Durante muchos meses, la llegada de las nuevas consolas tuvo a Xbox Series X como protagonista absoluta. Pero junto a ella había un rumor sobre una consola menos potente dirigida a un público menos exigente en lo técnico. Los 4TFLOPs que surgían como un dato relevante de la potencia, sorprendieron a todos por ser menos potente que la Xbox One X. Al confirmarse Xbox Series S, no dejaron de cuestionarse su lanzamiento, pero ahora que ha llegado, parece convencer. Y planteamos una cuestión, Xbox One X vs Xbox Series S ¿Merece la pena el salto?
No es una pregunta que se pueda resolver a las bravas, sino que esconde detrás una serie de matices que los usuarios deben atender antes de lapidar la decisión de lanzar al mercado una consola menos potente. Una consola de las características de Xbox Series S parece ir contra lo que una nueva generación debe ser. Más potencia para poder ofrecer mejores gráficos, suele ser el común denominador que ha definido el salto generacional. Pero en esta ocasión no parece ser así. ¿Por qué? Desgranamos los diferentes aspectos que justifican esta apuesta.
Un ecosistema apto para todos los gamers
A lo largo de los años, Microsoft se ha fijado el objetivo de crear un ecosistema Xbox en el que los usuario pudieran disfrutar de juegos y experiencias de todo tipo sin preocuparse demasiado por qué hardware usen. Un buen ejemplo fue el salto a PC, donde hay millones de configuraciones. Este mercado implica tener en cuenta aquellos que quieren jugar a 4K y altas tasas de frames con equipos muy caros, como los que no tienen tanto dinero pero tiene un PC para jugar.
Tomando como ejemplo este aspecto, algunos recordarán que Steam intentó introducirse en el mercado de las consolas con sus Steam Machines. Un concepto que no cuajó porque el perfil de usuario de Steam busca montarse su propia configuración y los hardwares cerrados son algo para las consolas. Pero este perfil ha servido para ver cómo las consolas se han sabido adaptar mejor a este concepto proponiendo hardwares a diferentes niveles de potencia. También ha servido para engrandecer el potencial de un ordenador portátil para gamers.
Y teniendo como referencia la generación anterior, Xbox One S siguió vendiendo muy bien pese a que Xbox One X había puesto el listón en otro nivel. A aquellas palabras de Phil Spencer que aseguraba que la Xbox One X solo era para aquellos con televisiones 4K, Xbox One S se convertía en un reclamo claro para muchos usuarios que no tenían, o no buscaban, jugar a 4K. Planteando una nueva generación de consolas, la realidad es que Xbox Series S es el relevo de la Xbox One S, al menos en este concepto. ¿Para qué se va a gastar más dinero del necesario si no se van a aprovechar las cualidades de Xbox One X, o Xbox Series X?
Cuando lo importante es jugar, los juegos y los servicios
Uno de los baluartes de Xbox ha sido la llegada de Xbox Game Pass. El servicio de suscripción ha conseguido acaparar muchos elogios. El que fuese presentado como el Netflix de los videojuegos, es ahora un servicio que sirve para justificar una mensualidad que ofrece todo tipo de experiencias. Un catálogo creciente y una disponibilidad que es ubicua para los que se suscriban en el Ultimate. Y con la misma premisa de que lo que importa es dar acceso al ecosistema a cuantos más mejor, la inversión de Xbox Game Pass es ya una decisión importante.
Si los usuarios pueden acceder desde su dispositivo móvil, como es la intención con Xbox Game Pass Android. Si pueden acceder desde un PC Gaming de cualquier tipo, por qué desestimar dar acceso a una nueva generación de consolas a un precio mínimo. Xbox Series S se ha visto como uno de los principales baluartes de una nueva generación vinculada a este servicio. Que sea una consola exclusivamente digital lo hace bastante patente. No se puede decir que no se pueda comprar y jugar con juegos más allá del uso de este servicio. Pero su compra no supone un desembolso exagerado y su vínculo con un catálogo de cientos de juegos a un precio tan bajo resulta innegable.
Nuestra opinión sobre Xbox Series S
Pero lejos de explicar cómo ha planteado Microsoft esta nueva generación, lo que realmente interesa es atender a lo que el usuario debe considerar para plantearse la situación. Xbox One X vs Xbox Series S. ¿Merece la pena el salto? Valoramos realmente cuáles son los valores que pueden decantar la balanza para cada uno de estos hardwares.
Aspecto técnico: Resolución y rendimiento. ¿Es Xbox Series S más potente que Xbox One X?
Lo primero es tener muy claro que Xbox One X es un hardware que fue concebido para los usuarios que buscaban experiencias a 4K. Una resolución que la pone por encima de Xbox Series S, cuyo tope está impuesto a 2K, o 1440p. Ya este sería un primer escollo que un usuario debe tener muy en cuenta. Es esto lo que hace requerir a Xbox One X de una mayor capacidad de procesamiento en la GPU. De ahí, que a la hora de plantear la Xbox Series S, resulta que no requiere de tanta potencia en este chipset para llevar ese trabajo, esa carga tan elevada que requiere mover resoluciones 4K.
Pero en aras del rendimiento, la cosa cambia. La potencia de Xbox One X en su CPU no es, ni de lejos, la misma que tiene Xbox Series S. El procesador de AMD basado en la última tecnología es capaz de realizar muchas más operaciones. De ahí, que en el momento que comience a aprovecharse de forma nativa su arquitectura, los juegos requerirán más CPU y esta será capaz de ofrecer. Es algo que en Xbox One X no podrán hacer, porque una de las grandes debilidades de la generación de Xbox One y Playstation 4, era precisamente uno de los elementos en los que la nueva generación tiene más fuerza.
