digital, y asumir que cada cierto tiempo han de ser relevadas las experiencias por un nuevo sistema hermético.
No podemos achacar que todas las reaciones vistas en contra de esta tendencia se deban a una necesidad de echar leña al fuego en la tendenciosa guerra de consolas. El paripé que enfrenta a marcas, cual guerra que envía a sumisos soldados a una batalla de intereses que poco tiene que ver con el interés de los jugadores por disfrutar de un hobby. Cuando se abren nuevas tendencias que rompen con los protocolos clásicos, parece que la comunidad reacciona siempre del mismo modo, reacia al cambio. Pese a que las nuevas propuestas puedan establecer nuevos horizontes en la experiencia de juego, las cuales pueden buscar un beneficio tácito del usuario, siempre se observa una misma reacción inmobilista y escéptica, como si estas grandes ventajas fuesen un pacto con el diablo. La realidad, es que ese pacto parece ya firmado cuando se asume con lealtad, la necesidad de relevo absoluto cada X años, incluso, a costa de perder todos los juegos que se tenían.
Y es que la nueva, o actual, generación, en aras de su permanencia en vigor, parecía caducada antes de ver la luz. De hecho, los términos que han definido lo que llevamos de generación son resolución, rendimiento y downgrade. Esto todo es consecuencia de un planteamiento low-cost, fundamentado en los principios de renovación inmediata de la tecnología que caduca al poco de ser comprada. Las desarrolladoras tienen planes de evolución que solo pueden contrastarse con los hardwares más potentes y que actualmente, se ven claramente lastradas por unos hardwares referentes en lo comercial, que han sumidos en la miseria de lo obsoleto a una comunidad, reacia a la evolución que puede estar asomándose como alternativa ante semejante fracaso.
La actual generación se define por los términos rendimiento y downgrade
Mientras se presentan juegos que entusiasman, hasta que llegan a una plataforma en forma de producto devaluado, degradado y poco evolucionado, toda la industria está sumida en una continua contradicción marcada por los intereses de marcas, comunidades aisladas y experiencias condicionadas por la envidia y el rencor de una guerra de consolas que no permite a muchos disfrutar de lo que realmente importa. Exclusividades, rendimientos, precios, suscripciones, pases de temporada y anuncios que parecen servir para promover el odio y la inquina, aunque lo que demuestran es una actitud extremadamente inmobilista y fanática. Una actitud que si guarda un aspecto que interesa a estas comunidades, la exclusividad en consolas.
Con pies de plomo en un lodazal
El anuncio de este ecosistema Xbox no parece haber tenido la aceptación que podría tener, al menos, desde el plano de la comunidad de consolas. Esta comunidad se ha mostrado escéptica, si bien la reacción que se ha dejado ver en mayor medida, ha sido el rechazo. Un rechazo que puede bien estar condicionado por la guerra de consolas, no siendo precisamente los interesados en el progreso de Xbox los que han levantado la voz. La realidad es que desde la comunidad de PC no se han pronunciado ni para bien ni para mal, pero es que desde su perspectiva, este planteamiento no está siendo nada efectivo.
A los problemas que se han señalado en la Xbox App para la gestión de los recursos de la configuración del hardware del usuario, se une un catálogo paupérrimo, limitado a dos juegos de relevancia, que además, no se ajustan a un perfil de usuario medio en esta comunidad. Hacer frente a Steam será una tarea que requiere de mucho más contenido y mejores prestaciones de las que Microsoft ha planteado en este momento. La realidad es que Microsoft ha mostrado un exceso de cautela, al hacer llegar este planteamiento más tarde que pronto, debiendo haber sido un planteamiento presentado hace años, por ejemplo, con el lanzamiento de Xbox One. Si bien, una vez lanzada, parece haberse precipitado en lanzarse a la piscina, pues con la falta de apoyo de Third Partys, su plataforma no es competitiva en estos momentos.
Ha faltado convicción para presentar este ecosistema
Muchos usuarios han argumentado que Microsoft debería involucrarse en el camino contrario al que ha mostrado, es decir, hacer llegar juegos de PC a consola, como si no hubiese ya. Recordar, que para esto hay que hablar con las editoras que lanzan juegos en las diferentes plataformas, y parece más que evidente que Ubisoft, Electronic Arts, Konami, Capcom, Activision o Take Two, por citar unos cuantos, ya lanzan sus juegos en PC y en consola. De hecho, actualmente, una de las bazas que Microsoft tiene entre manos es precisamente la que permite llegar a esas empresas sin editora a Xbox One, vía ID@Xbox o Xbox Game Preview, obteniendo productos como ARK: Survival Evolved o Elite Dangerous, de modo que donde tiene que negociar realmente, es para su Xbox App de Windows 10, pues de juegos móviles saltamos a un par de indies, como Oxenfree o Rocket League, y un par de juegos que han visto la luz en Xbox One. El resto, son juegos para dispositivos móviles de cuestionable calidad. Tal como evolucionó Origin, Microsoft debería vincular a la tienda de Windows 10 más juegos de más editoras.
