Para quienes estamos más acostumbrados a jugar en consola, la llegada de la tecnología AMD FreeSync 2 a nuestras consolas, Xbox One X o Xbox One S, puede no decirnos demasiado a bote pronto. Pero en realidad, sin contar las posibles novedades respecto a juegos, se trata de una de las mejores noticias que podríamos recibir ahora mismo a nivel técnico. Si en cambio estáis familiarizados con el mundo gaming de PC, y sois de esos jugadores exigentes que cuentan en casa con un buen monitor y un equipo puesto a punto, ya conoceréis bien los beneficios que la llegada de esta tecnología puede suponer. En cualquier caso, os hacemos un repaso breve, para que os hagáis una idea sobre lo que es la tecnología AMD FreeSync 2, que desembarcará esta primavera en Xbox One.
¿Qué es la tecnología AMD FreeSync 2?
El objetivo principal del FreeSync 2 es eliminar algunos problemas visuales en la reproducción de las imágenes como el stuttering (microcongelaciones) o el tearing (ese efecto que ocurre cuando vemos una imagen mal cortada en horizontal por otro frame). Efectos que, además, pueden desembocar en retrasos en la respuesta y en malas sensaciones en el control. El efecto stuttering, unido a esto último, es lo que ocurre por ejemplo en PUBG en Xbox One tras el última parche en ocasiones cuando abrimos una puerta. La consecuencia en este juego, para que os hagáis una idea de las posibles molestias, es que es probable que sin querer abramos y cerremos una misma puerta debido a que presionamos de nuevo el botón porque lo que vemos en pantalla no se corresponde con lo que está ocurriendo realmente en el juego.
Las pantallas tradicionales cuentan con una tasa de refresco que puede variar desde los 30 a los 144 frames por segundo, en las mejor preparadas. Una tasa que es fija en el caso de cada pantalla. Sin embargo, los juegos no funcionan así, y como bien sabéis, cuanto más complejos son, más probable es habitualmente que encontremos en ellos un framerate variable, ya que no todas las imágenes suponen el mismo «esfuerzo» por parte de la máquina para ser procesadas y mostradas en pantalla. De modo que, para adaptar esa tasa a la pantalla en cuestión, se hace uso del V-Sync, una tecnología que se encarga de sincronizar cada frame (fotograma) con la frecuencia de actualización vertical de nuestro monitor.
Dicho de otro modo, mediante el V-Sync se consigue que, independientemente de la velocidad con la que la consola o el PC haya generado cada frame, estos se muestren en su correspondiente momento. Sin embargo, esto también introduce un pequeño retraso respecto a lo que realmente está ocurriendo en el juego. Algo que se puede hacer más notable en los juegos que, como comentaba antes, les pueda costar más mantener un framerate estable. Y por ello, terminarán por producirse algunos retrasos en la reproducción de las imágenes y como consecuencia algunos de los problemas que comentaba antes, como el tearing, stuttering o incluso imput lag.
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Lo que hace la tecnología FreeSync, una alternativa al V-Sync, es evitar que la reproducción del juego tenga que adaptarse forzosamente a la tasa de refresco de la pantalla, liberando esta. De esta forma se consigue que las pantallas funcionen de forma dinámica, mostrando cada frame conforme estos van siendo procesados por la consola. Esto no va a evitar que un juego deje de tener un framerate inestable o que se produzcan caídas puntuales. Pero sí supone ciertos beneficios para la experiencia del jugador, que no sufrirá del molesto screen tearing o parpadeos, contando así también con una sensación en el control más precisa y fluida.
¿Qué supone la llegada de AMD FreeSync a Xbox One?
Hasta el momento la tecnología FreeSync 2 era algo exclusivo del PC. Y por el momento es algo más propio de los monitores, pero se trata de un estándar que ya ha comenzado a aplicarse también en televisores y que poco a poco iremos viendo en una mayor variedad de pantallas. La llegada de esta tecnología a consolas es un paso importante para que se estandarice. Y a su vez, un paso importante para que los jugadores de consola también empiecen a disfrutar de los beneficios que puede conllevar.
La gran ventaja de la tecnología FreeSync es que no requiere de un hardware especial, por lo que se trata de algo que no es muy costoso de implementar, y cada vez más pantallas serán compatibles. Más allá de esto, los beneficios para los jugadores son los más obvios: significa un juego y experiencia más fluidos, con mejor respuesta y control. Pero también están los beneficios para los mismos desarrolladores: menos preocupaciones al no tener que adaptar forzosamente los juegos a un límite arbitrario de 30 o 60 cuadros por segundo. La llegada de esta tecnología a consola facilita las cosas a la hora de adaptar los juegos a estas plataformas.
Por último, Xbox One X y Xbox One S serán compatibles con AMD FreeSync 2. Pero el modelo estándar de Xbox One también recibirá beneficios de la primera generación de esta tecnología. Será esta primavera, junto a la gran actualización que incorporará otro tipo de mejoras de las que ya os hemos ido hablando a lo largo de los últimos días, como el soporte también de Xbox One X y Xbox One S con la resolución 1440p.