5 Monitores para jugar a Xbox Series X
Y contando la combinación de los procesadores con otros elementos, como una memoria más rápida y la tecnología de los discos duros SSD NMVe, Xbox Series S ya está demostrando ser capaz de ofrecer algunas capacidades que Xbox One X no puede ofrecer. Es el caso de los 120Hz, y del mismo modo, tecnologías visuales como el Ray Tracing, que también están presentes. Salvo que Xbox One X tiene algo más de potencia en bruto para trabajar a 4K, todo lo que no sea jugar a esa resolución juega a favor de Xbox Series S. En este aspecto, solo un pequeño matiz decantaría la balanza a permanecer en la generación anterior.
Experiencia de juego: Los tiempos de carga
Aunque cada usuario puede tener preferencias muy distintas, una de las más claras ventajas de la nueva generación mana de la Xbox Velocity Architecture. Hace unas semanas entrábamos en detalle de lo que supone realmente esta nueva tecnología. Un hardware optimizado para que los tiempos de carga lleguen a reducirse de forma muy notable. Un trabajo minucioso para que las instalaciones de Xbox Series S sean optimizadas y no empleen assets pesados que no van a emplear.
Archivos más pequeños, al no tener que requerir de texturas a 4K, y velocidades de transferencia menores, llevan a los usuarios a disfrutar de una experiencia fluida, dinámica y sin tiempos de espera. Funciones como el Quick Resume, todavía ahondan más en esta ventaja. Hemos visto muchas comparativas en las que se demuestra que en cuestión de tiempos de carga, Xbox Series S es un hardware que le saca una clara ventaja a Xbox One X.
Y la realidad, es que esta novedad de la nueva generación, que ha llegado a todas las consolas, es uno de los aspectos que ahora mismo, está causando una mayor sensación de nueva generación.
El formato: Físico o digital
Este debate sigue estando muy presente entre los usuarios de consola. Y es evidente que es una elección muy personal. El mercado digital está creciendo, pero en consola los juegos siguen publicándose en formato físico porque existe una demanda muy evidente. Claro que, en esta ocasión, cuando estamos enfrentando a Xbox One X con Xbox Series S, no hay mucho que discutir al respecto. Es un aspecto que bien puede compensarse con los servicios como Xbox Game Pass. Incluso, es algo que puede llegar a ignorarse dada la imposición de una consola integramente digital.
Pero para los que no quieran, no habrá debate. Es más, uno de los mayores puntos críticos de Xbox Series S es su escasa capacidad de almacenamiento. Puede que sea el elemento más discutible de su diseño. Un SSD NMVe de 500GB ya parecía insuficiente, pero todavía lo es más cuando no llega a 400GB. Dado el tamaño de algunos juegos, parece inevitable ver una grave carencia en este aspecto. Almacenar juegos no es una de las cualidades, pese a que siempre se pueda usar un disco duro externo.
Lo malo es que los juegos optimizados no pueden usarse en estos dispositivos de almacenamiento, porque deben ir alojados en el almacenamiento que acceda al Xbox Velocity Architecture. Y si no es el disco duro interno, la única alternativa real que hay ahora mismo, es un accesorio prohibitivo por su precio. De hecho, no serán pocas veces las que han empleado para comparar el precio de la tarjeta de expansión de Seagate con Xbox Series S, porque casi es el mismo.
Ahora tocaría hace un pequeño balance general de lo que cada una ofrece, valorando sus pros y sus contras. Como se ha indicado, cada usuario puede tener sus preferencias y aquí hay un resumen general de lo que hemos comentado
Xbox One X vs Xbox Series S ¿Merece la pena el salto?
Xbox One X |
Xbox Series S |
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Pros |
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Contras |
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Xbox One X vs Xbox Series S. ¿Merece la pena el salto?
La conclusión es complicada de extraer, pues puede parecer que no es una comparación justa. El perfil de usuario que se adquirió la Xbox One X, es ese usuario que busca los 4K, sobre todo. La resolución es algo que siempre ha jugado un papel fundamental en la calidad visual, siendo un elemento que permite obtener una mejor definición de la imagen. No obstante, es un debate abierto que durará por años cuando se plantea una mayor resolución, un rendimiento más alto o una calidad visual con más efectos visuales.
En cierto modo, tanto una como otra, tienen una potencia limitada. Es evidente que para manejar resoluciones de hasta 1080-1440p, la potencia de la GPU de Xbox Series S puede ser suficiente. No obstante, en un perfil de usuario cuyo objetivo es el 4K, puede ser insuficiente por ese matiz que aporta este factor. Pero si tu objetivo es jugar a 60fps estables, o incluso más, hacer uso de tecnologías como el Ray Tracing y otras que irán llegando, la opción parece ser favorable a Xbox Series S.
Considerar el aspecto del formato, que puede parecer algo trivial para unos, prescindible para otros. Pero en el caso de prescindir del formato físico y vincularse al mercado digital de juegos y series vía aplicación, Xbox Series S puede ser la opción más interesante. Los tiempos de carga reducidos son una de las mejoras más relevantes y notables de esta nueva generación. Pero su límite de capacidad de almacenamiento, es un factor disuasorio muy evidente. No hace falta tener más juegos instalados de los que vas a jugar, pero sabemos que eso, a la larga, se complica. Y es por esto que se puede concluir que el salto está más que justificado, porque esa experiencia de nueva generación, parece trascender de la resolución. Es velocidad, prestaciones y rendimiento. Cuando lleguen juegos nativos, todavía se notará más.






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