Ya no es cuestión de corregir los problemas de la Xbox App para la gestión de recursos como son los hardwares con varias gráficas en sli, estamos hablando de hacer llegar algo que no sean juegos de Xbox One, siendo los rumores de su acuerdo con Steam, el indicio que permitiría compartir lanzamientos. Aunque esto, debía haber llegado antes de intentar dar la campanada, pues parece que la cuerda no está atada al badajo, pero si se lo ha tocado a mucha gente.
Un planteamiento, un posible futuro
El movimiento realizado por Microsoft es una apuesta valiente, como suele ser habitual, propone nuevas alternativas para explotar la jugabilidad, para explotar la comunidad y para caminar hacia un futuro evolucionado. No es algo que se les haya ocurrido precisamente a ellos, pero su cercanía con los ordenadores les ha permitido comprender un planteamiento que podría cambiar las cosas. El principal aspecto que parece disuadir a la comunidad consolera, es su falta de perspectiva, pues siguen inmóviles en tendencias de hace décadas, que les hace pagar más por cada juego, que les hace esperar cada vez que lo instalan y luego lo tienen que actualizar, pues estamos en la era digital, perdiendo luego la opción de jugar cuando tocar renovar el hardware por otro incompatible.
Pero más grave es pensar que no son capaces de ver que Microsoft no está planteando la muerte de las consolas, sino la redefinición de su concepto, abordando una linea continuista, que evolucionará sin cortes, pues son esos cortes los que están separando a los jugadores, son esos cortes los que han permitido que las consolas solo sean fruto de discusión y no de referencia técnica ni de juego. Aunque parezca molestar esta posibilidad, la realidad es que otorga una mayor libertad al jugador, pues lejos de entrar en una batalla sin cuartel por sacar nuevos hardwares cada dos meses y cortar por lo sano con los que no pueden comprarlo, lo que no hace es sentar barreras cada ciertos años, aislando catálogo y jugadores.
Con la nueva tendencia no habrá necesidad de retrocompatibilidad
Y es que, en el mismo lugar se encontrarían las Steam Machines, pero a la inversa, pues para los usuarios de PC estos hardwares se presentaron como algo estanco, y su lanzamiento parece estar abocado al fracaso. Para evitarlo, hay que ver lo que supone realmente, hardwares cerrados, a precios acordes a la capacidad adquisitiva, pero que ofrecen una experiencia que solo se ve limitada por como cada uno de ellos puede mover gráficamente el juego, manteniendo unida la comunidad, que jugará junta pese a todo. En cierto modo, Xbox One se conformaría como una Steam Machine, pues las consolas no dejan de ser lo mismo, con la diferencia de que les gusta establecer una barrera que no les permita ver que hay más allá. Esto es lo que podría romperse según Microsoft, abriendo las fronteras de la comunidad de Xbox, porque una consola no es más que un hardware para jugar, no un estilo de vida.
Tanto gusta la palabra progreso que parece no verse cuando se expone para romper con las costumbres que se notan obsoletas. Las principales voces reacias a este cambio son las que condicionan su experiencia en base a la supremacía de una marca, a la envidia, el rencor, el poder mirar por encima del hombro. Puedo asegurar que ser un gamer no es nada de eso, es disfrutar de una experiencia de juego, solo o acompañado, donde la evolución de la comunidad supondrá una ventaja individual que se centra única y exclusivamente en la satisfacción de una nueva experiencia. No es productivo pensar solo en lo que otros no pueden jugar por no vincularse con una marca, que es lo único para lo que sirve la guerra de consolas, una guerra, que parece estar centrada en dos bandos, que actualmente, este nuevo ecosistema Xbox no variaría, solo se amplia la comunidad vinculada a Xbox.
Ser un gamer no es competir contra catálogos exclusivos
De hecho, muchos apuntan a que esta propuesta de Microsoft dista de ser productiva para Xbox One, no siendo así en términos efectivos, aunque haya demostrado que muchos están más pendientes de cosas ajenas a la experiencia de juego. Es la actitud de algunos gamers lo que puede deparar el fin de las consolas, no la propuesta de evolución acuñada en el ecosistema Xbox.