Ante la expectante mirada de aquellos fans de las aventuras de Geralt de Rivia, The Witcher se estrena hoy en Netflix como una de las mayores producciones de la cadena y una apuesta a largo plazo. Parecía que la compañía quería su propio Juego de Tronos, pero más allá de los paralelismos habituales del género, nada tiene que ver The Witcher con la obra de Martin o la serie de HBO. Estamos ante algo completamente distinto y eso es algo muy bueno.
The Witcher se basa en la saga homónima de novelas de Andrzej Sapkowski, best-seller y referente en el género fantástico que más tarde CD Projekt RED llevó al mundo de los videojuegos con una continuación no oficial de la historia, revolucionando el RPG occidental y llegando a más público todavía. Una historia de intrigas políticas y desigualdades sociales, de guerra, monstruos y magia.
Todo lo que debes saber sobre The Witcher antes del estreno de la serie de Netflix
Con estos precedentes, Netflix tiene una gran oportunidad en sus manos, tan grande como la responsabilidad que acarrea adaptar esta obra. Nosotros ya hemos podido ver el primer capítulo de esta producción, desde la perspectiva de un amante lector y jugador, trataremos de dar respuesta a algunas preguntas, como: ¿está a la altura?
La Espada del Destino
Como hemos dicho, la serie de Netflix está basada en las novelas de Sapkowski, quien realizó tareas de asesoramiento y supervisión de algunos aspectos de la producción. Esto quiere decir que no trata de emular ni los personajes ni la estética de los juegos que todos conocemos. Ahora bien, ¿es fiel a las novelas? Si y no. Es difícil hacerse una idea de la fidelidad general de esta primera temporada solo con el capítulo piloto de la serie, pero es lo suficiente evocador para poder hacer un juicio previo que, espero, no vaya muy desencaminado de lo que veremos en próximos episodios.
Tanto la estética como la ambientación de las novelas está presente. Se consigue ese ambiente medieval sucio, áspero y seco que guarda momentos para la luz y la magia, las bestias y las batallas, ya sea en un uno contra uno, como a gran escala. A nivel estético hay pocas pegas que ponerle, más allá del famoso diseño de la armadura de Nilfgaard, podría llegar a ser una de las series de Netflix con mejor acabado visual.
A nivel argumental es donde podrían ponerse algunos peros. Para aquellos que conocemos la historia del brujo, es evidente que se han tocado cosas para acelerar la presentación de personajes. La propia serie deja caer que hay cosas que podrían no estar en la misma línea temporal, debido a que por exigencias del guion y del medio es la mejor manera de hacer las cosas.
Esto implica que hubiésemos tardado bastante más tiempo en conocer la historia de Ciri, la joven princesa de Cintra que ve como de la noche a la mañana su hogar es reducido a cenizas, que sus seres queridos están muertos y su única esperanza es encontrar a aquel al que llaman Geralt de Rivia. También implica que esa primera subtrama del brujo en Blaviken se hubiese podido desarrollar de manera más pausada. Aun así, mantiene intacto el sentido que el autor trata de plasmar en su historia: racismo, misoginia, superstición, prejuicios, venganza. Al igual que los juegos de CD Projekt Red, en las novelas hay historias y personajes secundarios de un increíble valor narrativo que si Netflix es inteligente debería aprovechar.
El lobo blanco y la golondrina
Henry Cavill puso mucho empeño en conseguir el papel del brujo, el hombre de acero es un confeso fan del personaje desde que jugó The Witcher 3, lo que le llevó a leer las novelas y ver todas sus caras. Hubo muchas voces discordantes que dudaban de la valía del actor, pero una vez estrenada la serie se despeja cualquier atisbo de duda. Más allá de la caracterización, que no está nada mal, Cavil demuestra conocer muy bien el personaje, lo hace creíble y consigue transmitir la crudeza de la vida de un brujo, siempre errante y apestado por aquellos a los que trata salvar para ganarse la vida, con un constante dilema moral en la cabeza.
Aunque, sin duda, donde Cavill brilla especialmente es en el terreno físico. El papel de Geralt es muy exigente, pero el actor demuestra que se ha preparado a conciencia para poder ejecutar cada coreografía y cada estocada de forma precisa, como un baile de lo más visceral. Ver a Cavill en acción es un espectáculo salvaje y crudo que adelanta que los combates serán uno de los puntos fuertes de la producción. Tanto a corta distancia como a gran escala, con ese gran aperitivo del asedio de Cintra que apunta maneras.
Es pronto para emitir juicios sobre Ciri, a pesar de ser un personaje igual o más importante para la historia que el propio Geralt. Se nota tímida, inocente e ingenua, pero se deja entrever que es uno de los personajes que más evoluciona durante la historia. Ninguna pega a la interpretación y caracterización de Freya Allan. De igual manera, los personajes secundarios están a un gran nivel, destacando la colaboración de Lars Mikkelsen, y tienen un gran peso en la historia, como comentábamos, pudiendo ser una de las grandes bazas de su narrativa.
El último deseo
Como decía al principio de estás líneas, es pronto para emitir un juicio de valor sobre esta adaptación de Netflix, con estas impresiones solo trato de explicar lo que sucede en su primer episodio y por qué sucede de esta manera, que no es igual que en los libros y, obviamente, no tiene nada que ver con los juegos.
Este primer contacto con The Witcher se antoja ilusionante, no solo por el capítulo en sí, que adelanta algunas de las claves de su historia y su puesta en escena, sino por lo que una compañía como Netflix puede llegar a conseguir con un universo tan rico y complejo como el de Geralt de Rivia.
Va a ser realmente interesante ver como la showrunner de la serie, Lauren S. Hissrisch, adapta los primeros compases de la historia del brujo, ponderando la presentación de personajes y la línea temporal clásica de los acontecimientos de la historia de Geralt, Ciri y Yennefer.